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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 10 de octubre de 2015

ACTIVO O PASIVO: ESA ES LA CUESTIÓN.

Mucha gente ( no voy a pecar de soberbio, afirmando que es la sociedad en su conjunto) opina sobre los partidos políticos. Y es una opinión legítima, pues es el poseedor o poseedora del instrumento que confiere el papel que tienen esos partidos y coaliciones como representantes institucionales de la voluntad popular expresada un día determinado en función de unos criterios determinados ( o indeterminados, porque las emociones son pulsiones pero no criterios). Muchos y muchas consideran que es necesario acabar con la situación de deslegitimación a la que han llegado, a través de prácticas claramente endogámicas, los partidos que nos han representado desde la instauración de la democracia representativa en la que vivimos. Pero lo que esos y esas muchos y muchas no han valorado todavía es que, no solo en la jornada electoral se tiene la responsabilidad, sino que, si así se asume, se tiene de forma cotidiana. Me explico.
Una organización política, se fundamenta en el compromiso ( el que sea) de sus militantes. La democratización o no de una institución social de éste tipo no depende de un buen o mal resultado electoral: de éste, en todo caso, dependerá la adaptación del discurso y la sustitución o no de determinados líderes, pero no su dinámica interna en si. Para cambiar el rumbo de las decisiones en una organización democrática; dentro de ese modelo representativo en el que vivimos en el que el 51 se impone al 49, la decisión de participar ( al margen de las personas que estén o dejen de estar) es fundamental. La militancia, con la responsabilidad que conlleva, tiene en su mano cambiar, no solo líderes, sino líneas y programas políticos. De ahí, que uno de los primeros escalones que la ciudadanía tiene que subir ( si el objetivo es recuperar el protagonismo que el sistema le ha ido quitando hasta convertirla en mero votante, consumidor, cliente, etc)  es el compromiso con los partidos, coaliciones o movimientos políticos. Evidentemente, no es necesario estar en posesión de un carnet ( aunque sería lo ideal) sino de ese carácter crítico hacia los que hemos señalado ( con nuestro voto) como nuestros representantes, exigiéndoles de forma permanente, el cumplimiento de los programas; de un comportamiento ético, de una moralidad acorde con las ideas que defienden, etc. 

Ser un mero sujeto pasivo ( que es, resumiendo de forma basta lo que supone la democracia representativa), que adquiere protagonismo únicamente en períodos electorales, no va a propiciar un cambio sustancial, produciéndose en la mayoría de los casos una mera sustitución de personas ( que, emocionalmente nos caerán mejor o peor) pero no de políticas, que es lo que nos afecta. Convertirnos en sujetos activos requiere, evidentemente de un esfuerzo, y no todos están en disposición de hacerlo ( por voluntad o por preparación), pero los que si se ocupan y preocupan públicamente de las cuestiones cotidianas de la política, sí deberían involucrarse activamente en el cambio que anhelan o desean, empezando, como no, por ese partido político que suscita nuestro interés o que representa, en líneas generales, nuestras inquietudes ideológicas. De ahí vendrán cambios; solo de la delegación del voto, únicamente vendrán, siendo positivos, frustraciones y desilusiones periódicas. Yo, personalmente, he decidido asumir el compromiso que considero que tengo como ciudadano con el partido que creo que representa mis ideas, al margen de los que están o puedan estar; al margen de lo que se haya hecho o dejado de hacer creo que, abandonar el papel de mero opinador público es un compromiso que personalmente tengo que asumir sin más objetivos que incidir o aportar individualmente en la construcción, como mínimo, de esa cotidianidad más justa, democrática y aceptable para mi futuro y el de los míos.

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