Hace unos días
escribía yo en el blog que uso para mi personal desahogo, preguntándome porqué
en el pueblo donde vivo no hay becas para libros y material escolar. De buena
tinta se que ese escrito fue leído por alguien que considera que no estoy bien
informado por afirmar lo que afirmo. Evidentemente, reconozco que tengo la
información que tiene casi todo el mundo sobre lo que acontece en la “caverna”
municipal, gracias a la necedad de quienes dirigen el consistorio. Necedad,
porque consideran que todos y todas tenemos la obligación de “pedir” información
si queremos saber algo, cuando es al contrario: ellos, cargos electos y, por
ende, representantes temporales de una parte de la ciudadanía, tienen la
obligación de dar toda la información que posean ya que no les pertenece a
ellos, sino al pueblo ( aunque no lo sepa el pueblo).
La cuestión
es que, efectivamente sí se ayuda a un número de niños y niñas en cuanto al
transporte y el comedor pero, ¿a quién?. Si el criterio es la renta, deberían
incrementar las partidas para así cubrir la totalidad de necesidades. Si el
criterio fuese la de cubrir un derecho, tendrían que multiplicar el presupuesto
para cubrir a la practica totalidad de niños y niñas con padres mileuristas que
sufren para llegar a fin de mes.
Evidentemente,
el concepto derecho no es un término que la derecha tenga claro, pues para
ellos, solo existen ayudas, o lo que es lo mismo, limosnas.
Los
derechos de los niños a una educación pública y gratuita (¿gratuita?, cuando
solo en libros se van una media de seiscientos euros…) deben ser garantizados
por la administración. Y si la que tiene las competencias no lo hace, la que
tiene la obligación, si.
Recuperar,
con fondos municipales ( en detrimento de otros menesteres menos, digamos,
necesarios) el bono libro para la totalidad de niños y niñas es una urgencia a
la que la derecha gobernante no parece querer dar respuesta más allá de la
ayuda limosnera. Evidentemente, si algún miembro de la derecha lee esta humilde
opinión, pensará que son propuestas irrealizables, fruto de una mente enferma
que, por supuesto, no tiene ni idea. Pues no señores de la derecha local: ni
son irrealizables, ni me mente está más enferma que la de muchos de mis
convecinos. Simplemente hay que recuperar la vocación frente a la profesión (mal
realizada, además). Que un pueblo de treinta mil habitantes deje a una familia
sufriendo por tener que pagar libros y comedor ( además del IBI, que también
viene éste mes), es una muestra de la categoría de los políticos que dicen
representarnos: menos que nada.
Su opinión
me es indiferente, y si difiere de la mía, evidentemente estoy orgulloso, pues
eso significa que existen diferencias.y que no todos somos iguales: unos
creemos en los derechos, y otros se creen en el derecho de pensar por nosotros.
No me
siento adversario, me siento enemigo, pues sus acciones y su ideario
representan todo lo que aborrezco y lo que combato desde que casi tengo uso de
razón. Con esta derecha no sirven talantes ni pactos. Lo único posible y
decente es devolverlos a su lugar natural: la oposición de por vida.
Evidentemente
mis palabras serán interpretadas como un atentado a la democracia, pero, ¿de qué
nos sirve votar para que los electos hagan (sin dar razones ni argumentos) lo
que les convenga y venga en gana? Eso, no es democracia. Eso es, simplemente
una falta de respeto.
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