El sistema
se sirve, como todos y todas sabemos, de los medios de comunicación,
convertidos en medios de creación de ideas, para someter a la ciudadanía a sus
objetivos. Uno de esos discursos es el fracaso del socialismo tras la caída del
muro y de los regímenes mal llamados socialistas.
A pesa de
los logros sociales más que evidentes de los regímenes llamados socialistas, no
podríamos apostar por una traslación histórica de los sistema represores que se
conformaron en torno a la Unión Soviética.
La revolución Soviética tenía y tiene una lectura que debe estructurarse en
función de sus etapas y, evidentemente, desde sus condicionantes sociales (
sociedad feudal y atrasada). No obstante, las ideas que motivaron la mayor
rebelión de la historia de la humanidad, siguen vigentes: acabar con la
explotación del hombre por el hombre, el reparto de “a cada cual según su
necesidad”, y la corresponsabilidad de “ de cada cual según su capacidad”, el
control democrático que supusieron los comités (soviets) de obreros, campesinos
y soldados sobre cualquier poder central son ejemplos de que la autogestión es un
instrumento válido. La utilización de la retórica y la estética comunista no confería a los regímenes llamados "socialistas" una pátina de infalibles, sino todo lo contrario: su practica contradecía abiertamente las ideas socialistas y traicionaban la memoria de los ideologos que dieron su vida por una verdad: el socialismo el libertad. Es libertad contra la explotación, contra la manipulación, contra la injusticia. El control ( que no la posesión por parte de la clase trabajadora) de las estructuras productivas no resume el objetivo del socialismo y así debería ser entendido y argumentado en una reflexión que devolviese al pueblo la confianza en el socialismo, no como propiedad de unas siglas, sino como idea de lucha.
Evidentemente
la deriva de la Unión Soviética
hacia un comunofascismo es más que evidente, gracias a la egolatría de un
dirigente criminal que prostituyó los objetivos de liberación y justicia en pos
del culto a su persona como “máximo” valedor del espiritu revolucionario. La
muerte de millones de comunistas a manos del estalinismo y su perversa
interpretación y manipulación de la historia y las ideas que ilusionaron a la
humanidad no era ni puede entenderse como fruto de un sistema socialista. Los
mismos métodos ( a otro nivel) emplean los que entienden la libertad de prensa
y opinión en nuestra sociedad. Los que entienden que hay fuerzas por encima de
la democracia que la condicionan. La misma estrategia orientada a la supremacía
de las instituciones cargadas de privilegios sobre el pueblo.
No se puede
consentir que las ideas de liberación, justicia, igualdad y solidaridad de Marx,
Engels, Trostki, Lenin, Rosa Luxemburgo y demás históricos del movimiento
socialista sean vejadas y denostadas con el falso y torticero argumento del
comunofascismo estalinista. Es necesario que los que creemos todavía en esas
ideas como instrumento de lucha nos rebelemos y traslademos a la sociedad la
vigencia de las mismas, sin ortodoxias, sin doctrinas indiscutibles, desde la
libertad pero desde la contundencia que las mismas planteaban contra un sistema
que es el mismo: el capitalismo criminal.
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