Así, sin sutilezas, el PsoE hace un llamamiento a
la "lucha" por lo que uno quiere. Lo único que parece que no les
entre en la cabeza es que la sociedad YA está peleando, ha peleado y peleará
por lo que quiere, a pesar de la línea y estrategia de una organización que ha
traicionado todos los principios que inspiraron su fundación, y de paso, a
millones de trabajadores y trabajadoras que confiaron ( ingenuamente, pues la
trayectoria no ofrecía indicios de que el "socialismo" retornara al
PsoE) en su discurso.
Ahora, tras los años más duros de recortes en
derechos sociales y económicos, a la desesperada, nos llama a la lucha,
apuntando su candidato que hace treinta años
el hubiera sido un indignado. El nivel de
desprecio hacia la clase trabajadora ha llegado al esperpento de pedir
"lucha" para que nada cambie.
La única solución,
insisto, es sentar en el Congreso y en el Senado a una amplia representación de
la izquierda alternativa que "obligue" a un giro real hacia
posiciones más allá del progresismo dialectico que practica el PSOE. Un giro
hacia el socialismo, hacia la transformación frente a la reforma.
No puedo creer en el
mensaje de una organización que practica aquello de " a dios rezando y con
el mazo dando".
Bien es cierto que la
extrema derecha que se avecina para el día 21 de noviembre, tiene el mismo
fondo genético de aquellos que brazo en alto saludaron el terrorismo de estado
durante cuarenta años, tiene los pies hundidos en la FAES y sus principios de desmembramiento
absoluto del Estado dan pavor, pero ¿ acaso, de forma suave y con la suficiente
vaselina dialéctica no está haciendo lo mismo la social derecha arrodillada
ante los poderes económicos?.
Cuando los datos del
INE indican que más del 21% de los y las españoles y españolas viven por debajo
del umbral de la pobreza, poco tienen que decir los que han
profundizado en esta situación . Aquellos que se han convertido en una empresa
de colocación ( acomodada), aquellos que han puesto por delante de los
intereses de la clase trabajadora los propios y espurios de los que quieren
vivir del boato, la gloria y la displicencia del cargo público. Cuando todo
esto ocurre, el único llamamiento que podría hacer el partido del que hoy se
avergonzaría Pablo Iglesias, sería a la revolución, a la revuelta y a la
indignación.
El PsoE perdió la gran
oportunidad de liderar una transformación de la socialdemocracia en Europa,
encabezando el eje mediterráneo en una refundación absolutamente revolucionaria
del socialismo democrático. Pero eligió plegarse, arrodillarse y defender los
intereses de los especuladores, la banca, las transnacionales ofreciéndoles la
sangre de miles de trabajadores y trabajadoras. Es lo que hay, así que, un poco
de respeto a la inteligencia y al sentido común de los que todavía creemos en
el socialismo como ideal de justicia e igualdad.
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