El año 2014
nos traerá unas nuevas elecciones europeas. Europa, a diferencia de lo que
ocurría en la década de los 80, es el problema ( en esa década España era el
problema y Europa la solución, en el marco de un ideario exento del debate que
se precisaba para definir la apuesta europeista, principalmente, de la social
democracia española).
Los
diferentes partidos políticos afinan sus estrategias, no ya como una
alternativa, sino como un plebiscito nacional. Ese condicionante ampliará la
hipoteca social y económica del sur de Europa, pese a que los resultados de
algunos puedan ser valorados unilateralmente como positivos: el resultado para
la sociedad será negativo.
La “reconstrucción”
del socialismo español, fruto de una conferencia política cuyo único mérito fue
la recuperación del reformismo, obvió de forma clara cualquier estrategia que
no fuese su propia independencia electoral. Ese continuismo “felipista” no
puede ser confundido como una reconstrucción, sino como una adaptación del
proyecto de derecha social liberal por el que el PsoE optó en la década de los
ochenta y al que no parecen decididos a renunciar los dirigentes del partido
socialista.
La
verdadera “reconstrucción” de un proyecto de izquierdas debería haber sido la
recuperación de la idea de bloque social y político, pero evidentemente, para
ello debería haber recuperado su compromiso con la clase trabajadora como base
social del partido, abandonando las posiciones centristas cuyo único objetivo
era ocupar el espacio dejado por la
UCD , y conseguir el poder, a costa de la degeneración del
proyecto socialista.
Sin ésta
recuperación ideológica es imposible la confluencia programática y, mucho menos
la electoral con la izquierda: si no se reconoce la pluralidad de la izquierda,
la necesidad de superar el “presidencialismo” en beneficio del debate
colectivo, y la recuperación de los principios ideológicos de clase a los que
se renunciaron en beneficio de un erróneo y falso interclasismo que propició la
hegemonía ( hasta nuestros días) de una posición social liberal.
Evidentemente,
corresponde solo al PsoE realizar esa reflexión autocrítica que propicie la
reconstrucción de un proyecto que realmente fuera útil, no a las élites, sino a
la ciudadanía. Pero esa autocrítica y reconstrucción deberá esperar pues los
intereses electorales priman.
En las
elecciones europeas, la social democracia española parte con una hipoteca
fundamental: la posición de la social democracia alemana. Si se pretende, o si
el objetivo es que ese partido lidere el parlamento europeo, ¿Qué programa político
se presenta ante la ciudadanía?,¿la continuidad de las políticas que defienden
a los especuladores frente a los derechos ciudadanos?. El discurso podrá decir
lo contrario, pero la realidad política nos indica claramente cual va a ser el
futuro: una social democracia al servicio de los mercados y, por tanto, la
imposibilidad de un giro en la política de construcción de un verdadero espacio
social europeo.
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