Los problemas parecen perseguir al equipo de gobierno del
Ayuntamiento de El Campello. A la situación del vertedero, la reclamación sobre
el IBI, la prórroga del Presupuesto municipal desde 2014 ( con un presupuesto
desajustado a causa de las modificaciones a la baja del tipo del IBI), se une
ahora la anulación del expansivo Plan General de Ordenación Urbana. Un primer y
aparente efecto de dicha anulación parece ser el “frenazo” a la “recuperación”
de la construcción, algo que, siendo preocupante bien pudiera ser el
catalizador de una necesidad perentoria para El Campello desde hace años: la
articulación de una propuesta de modelo económico no dependiente del ladrillo y
el comercio estacional.
Parece evidente que volver a la situación de 1986 en cuanto a
ordenamiento urbano se refiere podría, no solo ser un “freno” ( aunque aquí el
dicho de “no hay mal que por bien no venga” podría ser incluso positivo) al
desarrollo local. Las posibles reclamaciones de las empresas con intereses en
el plan anulado podrían reclamar responsabilidad patrimonial, algo que sería un
retroceso ( en caso de prosperar) para la ciudadanía, dados los fondos públicos
que se deberían destinar a indemnizar a los interesados. En éste caso ( sin
olvidar otras indemnizaciones por actuaciones pasadas, como es el caso del aparcamiento
de la Avda. Els Furs) , los que votaron afirmativamente o se abstuvieron en la
aprobación del Plan tienen una responsabilidad política que habría que exigir,
aunque ya se sabe que eso de la responsabilidad política, al ser un principio “ético”,
se es propenso a la interpretación política.
Demasiados asuntos se amontonan en la mesa de un gobierno
que, pese a una pretendida imagen de normalidad, vive instalado en una inercia
que, de no remediarlo nadie, va encaminada hacia una parálisis institucional,
cuya únicas salidas bien podrían ser: el establecimiento de un amplio acuerdo
que sume los apoyos suficientes, al menos en cuanto a los asuntos de interés general;
o la elección de un nuevo Alcalde y un nuevo equipo de gobierno con un mayor
respaldo en el Pleno.
Se podría excluir la posibilidad de una moción de censura,
dada la fragmentación política del Pleno, algo que imposibilita la suma de una
mayoría suficiente, en principio ( alguno de los socios actuales del gobierno
en minoría debería reconsiderar su posición, algo bastante improbable pero no
imposible en las posibles combinaciones que un futurible podría arrojar).
Para alcanzar un acuerdo lo suficientemente sólido como para
abordar los asuntos que denominamos de interés general, precisaría del consenso
entre, al menos, los actuales miembros del gobierno en minoría, más el Grupo
Socialista y el Grupo de Ciudadanos. ¿Porqué excluyo a Esquerra Unida y Partido
Popular?. Creo que el Partido Popular no aceptaría cooperar con un gobierno que
considera ilegítimo ( legal pero sin legitimidad institucional) según ese
principio inventado por ellos del gobierno del más votado que no tiene en
cuenta la correlación de fuerzas con representación. En cuanto a Esquerra
Unida, la situación que se ha propiciado tras su salida del gobierno municipal
ha situado a la coalición de izquierdas lejos de cualquier posición de consenso
digamos, viable. Aunque ya se sabe que en política los enemigos de un día
pueden convertirse en amigos al siguiente, aunque en éste caso me parece poco
probable.
El acuerdo con el Grupo Socialista parece que no sería un escollo
ya que cuenta con el apoyo de forma habitual. La cuestión a dilucidar sería si
estarían dispuestos a participar directamente en el gobierno o no. En cuanto a
Ciudadanos, considero que el acuerdo dependería de variables que se me escapan.
Aunque como mínimo, tanto el PSPV como Ciudadanos deberían participar en la
Junta de Gobierno y asumir la presidencia de alguna de las comisiones
municipales en función de los términos del acuerdo de mínimos que se alcanzase.
Humildemente considero que la sucesión de inconvenientes
puede llegar a bloquear, más si cabe, un Ayuntamiento que debe afrontar importantes
retos, no sólo los que antes indicaba, sino medidas y políticas dirigidas a definir,
al menos inicialmente, cuál será el futuro a medio plazo de un pueblo en exceso
dependiente de recursos; o sujetos a la temporalidad o a la inversión
coyuntural, pero exentos ambos de la proyección y solidez suficiente para
afrontar un futuro cada vez más incierto.