martes, 17 de abril de 2012
LA COMPETITIVIDAD.
El concepto de competitividad que el sistema impone y sobre el que gira el perverso discurso de las estructuras públicas y privadas del capitalismo se fundamentan en el incremento del beneficio, única y exclusivamente.
El nuevo y agresivo marco laboral impuesto por la extrema derecha sigue la premisa de, cuantos menos gastos más beneficios y así lo regula precarizando a los trabajadores y trabajadoras en beneficio de la rentabilidad privada.
La izquierda acepta y asume como propio ese discurso perverso de la competitividad basada en el beneficio, y vacía de contenido su propio bagaje histórico e ideológico. Acepta sumisamente que la educación y los servicios sociales, la educación y la sanidad debe “reformarse” para que este santo país sea más “competitivo”. Y esa dinámica debe romperse definitivamente, y debe ser la sociedad, la militancia de base la que imponga el giro hacia posiciones de reparto de la riqueza y el bienestar como nuevo concepto de competividad frente a la unilateralidad de los beneficios. Debe ser la militancia la que rompa la perversa dinámica impuesta por las cúpulas dirigentes y tomar las estructuras de los partidos de izquierda, desde el objetivo de la unidad programática. De lo contrario, seguiremos fracasando y perdiendo batallas frente al capitalismo financiero y político.
Banca pública, reforzamiento de los servicios públicos, impulso del control público del tejido productivo, la corresponsabilidad de los y las trabajadoras a través del avance de la autogestión pueden ser instrumentos que rompan la dinámica y propicie el giro hacia un sistema más justo, igualitario y solidario.
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