La
partitocracia de la alternancia sigue dando la espalda a la sociedad. Lxs
ciudadanxs consideran a la política como un problema y no como una solución a
sus anhelos y necesidades. La clase trabajadora, subyugada por una regresión en
sus derechos sociales y económicos, se resigna a vivir de rodillas ante la burguesía
capitalista. Y todo ello en un clima de involución perversa que condena a la
mayoría a la dictadura de una minoría. Eso es el sistema democrático: una
perversión convertida en norma y normalizada en función de los intereses de clanes
todo poderosos.
La victoria
de la derecha no ha sido en las urnas ( que también), sino que ha sido fruto de
un arduo trabajo mediático, educativo y económico que ha sustraído la poca
conciencia que pudiera quedar en una clase obrera alejada de las organizaciones
tradicionales por haberse convertido éstas en un mero eslabón de la cadena de
la explotación. La derecha ha ganado la batalla de las conciencias y, si nada
lo remedia, la guerra de las ideas. La aportación de la socialdemocracia
español, ha si fundamental en la ceremonia de la confusión
política en la que los que pescan son los mismos que pescaban hace cuarenta
años.
El
sistema electoral español propicia y refuerza un sistema que beneficia a una
nueva clase social: los dirigentes políticos. Contra esto, ha surgido un
movimiento social que empieza a ver como sus propias contradicciones les sitúan
ante un nuevo escenario: la necesidad de dotarse de instrumentos de lucha. El
sistema, como es obvio, se defiende de lo que considera una involución,
utilizando los mecanismos aceptados por la sociedad como “de seguridad”. Las
fuerzas de “orden” y “seguridad” garantizan a la burguesía arribista y a los
clanes capitalistas sus “propiedades” incluso si éstas ya no producen
rentabilidad alguna: el objetivo es que lxs ciudadanxs no puedan
autoorganizarse y demostrar que determinadas estructuras del estado sumiso son
innecesarias y sustituibles por la autogestión de lxs de abajo.
La pregunta
que muchxs se plantean es, ¿ y ahora qué?. Pues ahora llega el momento de la
política, de la resistencia, de las ideas. Hacer frente a la realidad impuesta
es una revolución que todxs debemos hacer y que debería reconducir a un sector
de la sociedad ( el que todavía mantiene un cierto nivel de conciencia) hacia
posiciones de resistencia. La pedagogía, junto a la información y la formación,
acompañada de una estrategia de movilización permanente debe conformar la
estrategia de lxs que consideran que la perversidad del sistema debe propiciar
su derrocamiento y su sustitución por otro donde la justicia, la igualdad, la
solidaridad y la democracia primen frente al individualismo, el egoísmo y el
beneficio inhumano.
En el
debate político, todo va a estar a expensas de la puesta en practica de los
principios éticos y de los planteamientos rupturistas que se puedan plantear
para que el ejemplo acerque a la ciudadanía al debate político. Seguir haciendo
el “caldo gordo” a un sistema podrido e inhumano, intentar liderar o
vanguardizar el movimiento de resistencia o controlar a los movimientos
ciudadanos, en nada beneficiaría la convergencia programática a la que
inevitablemente está condenada la izquierda alternativa e inevitablemente
anticapitalista: no hay otro camino.
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