El gobierno
se plantea prolongar más la vida laboral ( ¿Qué vida laboral y de quién?) hasta
más allá de los 67. El estilo americano, en el que los ancianos deben trabajar
para sobrevivir se está imponiendo. Una medida ( una más) que viene impuesta
desde el norte de Europa para mitigar las quejas por el enorme déficit del
Estado.
Ampliar la
vida laboral hasta que se pueda, recortar prestaciones por desempleo,
incrementar tasas universitarias, recortar derechos económicos y sanitarios
completan un escenario claramente, no preocupante, sino cabreante al máximo por
lo arbitrario de las medidas en las que, abiertamente, se priman los intereses
de esos mercados especulativos frente a cualquier otra cosa, incluida la vida
de los ciudadanos.
El sistema
de pensiones es claramente sostenible, siempre y cuando la financiación no se
limite a las aportaciones de trabajadores y empresas. La fiscalidad en éste país,
rompió el principio de la redistribución y la progresividad desde el mismo día
que ese párrafo se redactó en lo que ya es papel mojado: la constitución.
Evidentemente, la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones no depende
exclusivamente del mercado laboral, porque si nuestra fiscalidad aportase también
al mismo, ya no estaríamos hablando del problema.
Asistimos a
otra agresión a nuestros derechos, y siempre será la enésima, pues éste
gobierno, apoyado en las guías que el gobierno del PsoE proporcionó con su sumisión a los
especuladores ( que ahora el PsoE proteste por una puerta que ellos abrieron me
parece sonrojante), no tiene límites, excepto el que la ciudadanía pueda
plantear, y éste está por venir.
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