Dentro de unos días, la “pesadez”
de la campaña dejará paso al silencio de la reflexión: la ciudadanía tendrá
que, o ratificar su intención o decidir. Y esa decisión tendrá diferentes motivaciones,
todas ellas legítimas pero con efectos diversos.
Es una evidencia que el panorama
electoral no es en absoluto similar a 2011: hay opciones políticas que han
emergido con una fuerza que, pese a que pueda parecer un fenómeno sorprendente,
es fruto de un sistema hasta el día hegemonizado por dos opciones mayoritarias.
Los nuevos han venido para quedarse y su efecto, tanto en el caso de la “nueva”
derecha, como de la izquierda heredera de los movimientos de contestación
ciudadana del 15M, van a ser positivos. En el caso de la nueva derecha
(Ciudadanos, a la que atribuyo el papel de nueva derecha a la vista, por
ejemplo, de su programa económico de claro corte neoliberal) viene a “regenerar”
a la vieja derecha: a modernizar el centro derecha con un discurso en lo social
de corte liberal pero sin desprenderse del todo de viejos tics. La izquierda
aglutinada como catalizador en torno a las exigencias ciudadanas de más y mejor
democracia, de más derechos y justicia, ha avanzado en detrimento no solo del
aspecto electoral, sino del espacio político de la izquierda y centro izquierda
tradicional. No obstante, los efectos inmediatos ( a largo plazo creo que nadie
es capaz de aventurarse a una predicción ya que ésta estará en función de la
actividad pública e institucional que ambas desarrollen tras las elecciones)
son, al margen de positivos hacia las viejas estructuras partitocráticas
anquilosadas y prisioneras de los intereses de sus élites, inciertas en cuanto
a los equilibrios y viabilidad política tras el día 20.
En mi opinión, existen ( como
decía) motivaciones diversas a la hora de decidir el voto: a quién, porqué y
porque no. Entre éstas motivaciones están las emociones. Éstas, han decantado
el voto de protesta; el voto contra el sistema extractivo que ha gobernado periódicamente éste país
hacia una opción (Podemos) que es fruto de una magnifica estrategia política (
asumiendo el discurso de la desafección y haciendo suyos las exigencias de más
y mejor democracia y más justicia frente a los especuladores) pero que puede
ser al mismo tiempo victima de la política real. Si el objetivo es un cambio de
gobierno, ¿Es útil votar a los emergentes?. Desde el legítimo punto de vista de
las emociones ( a favor y en contra) evidentemente sí: cumple las premisas de
satisfacción que el ciudadano busca con su voto. Pero, ¿desde el punto de vista
racional de la ecuación de costos/beneficios ( que definen otra de las opciones
que definen las decisiones a parte de las enmueradas);?. ¿Si se vota a Ciudadanos, tiene opción éste
partido de gobernar?. Según los datos demoscópicos, no: pero la suma ( directa o
indirecta) sí permitiría a la derecha ( siempre según los pronósticos demoscópicos,
insisto) seguir en el gobierno aunque, evidentemente, no de la misma manera(
condicionado por los planteamientos desde la oposición de un “socio” legítimamente
ambicioso). ¿Y si se vota a Podemos?. Podría ocurrir ( siempre en función de la
estrategia a medio y largo plazo de ésta formación política) que la excesiva
perdida de representación del PSOE tenga como resultado que la suma sea
imposible y, por lo tanto, siga gobernando la derecha. ¿Esto supone que hay que
votar al PSOE en detrimento de Podemos?. No. Esto supone que lo deseable sería
que el voto socialdemócrata le diese la suficiente representación para poder
sumar con Podemos.
Es cierto que el PSOE ha perdido
apoyo electoral a favor de Podemos, y Podemos se ha dejado querer, insinuando
que su estrategia era deteriorar al PSOE para ocupar su espacio. Este objetivo
no es probable que se produzca porque pese a la más que presumible bajada del
PSOE, el suelo electoral del tradicional partido socialdemócrata sigue siendo
alto debido a las características de los votantes fieles que ha consolidado.
Luchar por desbancar de una forma radical al PSOE es un suicidio, no para
Podemos, pero si para las posibilidades de un cambio real: el argumento de
Podemos de que el PSOE es más de lo mismo es falso, pues la coyuntura es, tan
radicalmente diferente que ineludiblemente éste partido va a tener que adaptarse
a una situación cualitativa y cuantitativamente diferente: ya no habrán
mayorías y si desea recuperar algo del espacio perdido deberá recuperar
igualmente el carácter socialdemócrata en detrimento del social liberal que ha
desarrollado en demasiadas ocasiones.
Como decía ( y termino) la
decisión racional basada en la ecuación de costes y beneficios podría ser
planteada de la siguiente manera ( en mi opinión): ¿qué costes tiene votar al
PSOE a sabiendas que la situación ni es, ni será la misma que antes del 20D?.
Quizá la renuncia a parte de la emotividad como condicionante del voto y una
racionalidad en cuanto al objetivo de desbancar a la derecha, como beneficio.
La opinión es libre, y cada cual
decidirá emocional o racionalmente ( o en una combinación de ambas), pero como
la cuestión es expresar una opinión fundamentada en razones y no sólo en
emociones, mi resumen es: votar a Ciudadanos, propiciará la continuidad de la
derecha. Votar a Podemos en “demasiado” detrimento ( y basado en un discurso
emotivo pero poco concreto en lo posible o viable dada la coyuntura
supranacional que nos condiciona) del PSOE, propiciará igualmente que la
derecha continúe gobernando. La decisión no es fácil, pero estoy seguro que,
pase lo que pase, cada uno de nosotros habrá acertado y sólo el tiempo dará o
quitará razones a la reflexión crítica y vigilante que se producirá a lo largo
de la legislatura: todo ha cambiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario