Desde el
rechazo más absoluto al pacto establecido entre Decido y la derecha en minoría,
me gustaría apuntar algunas cuestiones sobre las que, o se está pasando de
puntillas o, simplemente la bisceralidad está condicionando su visión.
En primer
lugar, no se debería comparar, en términos absolutos a Marita Carratalá con
Vicente Rubio. La primera, representante de un partido político (Decisión
ciudadana, organización escindida de UPyD, por su derecha en mi opinión) y el
segundo, tránsfuga que, llevándose el acta, abandono el gobierno tripartito
para dar a la derecha la mayoría.
En segundo
lugar, resulta evidente que la operación carece de contenido político y sí de
interés pecuniario, por un lado, y de interés partidario en el caso de la
derecha que no pudo obtener en las urnas el apoyo suficiente como para gobernar
en minoría. Eso de, “lo hacemos por el pueblo” es un argumento vacío que
utilizan los que carecen de ideología y principios y necesitan argumentos a su
aburrida retórica.
En tercer
lugar, los insultos que alguno de los excelsos miembros de la corporación
propinaron durante el Pleno son exabruptos que definen a quien los hizo,
olvidando su propia historia ( de lo más truculenta: de ser apoyo de la ex
secretaria general, a concejal a sueldo, pasando por diferentes vicisitudes hasta
su adscripción al equipo “victorioso” que es hoy el grupo socialista, por
ejemplo)
Y en último
lugar, decir que, no se puede mentir de forma gratuita, aseverando hoy que no
se pactó por desconfianza a la hoy aliada de la derecha, cuando los argumentos
fueron otros: desconfianza al PsoE por un lado, y escasa o nula voluntad de
gobernar por otro, por incapacidad o insolvencia política.
Es del todo
torticero que ahora se utilicen argumentos tan “estomacales” carentes de
cualquier análisis. Si hubiese primado el análisis y la autocrítica, más de uno
tendría que haber hecho las maletas al día siguiente de las elecciones.
Siento
haberme extendido, pero creo que los últimos acontecimientos merecen un análisis
menos acalorado, e igualmente, considero
que la ausencia de autocrítica, y la más que manifiesta incapacidad de
la oposición ( tenemos, por ejemplo, los Presupuestos, donde las propuestas sólo
las conocen ellos, y proceso en el que fueron incapaces de presentar un
proyecto alternativo) para asumir, ni sus miserias, ni sus limitaciones. Estoy
de acuerdo en que falta una opción que supere la actual situación, pero esta,
si no ocurre un seísmo orgánico en los partidos políticos, pasa por la toma de
responsabilidad de la ciudadanía. Una opción donde el que tenga trabajo, no
cobre por su acción política institucional, y el que no lo tenga, no pase del
salario mínimo interprofesional, por ejemplo, y entre otras cosas. Una opción
donde la democracia no se mida únicamente en mayoría y minorías, sino en
participación y debate. Una opción en la que los proyectos estrella sean los
que necesita un pueblo sin servicios a las familias, sin estructuras que
potencien el pequeño comercio, y el empleo de los jóvenes, por ejemplo. En
definitiva, una opción de izquierdas, donde converjan ideas, ideales e ideología,
donde confluyan proyectos e iniciativas, todas ellas, encaminadas a potenciar
la solidaridad y la justicia social, más allá de la obediencia a unas siglas.
Gracias por
la paciencia, pero es éste es un debate intenso donde hay mucho que decir y
mucho que hacer.
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