La retirada de la ayuda de los 426 está yá suscitando las primeras imágenes e históricas dramáticas. Y esto no ha hecho más que empezar. La ausencia de recursos económicos, la falta de empleo y la inexistencia de una red institucional de asistencia social verdaderamente eficaz, nos aboca a una situación donde la tan nombrada cohesión social va a empezar a resquebrajarse.
El paro estructural no tiene una solución fácil pues partimos de un sobredimensionamiento del consumo propiciado por las entidades financieras y los especuladores ( los mismos que siguen gozando de la admiración y el trato preferencial). La formación no llega a tod@s ni es, hoy por hoy, el instrumento de reinserción laboral. La educación sigue abandonada e incluso en el filo de la navaja de la privatización ( más precariedad). Y al Estado sigue sin llegarle la sábana a los pies pensando en cómo reaccionarán los "malditos mercados especulativos". Nadie le pone el cascabel al gato.
Las voces que acusan al PSOE de ser culpable se multiplican, y no sin razón. Una dirección donde el debate, la discusión o la autocrítica no existe. Un Gobierno atenazado por la mirada de los especuladores propios y extraños ( los especuladores del mercado y los especuladores socios de la unión europea como Francia y Alemania), y una sociedad anestesiada pero que empieza a despertar, por necesidad.
Los estallidos de conflictividad social provocados por la penuria económica no van a tardar en llegar. Y cuando lleguen, el "sistema" se defenderá del nuevo lumpen que el mismo ha creado ( parad@s, emigrantes, jóvenes sin primer empleo, jubilados empobrecid@s...). Y utilizará los medios que le sirven: medios de comunicación creadores de opinión, policía, etc.
Muchas voces claman la necesidad de un cambio. ¿Qué cambio?, ¿la derecha?. La derecha de éste país es, no cavernícola, sino profundamente bananera. La derecha tiene como objetivo final la "novoexclavitud agradecida" de la clase trabajadora. Una clase que "debe estar infinitamente agradecida" al patrón y al señorito del traje a rallas que seguramente ocupará el sillón de La Moncloa. Pero clar, ¿cual es la alternativa?. La alternativa es apoyar los programas de izquierdas, la unidad de las fuerzas de izquierdas, a l@s candidatos que hablen claro y digan lo que piensan y no lo que les dicen que digan. Apoyar, desde una actitud absolutamente crítica, a la izquierda siempre y cuando se asuman compromisos con esa sociedad a la que dicen querer representar. Despues, ya llegarán los procesos en los que los ahora líderes podrán ser cambiados. Pero para eso, es necesario que la protesta se transforme en concienciación y ésta en militancia, para que cuando llegue el momento podamos decir: ahora, nos toca a la izquierda tripular la nave. Sustituir a líderes que no han dado la talla, que se han escondido tras la indiferencia o la pasividad ante lo invisible, es necesario. Hay que poner en la primera fila a las personas que asuman con valentía que los problemas de l@s trabajadores y trabajadoras, son nuestros problemas. Los demás, a contemporizar con la historia y con el olvido.
Salud y Socialismo.
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