Allá por el año 1996, un grupo de militantes de Esquerra Unida, decidieron sacar en la procesión cívica una senyera con la leyenda "El Campello, pel País Valencià". Tras esa improvisada pancarta acabaron desfilando representantes de las fuerzas políticas de izquierdas con representación institucional. Años más tarde y "gracias" a una cacicada del ya Alcalde Juan R. Varó, se produce una escisión en los actos conmemorativos del 9 d'octubre. Se crea una Comisión Cívica que organiza un acto eminentemente ciudadano y por otro lado, la corporación mayoritaria de la derecha, organiza un acto institucional con misa incluida.
La derecha se pone el traje de gala y pasea ponposamente el penó y la senyera, así como la bandera del Estado y la Europea, pero se olvida de un aspecto muy importante: los protagonistas ese día no son ellos, son l@s valencian@s, la clase trabajadora, los hombres y mujeres que viven y sobreviven en el País Valenciano bajo la bota de los gobiernos de derecha locales, provinciales y autonómico. Ese día, a pesar del palio y la corbata, no van a quitarle a los/as valencinos/as algo que es suyo: el país valenciano, la ambición de autogobierno, la solidaridad y la justicia social como anhelo de futuro, a pesar de la derecha.
Solo un lapsus en el tiempo unificó ambas celebraciones ( la ciudadana y la institucional): el corto período de gobierno del tripartito. Tras ese lapsus se retorno a la separación de actos.
En definitiva, un día reivindicativo, lo ha convertido la derecha cavernicola que nos gobierna en un día de exaltación del nacional catolicismo valenciano, en un acto provinciano, en un día casi para olvidar. No obstante, la comisión cívica sigue manteniendo la tensión revindicativa a pesar de que, desde mi punto de vista, las fuerzas de izquierdas deberían unirse, junto a los colectivos sociales, impulsar la comisión del 9 d'octubre como una plataforma de mayor proyección política y social del valencianismo de izquierdas, y elaborar anualmente un manifiesto conjunto en el que se señale, cada 9 d'octubre, las carencias y prioridades que El Campello tiene en lo económico, social y cultura , como pueblo del País Valenciano. Reivindicaciones de una izquierda que, de lo contrario, caerá el la vía del folclorismo, perdiendo en el camino las ambiciones de autogobierno, las señas culturales y sociales que la izquierda tenía y, a pesar de todo, sigue teniendo y necesitando.
Evidentemente se me podrá acusar de intentar politizar un acto que , por otro lado, nació de la voluntad política y no de la vocación festera. Se me podrá acusar de utilizar un día "tan señalado" para introducir algún apunte de inconformismo y un cierto grado de polémica ( depende de para quién, claro) , pero que le vamos a hacer. Considero que, en este y en cualquier aspecto en el que al pueblo se le hurte el contenido social ,sustituyendolo únicamente por un aspecto lúdico ( con el objetivo de que el carácter reivindicativo se diluya), se le está condenando a la ignorancia social y cultural. Y a eso no podemos resignarnos.
SALUD Y SOCIALISMO
La derecha se pone el traje de gala y pasea ponposamente el penó y la senyera, así como la bandera del Estado y la Europea, pero se olvida de un aspecto muy importante: los protagonistas ese día no son ellos, son l@s valencian@s, la clase trabajadora, los hombres y mujeres que viven y sobreviven en el País Valenciano bajo la bota de los gobiernos de derecha locales, provinciales y autonómico. Ese día, a pesar del palio y la corbata, no van a quitarle a los/as valencinos/as algo que es suyo: el país valenciano, la ambición de autogobierno, la solidaridad y la justicia social como anhelo de futuro, a pesar de la derecha.
Solo un lapsus en el tiempo unificó ambas celebraciones ( la ciudadana y la institucional): el corto período de gobierno del tripartito. Tras ese lapsus se retorno a la separación de actos.
En definitiva, un día reivindicativo, lo ha convertido la derecha cavernicola que nos gobierna en un día de exaltación del nacional catolicismo valenciano, en un acto provinciano, en un día casi para olvidar. No obstante, la comisión cívica sigue manteniendo la tensión revindicativa a pesar de que, desde mi punto de vista, las fuerzas de izquierdas deberían unirse, junto a los colectivos sociales, impulsar la comisión del 9 d'octubre como una plataforma de mayor proyección política y social del valencianismo de izquierdas, y elaborar anualmente un manifiesto conjunto en el que se señale, cada 9 d'octubre, las carencias y prioridades que El Campello tiene en lo económico, social y cultura , como pueblo del País Valenciano. Reivindicaciones de una izquierda que, de lo contrario, caerá el la vía del folclorismo, perdiendo en el camino las ambiciones de autogobierno, las señas culturales y sociales que la izquierda tenía y, a pesar de todo, sigue teniendo y necesitando.
Evidentemente se me podrá acusar de intentar politizar un acto que , por otro lado, nació de la voluntad política y no de la vocación festera. Se me podrá acusar de utilizar un día "tan señalado" para introducir algún apunte de inconformismo y un cierto grado de polémica ( depende de para quién, claro) , pero que le vamos a hacer. Considero que, en este y en cualquier aspecto en el que al pueblo se le hurte el contenido social ,sustituyendolo únicamente por un aspecto lúdico ( con el objetivo de que el carácter reivindicativo se diluya), se le está condenando a la ignorancia social y cultural. Y a eso no podemos resignarnos.
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