Ripoll, ese hombre marcado por su personal estilo de hacer de la actividad política un ejercicio de despotismo sin igual. Ese hombre que ha conseguido silenciar al Grupo Socialista de la Diputación, no se sabe con qué argumentos ( habrá que preguntarselo al Portavoz, el compañero Amorós). Ese hombre que ha luchado lo idecible porque el partido de la derecha "limpiase" su imagen, echase a Costa y Camps asumiese lo inasumible. Ese hombre"honrado" mira tu por donde ,está en el ojo del huracan.
El TSJCV dice que no hay orden judicial, Ripoll dice que está citado para declarar en el juzgado número 3 de Orihuela el próximo martes...¿quién miente, quién no se entera de lo que está pasando, quién tiene interés en seguir alimentando la teoría de la conspiración contra el partido de la derecha patria?.
Por otro lado, espero que el resto de juzgados y salas tengan a bien impulsar las acciones pendientes, sobre todo en materia de anticorrupción porque, que más del 20% de la población considere que uno de los problemas ( tras el paro) es la "clase política" es más que preocupante.
Hay que limpiar, hay que echar a los que han metido la mano en la caja o los que han abierto sus bolsillos para que les metan. Hay que devolver la política a sus legítimos dueños: l@s ciudadan@s. Hay que prescindir de palabras como "consumidor o cliente" para hablar de las personas que sufren las decisiones de unos políticos que se sienten legitimados únicamente por haber sido elegidos, con un sistema electoral injusto y en un sistema que más que multipartidista es "un sistema partitocrático".
No basta con hablar de democracia. No es suficiente con defender el sistema electoral. Hay que profundizar en el control de los electos, introduciendo, por ejemplo, el derecho de revocación junto con el de las listas abiertas, las primarias obligatorias, etc.
Centrándonos en el caso "Diputación de Alicante" y sin profundizar más en el "presunto delito" cometido por el "presunto" Ripoll, la "presunta Alcaldesa de Orihuela", habría que empezar, tambien, a cuestionar las Diputaciones como órganismos públicos ademocráticos absolutamente prescindibles. Las competencias bien podrían ser asumidas por las Mancomunidades y Consorcios de servicios y el personal, bien podría engrosar servicios destinados a suplir las carencias de los pequeños municipios.
El partido de la derecha patria no puede ahora centrarse en lanzar cortinas de humo y utilizar el efecto ventilador para desviar la atención: lo lógico sería que Ripoll dimitiese ya, Fabra dimitiese ya y Camps dimitiese Ya. Sin pausa, pero sin prisa habría que convocar elecciones anticipadas ( estrenando una de las nuevas competencias del Estatut) y renovar el Parlament y el resto de organismos dependientes. Pero para proceder a la renovación habría que tener en cuenta esa "renovación democrática" en las organizaciones ( exceptuamos siempre al partido de la derecha), introduciendo las listas abiertas, las elecciones primarias y la participación ciudadana en dichos procesos como elemento nuevo y fresco para reformar un sistema que huele mal, y no solo por la gestión, sino por si mismo.
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