A las gentes que nos autodefinimos como de izquierdas, nos
puede más un símbolo que nada. Alimentamos nuestro espíritu con símbolos de
todos tipo: viejos símbolos que despiertan nuestro recuerdos, añoranza y
romanticismo. Pero la pregunta, más allá de la emotividad que despierta una
bandera ( por poner un ejemplo), ¿Cuál es la propuesta que tenemos para sumar a
la causa que decimos defender?. En el “caso
catalán” los símbolos se han nutrido de un anti españolismo construido en un
alto porcentaje por el propio españolismo, pero ¿ en el caso de la república,
cual es la propuesta que tenemos para la sociedad?.
No hace mucho, los amigos de La Illeta tuvieron a bien
publicarme una reflexión escrita sobre la virtud cívica que, en resumen, no era
otra cosa que un alegato a favor de la construcción de una sociedad más
democrática, más allá del sistema electoral. Pues bien, los gestos que hemos
podido ver en representantes políticos enarbolando y, porque no decirlo,
apropiándose una bandera que no es solo de una causa, debería provocar un
debate sobre la efectividad o no de la exposición beligerante de símbolos que
han estado sometidos a la construcción de todos un imaginario negativo desde la
imposición política, cultural y violenta por un régimen y su post régimen.
La bandera tricolor no es patrimonio de ningún partido o
movimiento político: la bandera tricolor es un símbolo que debe llenarse de
contenido más allá de las emociones que suscite. Es necesaria una estrategia
pedagógica que sea capaz de combatir la imposición hegemónica que desarrollan
los medios e instituciones al servicio del sistema. Construir un sentimiento se
debería hacer, en primer lugar, combatiendo la ignorancia, y en segundo ( y no
menos importante) exponiendo que la tricolor no solo supone la desaparición de
la monarquía y su sustitución por una república, sino la extensión de un nuevo
espíritu ciudadano.
En mi opinión, como republicano convencido y militante, los
partidos y organizaciones que escenifican su legítima oposición a un régimen
impuesto, deberían desarrollar en la sociedad un trabajo pedagógico paralelo
que sume a la causa ciudadanos y ciudadanas responsables y comprometidos con el
cambio que se propone . Aconsejar la
lectura, a modo de iniciación o introducción, si cabe, de la obra Dialogo en
torno a la República de Norberto Bobbio
y Maurizio Viroli (Tusquets 2002) y al profesor Salvador Giner en su interesante
artículo sobre Las Tres Democracias y otros relacionados con la construcción de
la ciudadanía republicana como hecho diferenciador y característica fundamental
del cambio de régimen que proponemos y queremos, más allá de los (importantes)
símbolos que enarbolamos henchidos de lógica y legítima emoción.
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