Lo que está aconteciendo en nuestro Ayuntamiento, al margen
de interpretaciones o análisis emotivos, tiene una explicación. El que podamos
explicarlo no quiere decir que exista una valoración, pues esto queda en el
terreno de la opinión de cada cual.
Los resultados de las pasadas elecciones configuraron una
corporación sin mayorías y con una representación plural que, en la esperanza
de muchos y muchas, garantizaba, a priori, el dialogo como única herramienta
para, como mínimo, alcanzar el poder. Otra cuestión que, siendo deseable,
parece que no se ha concretado es el entendimiento, fruto de ese diálogo, pues
las posiciones de algunos de los componentes del gobierno plural parecen
señalar en ese sentido.
Tres organizaciones contaban con tres representantes cada
una. El partido con más votos fue el PSPV-PSOE, el siguiente Ciudadanos ( con
150 votos aproximadamente menos que el PSPV). El tercer partido con tres
concejales fue Compromís, con casi 300 votos menos que el PSPV. De éstos tres,
Ciudadanos se autoexcluyó al considerar que no podía apoyar un gobierno en el
que participasen “independentistas”. Compromís, con un resultado
cuantitativamente menor que en las municipales de 2011, apostó ( en una
estrategia legítima, pero que no respetaba el acuerdo tácito a través del cual
el partido más votado sería el que ostentase la máxima representación en caso
de acuerdo) por un sentimiento “anti-pspv” y, haciendo uso del mismo, consiguió
el apoyo del resto de los socios frente a la posición del PSPV de ostentar la
Alcaldía. Este fue el motivo principal por el que el Grupo Socialista y la
militancia optaron por apoyar pero no participar en el gobierno plural que se
iba a componer.
Si tuviéramos que señalar las razones de la actual crisis,
sería difícil buscar un culpable que no fuese la falta de una firme voluntad
de, aparcando el tacticismo partidista, buscar acuerdos sobre el qué sin
importar el quién. Hacer referencia en estos momentos a difusas líneas rojas,
máxime cuando las que presentaban algunos en campaña se han desdibujado, no
parece un argumento lo suficientemente razonable y racional, más allá de los
objetivos simbólicos e instrumentales de alguno de los socios actuales del
gobierno plural.
El PSPV ha decidido seguir donde está, o lo que es lo mismo:
apoyar desde fuera las propuestas pero sin asumir áreas de gobierno. Y, aunque
lo hace con absoluta legitimidad, pues
así lo ha decidido la militancia, creo que ésta posición incide más si cabe en
una debilidad institucional que en nada beneficia el cambio por el que la
ciudadanía apostó el pasado 25M. Y, qué decir de Ciudadanos: un partido que,
siendo emergente a nivel estatal, inicia su camino político con un baile de
candidatos y lo continua con la fuga al grupo de no adscritos de una de sus
componentes ( la ex concejala del PP fichada por éstos). Y si a esto sumamos que el partido mayoritario en la oposición ( el pp) sigue
buscando el motivo mismo de su existencia, más allá de la retórica
contradictoria del “que ahora quiero lo que no quise antes”, el panorama
municipal es ciertamente preocupante.
Personalmente creo que la situación requiere de un dialogo
sin más condiciones que las programáticas: qué hacer con los servicios, qué
hacer con los impuestos, qué hacer en materia de empleo, qué hacer para
encontrar una alternativa al modelo estacional o del ladrillo, qué hacer con la
miseria oculta gracias a la solidaridad vecinal, etc. Estos ejes, y otros
deberían ser motivo de un acuerdo lo más amplio posible que contase con la
pluralidad con la que la ciudadanía quiso ser representada y a través del
dialogo: sin tacticismos.
Evidentemente las diferencias ideológicas y programáticas
son un obstáculo, pero el acuerdo, si el diálogo se produce abiertamente, de
forma transparente, sin olvidar los proyectos políticos pero si un poco los
personales e incluso los partidarios ( demasiadas veces confundidos con los
personales), creo que es posible que la legislatura llegue a concretar ese
cambio por el que apostó mayoritariamente la ciudadanía de El Campello.
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