Siempre ha sido una reivindicación de la izquierda y el movimiento obrero una política fiscal progresiva que hiciera pagar más a quien más tiene (la clase capitalista) para permitir reformas sociales en beneficio de la mayoría. En este sentido, y fruto de las luchas contra la dictadura, se instituyeron en el Estado español el Impuesto sobre el Patrimonio en 1977 y sobre la Renta y Sociedades en 1978.
- Impuestos directos e impuestos indirectos
Lo que se afirmaba en aquella época, fruto de la presión revolucionaria de los trabajadores, es que estos impuestos directos aportarían el grueso de la recaudación. A diferencia de los impuestos indirectos, que tienen un tipo fijo y se pagan en función de lo que se consume (por ejemplo el IVA, o el impuesto sobre el tabaco), los impuestos directos son generalmente progresivos y gravan más al que más tiene o más gana. Suele decirse que los impuestos indirectos los paga todo el mundo por igual. La realidad es aún más regresiva, puesto que paga más quien menos tiene ya que tiene que gastar (y por tanto pagar impuestos) todo lo que gana sin permitirse ahorrar.
Como hemos explicado los marxistas, las reformas son siempre un subproducto de la lucha, en una situación en que la burguesía cede una parte para no perderlo todo, pero desde el mismo momento empieza a maniobrar para recuperar lo perdido y algo más, y así sucedió. Desde los años ochenta se ha ido revirtiendo la situación de modo que hoy en día el grueso de la recaudación fiscal recae sobre la clase trabajadora.
- Cotizaciones Sociales, la burguesía no pone un duro
Las cotizaciones sociales (unos 100.000 millones anuales), que financian las pensiones y parte de la sanidad, son pagadas exclusivamente por los trabajadores ya que tanto la parte que paga el trabajador como la que "paga" el empresario forman parte del salario. Es escandaloso que la patronal defienda reducir en cinco puntos las aportaciones, no para dedicarlas a salario líquido sino para metérselo en el bolsillo.
- IRPF: pérdida de progresividad y separación de las rentas del capital
Todas las reformas del Impuesto sobre la Renta han tenido como resultado reducir su progresividad. Desde las reducciones de los tipos (el máximo, que llegó a estar en el 56%, hoy en día está en el 43%), hasta la eliminación de tramos e incluso medidas que suenan progresistas como subir el mínimo exento. En realidad, si se aumenta el mínimo exento en, digamos, 1.000 euros, esto supone que quien ya estaba exento por ganar poco seguirá igual, que un mileurista se ahorrará 250 euros y que para un millonario la rebaja será de 430. El mundo al revés. La única manera de hacer más progresivo el impuesto es aumentar el número de tramos por arriba y ponerles un tipo más alto.
Respecto a las rentas del capital, si pensamos que quien más gana debe pagar más, independientemente del origen de su renta, deberían sumarse a las del trabajo y aplicar al conjunto el porcentaje correspondiente. Así era al principio, pero con diversas excusas se ha conseguido que de hecho existan dos impuestos: uno para el trabajo y otro para el capital: mientras las rentas del trabajo, por encima del mínimo exento, pagan entre un 25 y un 43%, las del capital pagan un 18% (que ahora aumentará al 19-21%). Pobrecitos.
A pesar de lo fácil que sería, no existen datos sobre qué parte de la recaudación del IRPF la aportan las rentas del trabajo, pero algunos estudios la sitúan en el 80% de los 71.340 millones que se recaudaron en 2008.
Las SICAV son instrumentos de inversión sólo al alcance de las grandes fortunas. Al contrario que cualquier otra persona, que paga impuestos cada vez que obtiene beneficios, estas sociedades sólo pagan un 1% anual por los beneficios, y al igual que los fondos de inversión su titular sólo tributa cuando saca el dinero (al 18% como todas las rentas del capital). Esta situación permite a los más ricos una tributación a la carta, sacando el dinero cuando pueden compensarlo con pérdidas por otro lado, eligiendo donde invertir sin pagar por el cambio... Con la actual reforma fiscal el gobierno se ha apresurado a garantizar que no tocará esta situación privilegiada.
- Supresión del Impuesto del Patrimonio: ¿beneficiando a las clases medias?
En 2008 se suprimió el IP, lo cual supuso 1.800 millones menos en recaudación que, según nos dijeron, aportaban las "clases medias". En realidad, el 75% de esta recaudación la aportaban los que tenían más de 400.000 euros de patrimonio aparte de la vivienda, y los 727 pobrecitos con más de 10 millones de riqueza se ahorraron cada uno ¡100.000 euros! con la supresión del impuesto.
- Sociedades: rebajas y exenciones varias
La patronal siempre se ha quejado de lo excesivo del Impuesto de Sociedades, pidiendo continuas rebajas que han ido efectuando los gobiernos tanto del PP como del PSOE. En realidad, en un año récord de beneficios como 2007, el total recaudado fue de 45.000 millones, bajando a 27.000 en 2008 por la crisis y las rebajas. ¿Mucho? Bueno, menos de la mitad de lo que se sacó entre IVA e impuestos especiales. En realidad a través de trucos diversos, exenciones para "crear empleo" y demás, el tipo efectivo fue del 23,7% en 2007 frente al 35% oficial.
- Evolución en los últimos años
Durante el "boom" inmobiliario, la progresividad de impuestos como el IRPF o el Patrimonio, así como el efecto sobre el IVA e impuestos locales de un mercado con un millón de compraventas de pisos anuales, incrementó automáticamente la recaudación sin tener que elevar los tipos. Ello fue aprovechado nuevamente para introducir nuevas "reformas" que beneficiaban a las rentas más altas (reducción de tipos marginales, del impuesto de sociedades y eliminación del impuesto del patrimonio). Ahora que esta recaudación extraordinaria se ha hundido, en lugar de dar marcha atrás en estas medidas, nos encontramos con que se nos quiere hacer pagar a los trabajadores la factura de la crisis. En realidad, ya somos nosotros quienes pagamos la inmensa mayoría de los impuestos.
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