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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 20 de septiembre de 2010

HACERNOS LOS SUECOS.



El partido Socialdemócrata sueco ha fracasado en su retorno al poder. Las razones son y serán analizadas por los sesudos politólogos y analistas, pero para los militantes de base, hay una razón fundamental que conecta con las reivindicaciones que desde el ala izquierda del partido socialdemócrata ( al menos en su definición lo es) español: el PSOE.
Es evidente que no se conecta con esa gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas acuciados por problemas tan cotidianos como la hipoteca, los gastos escolares, o simplemente llegar a fin de mes con cierta holgura. El consumo de las clases populares (clase trabajadora en general, en cualquiera de sus acepciones: clase trabajadora, profesionales liberales, funcionarios/as, etc.) ha descendido de forma vertiginosa al mismo ritmo que se han incrementado los ataques al sistema que, hasta ahora, sostenía un mínimo de redistribución de la riqueza. Los ancianos, los jóvenes mayores de dieciséis años, las mujeres y los parados mayores de una cierta edad están en claro riesgo de pasar a formar parte de un nuevo “lumpen”.
La teoría socialdemócrata clásica ha perseguido una redistribución de la riqueza y un equilibrio entre los distintos segmentos de la sociedad basado , fundamentalmente, en la solidaridad. Ese concepto se ha roto, siendo sustituido por la competitividad, el individualismo y el sálvese quien pueda cuyo objetivo está claro: debilitar la cohesión de clase ( históricamente denostada por “antiguo”) y a las organizaciones que defienden sus intereses más directos ( fundamentalmente en el campo del trabajo).Existe una “alianza” entre la derecha económica y la izquierda institucional para lograr la atomización necesaria de la sociedad en pos de la imposición de un injusto modelo económico que sustituya el concepto de estado benefactor o estado del bienestar por otro fundamentado en la limosna y  la supervivencia de unos frente al amplio disfrute de una minoría a la que “hay que estar agradecidos por ceder las migajas que nos permiten subsistir”.
Y no se conecta con la sociedad al dar la espalda a los movimientos sociales por “radicales” sin dignarse a bajar a la arena del debate. No se conecta con la sociedad al considerar el trabajo como un lujo a preservar cueste lo que cueste frente a lo que para la izquierda ha sido un derecho incluido en el concepto de dignidad humana ( al igual que la vivienda, la salud, la educación, etc.). Y cuando desde el interior de las filas del partido socialdemócrata se plantea la necesidad de girar a la izquierda, se nos califica de radicales y extremistas que no tienen cabida en la organización (dominada por apoltronados cargos orgánicos e institucionales cuyo objetivo es la conservación de los privilegios que un sistema injusto les ha regalado). Es obvio que hay que imponer una nueva dinámica política enfrentada a la actual gestión, pues finalmente, sin creación no podrá existir gestión y sin política, el trabajo político perderá definitivamente el referente de la sociedad limitándola a “votantes” o peor en “consumidores” ( no ciudadanos y ciudadanas).
Creo que reivindicar la democracia  ( con todos sus instrumentos de participación: asambleas, consejos, etc.), la rentabilidad social de los servicios frente a la gestión eficaz de las privatizaciones ( más caras), la honradez, la rendición de cuentas, la revocabilidad de los cargos, la información clara y participativa, la prioridad de los servicios sociales a las familias frente a los currículums de actos inconexos, la promoción de infraestructuras socialmente útiles, la apuesta por el cooperativismo social frente a la empresa de servicios, etc. No es una quimera, no es una utopía, pero si se enfrenta a la comodidad de esa socialdemocracia  acomodada en la rentable oposición.
Nadie quiere imponer nada. Desde la izquierda del PSOE se pretende impulsar un debate más allá de las puertas de las agrupaciones, un debate en el que se impliquen, de forma progresiva ciudadanos y ciudadanas con inquietudes sociales. Es necesario abarcar más allá de la gestión y ver los problemas desde una perspectiva política y no empresarial, con sensatez, con números en las manos, pero con los objetivos claros en esa masa social que, sin saberlo y sin ni siquiera quererlo, necesita de la socialdemocracia para seguir, no subsistiendo, sino sobreviviendo al marasmo capitalista impulsado por derecha e izquierda institucional. Hay vida más allá de las instituciones y, si no lo vemos, habremos fracasado. Si no lo vemos, únicamente jugaremos al perverso juego de la “alternancia” en los mecanismos públicos de poder, pero seguiremos dando vigencia a aquello que hace años dijo un filósofo alemán: el poder es la expresión de la clase dominante, y en este caso, no es la clase trabajadora.

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