El “Barcenas
gate” está de moda. Este individuo ha actuado como ha actuado la derecha económica
de éste país a lo largo de la historia ( antes, incluso, bajo palio). La
izquierda institucional clama con toda razón que se deben dar explicaciones.
Pero la derecha bajo ese “otro palio” que son la urnas, se blinda contra
cualquier petición de explicaciones: ellos son los elegidos, la mayoría
absoluta les concede la licencia para profundizar en el golpe de estado de “derecho”
que están desarrollando de forma progresiva y sin piedad.
La
izquierda institucional, no obstante, debería mirar para sus adentros y depurar
la “micro corrupción” que se da en sus propias filas. Los amiguetes colocados
en los grupos institucionales, que siendo legales, no son éticos. Los arrimados
que gozan de salarios públicos por el hecho de pertenecer a una u otra familia.
En definitiva, para rearmarse de razones, deben recuperar la ética que propició
el nacimiento del PSOE en el Estado Español.
La derecha pretende,
con gestos baldíos de cara únicamente a la galería, limpiar su imagen sin
levantar las alfombras de sus lujosos salones donde la corrupción es algo
innato y genético. Y la ciudadanía, por mandato de quien dirige la
superestructura del estado, asumirá, tarde o temprano que la corrupción es
innata a la política cuando lo que realmente es lo contrario. Y eso, además de
los discursos vacíos de la dirigencia de la extrema derecha utilizando el la
inevitabilidad de destino, aborregará más si cabe a una ciudadanía acobardada y
que intenta subsistir por encima de las definiciones macroeconómicas, los tipos
de interés y demás verborrea cuyo único objetivo es subyugar a una sociedad
hundida en la miseria.
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