A lo largo
de la década de los ochenta, la visión idílica de una Europa salvadora nubló la
visión de una sociedad que pensaba (anhelaba) la integración en una Comunidad
en la que veía ( se nos vendía) la solución al “problema de España”.
Es endémico
el sentimiento de que lo de “fuera” es mejor que lo de “casa”. Y ese endemísmo,
aderezado de la desinformación necesaria, hizo que la integración de España en
la antigua CE fuera recibida en nuestro país con un acriticísmo del que vienen
lo lodos en los que vivimos.
El proyecto
de Europa para España era claro: desintegración del tejido productivo para
fortalecer la dependencia hacia los países del norte. Y ese proyecto cristalizó
en las medidas que se tomaron: liquidación de las empresas públicas ( Iberia,
Renfe, Correos, banca pública, telefonía, etc) y la desintegración de sectores
como el naval, minero, hidrocarburos, suministro de energía, etc. En
definitiva, España se convertía –al igual que otros países del sur- en un país
de servicios, donde el terciario se convirtió en el único sector posible y
consentido por la Europa
de los mercaderes.
Muchas
voces advirtieron y denunciaron la perversidad del sistema, pero ese mismo
sistema, a base de propaganda ( los medios de comunicación ejercieron como
nunca de instrumentos de persuasión social) “convenció” a la sociedad de que
era el único camino posible. Ahora vemos que el camino estaba lleno de trampas.
En el mes
de abril seremos convocados para las elecciones al parlamento europeo. Ante esta
convocatoria, la sociedad española se enfrenta a una crítica decisión: optar
por la derecha austericida, por la social democracia sin ideas y sin voluntad
de cambio ( hipotecada por los pactos proteccionistas de sus “hermanos”
alemanes con la derecha) y una izquierda que no consigue hacer ver a la
sociedad que el cambio es una urgencia.
Lo cierto
es que en éstas elecciones nos jugamos más que unos cuantos diputados o
diputadas en el parlamento de Estrasburgo: nos jugamos construir una verdadera
alternativa que anteponga los derechos ciudadanos a los intereses de las
oligarquías financieras.
Será
curioso ver como se desarrolla la campaña de las europeas, pues los eslóganes
van a servirnos para ver y analizar el cambio real que las organizaciones
proponen. Será curioso ver si los partidos mayoritarios, principalmente la
socialdemocracia, apuesta por una verdadera ruptura con la Europa que ha sumido a
nuestro país en la miseria. En mi opinión la única alternativa posible es la
ruptura con la Europa
del capital ( y sus instrumentos: BCE, FMI, BM…) y la apuesta inequívoca con la Europa social, con la
consiguiente reconstrucción de un estado del bienestar comunitario donde no
existan, por ejemplo, derechos diferentes en función del país en el que se
vive. La coyuntura es complicada.
Angel
Sánchez Sánchez
Ex Concejal
del Ayuntamiento de El Campello.
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