La política local está pasando por una fase de, digamos:
extrema complejidad. Voy a intentar explicarme.
La conformación del actual gobierno municipal vino precedido
de un debate agrio sobre una cuestión que, pese a haber pasado relativamente desapercibida,
no es baladí: el liderazgo. Un acuerdo tácito en la Comunidad Valenciana
señalaba que sería el líder del partido más votado o con mayor representación
parlamentaria de los actores en dialogo el que asumiera la Presidencia
institucional. En el caso de nuestro municipio una “conjunción” de hechos
propició que el partido con más votos pero con igual número de concejales y
concejalas fuera, por decirlo eufemísticamente: excluido en la carrera por
encabezar el nuevo gobierno. Esto, propició un posicionamiento del PSPV-PSOE
mediante el cual rechazaba formar parte del gobierno pero apoyaba el documento
que propiciaba la formación del nuevo gobierno. El vencedor “inesperado” fue
Compromis que, pese a haber visto disminuido su apoyo electoral ( manteniendo
no obstante su representación respecto a 2011) veía como esa “conjunción” a la
que antes me refería, le posibilitaba alcanzar un logro político inimaginable:
la Alcaldía.
La complejidad viene, al producirse una crisis en el flamante
gobierno y concretarse una remodelación del gobierno, dejando fuera a uno de
los socios iniciales: Esquerra Unida.
Los porqués de esa ruptura pueden ser comentados y, en virtud
de la perspectiva desde donde se analicen, podrán favorecer o no a los
concejales y concejalas de la coalición de izquierdas, pero lo que parece cada
día más claro es la precariedad en la que quedó el hoy exiguo gobierno
municipal.
En mi opinión, faltó cintura para mantener en el gobierno a
los dos electos de Esquerra Unida, pues a pesar de las acusaciones públicas
entre unos y otros y la decisión final de remodelar el gobierno sin su
presencia, los votos de ésta organización eran y son necesarios para afrontar
ese hipotético proyecto de cambio que se ofreció en la campaña electoral.
Ahora, con los electos de Esquerra Unida en la oposición, nos
encontramos con posiciones, no dispares, sino enfrentadas. No voy a hacer
ninguna valoración sobre el papel que jugó y juega Esquerra Unida, pero
considero que la debilidad en la que se encuentra hoy el gobierno municipal
corrobora más si cabe mi afirmación sobre la falta de cintura política.
El apoyo crítico pero mantenido del PSPV-PSOE no va a ser
suficiente ( 3+2+1 + 3 suman solo 9, y se necesitan 11 votos para sacar
adelante proyectos fundamentales como por ejemplo el Presupuesto Municipal,
instrumento básico para planificar y diseñar una agenda política de cambio y
avance). El enésimo episodio ha sido la negativa a aprobar una moción de
Esquerra Unida sobre uno de los puntos que figuraban en el acuerdo que
posibilitó el nuevo gobierno: la auditoria. Y sin entrar en la conveniencia,
necesidad u oportunidad, nuevamente se ha carecido de la cintura o carácter
político: la moción se podría haber aprobado para posteriormente acordar su
gestión institucional y administrativa, y esto no era ni es una concesión
excesiva pese a que así aparentemente ha podido ser interpretada, a la vista de
los acontecimientos.
Lo que ahora tenemos es, desde mi punto de vista, un gobierno
abiertamente institucionalizado y enrocado en una posición de resistencia únicamente
sustentado por acciones individuales dependientes de la impronta o el carácter
de las personas que están al frente de las delegaciones. Mi impresión, es que
se está a la espera de conseguir los apoyos o el consentimiento del resto de
grupos para poder sacar adelante nuevos proyectos ( muchos de los que se
publicitan como nuevos provienen de la pasada legislatura). Si el actual
gobierno municipal quiere, debe poder. Y debe poder porque tiene una
responsabilidad que trasciende incluso a las personas que lo componen:
diferenciar su gestión con claridad de la realizada por el Partido Popular más
de veinte años. Y esto, no solo se hace con “talante” o decisiones personales,
se lleva a cabo de forma normativa: aprobando instrumentos que incidan
directamente en el presente y en el futuro de las personas que viven en El
Campello.
Creo que debe darse un salto cualitativo urgente, y el
gobierno actual tiene la obligación de plantearlo y gestionarlo pues para eso,
y no para seguir una inercia marcada, accedió al poder.
Otra cuestión es el papel que quiera o pueda jugar el
PSPV-PSOE, cuyo apoyo está siendo estable pero que más pronto que tarde debería
clarificar su posición como partido que ha gobernado y cuyo objetivo político e
institucional debería ser volver a hacerlo, si su compromiso está con el
progreso de El Campello.
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