Efectivamente,
los Mayas se equivocaron, pues el fin del mundo, de ese mundo que conocemos y
sufrimos no se ha producido. Pero, ¿y el futuro?. El futuro, los Mayas no lo
vieron pues el tribalismo fue sustituido siglos después por el capitalismo,
algo que no pudieron predecir.
El pueblo
de El Campello vive un “fin de era” desde hace años. Más o menos unos tres
lustros: más o menos desde que el “extremo centro derecha” asumió el gobierno
del Ayuntamiento. De aquella década marcada por el despilfarro suntuoso a los
lodos en los que vivimos.
El actual
gobierno municipal, minoritario pero al fin y al cabo gobierno, no ha sido
capaz de aprobar el presupuesto municipal ( como vengo manteniendo desde hace
tiempo, el máximo proyecto que un Ayuntamiento tiene para diseñar un programa
de trabajo cada anualidad) y creo que la cosa pinta mal para poder aprobar el
de 2013. La premisa de la austeridad es asumida por los mandatarios municipales
como un axioma irrefutable pese a la solvencia de las cuentas municipales (
solvencia que, pese a quien le pese, se debe al esfuerzo de la ciudadanía y de
los y las trabajadores y trabajadoras municipales. Los primeros por sufrir el
incremento de impuestos y los segundos por sufrir una disminución en sus
retribuciones). No parece que las políticas de empleo, las políticas dirigidas
a los y las jóvenes (¿qué pasa con los y las jóvenes que deambulan por nuestras
calles, sin rumbo y, lo que es peor, sin futuro ( si son hijos de obreros)?).
No parece que los recortes en educación perpetrados por el Gobierno central y
el Autonómico vayan a ser compensados a través de políticas municipales. No
parece que el Gobierno Municipal tengan claro el rumbo de nuestro pueblo, y
eso, es muy grave.
No se
cuanto durará el gobierno municipal, pero considero que un ejecutivo municipal
sin rumbo, sin políticas claras ( dejarse llevar parece su máxima), y con ese
aire de soberbia deba tener futuro. Y eso depende de todos y cada uno de
nosotros: del nivel de compromiso que asumamos con el futuro de nuestros hijos
e hijas.
Por otro
lado está la oposición, pero esto es harina de otro costal, pues para que las
organizaciones que forman parte de la oposición mayoritaria sean útiles a la
ciudadanía, primero tendría que producirse un verdadero punto de inflexión en
el que el “ombliguismo” y la perversa
endogamia que padecen fueran sustituidos por una inequívoca voluntad unitaria,
por una estrategia colectiva donde el interés colectivo fuese prioritario
frente a intereses internos, partidarios, laborales, etc. Mientras esto no se
produzca solo nos queda la auto organización, la creación de plataformas
ciudadanas, de comités de resistencia que se enfrente de forma contundente a
los caprichos de un gobierno que, por inactivo, nos conduce a todos y todas
hacia el abismo más profundo: la resignación.
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