Qué hacer contra la endogamia de los partidos políticos
mayoritarios. Esa es la pregunta que la sociedad no se está planteando. El
terror capitalista, el mismo que condena a los trabajadores a la miseria, a sus
hijos al hambre y al embrutecimiento, y a la clase trabajadora en general a la
supervivencia y a la sumisión, suprime la capacidad de cuestionar y criticar
porque hay una prioridad: sobrevivir.
La retórica, el filibusterismo y la demagogia han sustituido el debate, la autocrítica y la
ideología. Y mientras tanto, la sociedad sigue “confiando” en que la “cosa se
arreglará”. La inconsciencia colectiva nos llevará inevitablemente a la miseria
más absoluta, sin remedio y sin que se vislumbre una solución más allá de los
discursos institucionales que continúan poniendo, por encima de todo, a la
institución frente al sufrimiento de los ciudadanos y ciudadanas.
Personalmente
considero que la solución no es la política (política entendida como la
actividad que nos imponen los partidos cargados de intereses), sino la
ideología. Ese término tan denostado, tan vejado por los interesados en anular
el debate. La ideología entendida como ese compendio de ideas, experiencias y
reflexiones que ha llevado a los trabajadores a entender el presente y ver el
futuro como algo propio y no como algo que se delega en las urnas. Sí, cuestiono abiertamente el
sistema en el que vivimos, porque no representa más que a las élites creadas en
los partidos en función de intereses y no de ideas, de personalismos y no de
programas, de intereses y no de compromisos. Y sí, creo que el sistema, en su
totalidad, debe ser sustituido por otro. ¿Cuál?. Esa pregunta nos devuelve a la
ideología.
La democracia tutelada por el franquismo nos condujo al
callejón donde hoy vivimos. El sistema electoralista en el que las
instituciones son autónomas frente a la ciudadanía fue impuesta por los mismos
poderes facticos que hoy se solapan y dirigen desde la sombra ( monarquía, oligarquías
financieras, especuladores, iglesia, etc). Ese mismo sistema que hoy propicia
que una mayoría imponga sus decisiones a un país doblado por el dolor ( dolor
consentido por la aceptación sumisa). Y
lo más desesperante es que la corrupción también fue impuesta como parte de la “naturalidad”
en nuestra sociedad.
La autoorganización social, la clase trabajadora organizada
de forma horizontal, verdaderamente democrática es la única solución. Y ya lo
dijeron aquellos “locos” que se atrevieron a levantarse en rebelión contra la
esclavitud y la explotación: el
socialismo es la única salida digna de la gran mayoría de la sociedad. Y digo
socialismo y no del Partido Socialista, que renunció a todo por el poder,
incluso a representar a los obreros y trabajadores en defensa de los poderosos
y explotadores.
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