En las movilizaciones de Roma un grupo "de incontrolados" la lió
"parda". La comunidad internacional, no solo lamenta, sino que
condena lo que califican como "actos criminales". Eso, está bien,
pero ¿de qué estamos hablando?.
Estamos hablando de una violencia incontrolada, de una minoría que, estando
hasta los huevos de la violencia que reciben del sistema ( evidentemente, el
sistema no la denomina violencia, sino normalidad, orden establecido, etc), no
encuentran otra vía que la de devolver violentamente al sistema una pequeña
parte de su frustración.
Insisto que no apoyo la violencia, pero es necesario llamar a cada cosa por
su nombre: ¿ no es violencia la ejercida por los banqueros y especuladores en
general contra la sociedad civil?, ¿no es violencia la privatización de la
educación y la sanidad, dejando a los obreros y sus hijos fuera del sistema de
privilegios del estado benefactor?
No descubrimos nada si apuntamos que Engels ya incidió directamente en el carácter
del estado burgués como instrumento de dominación de clase. Una
"fuerza" que se dota de los instrumentos necesarios para
"someter" a sus intereses a la clase trabajadora. Esa violencia es
vista ahora como orden público, al que se aplaude y justifica cuando se emplea
a fondo contra manifestaciones pacíficas.
Evidentemente la extrema derecha divide a los manifestantes entre "de
extrema izquierda" y "terroristas", pero la extrema derecha, la
que ejerció el terrorismo de estado a lo largo de cuarenta años bajo el palio del
catolicismo consentidor, no se considera a sí misma una parte del problema,
sino la solución. Y las manifestaciones de sus lideres no son consideradas
provocaciones violentas verbalmente, sino simples opiniones. En cambio, cuando
un manifestante habla de no sentirse representado, de que el sistema no es
democrático, de que esta arto de las agresiones privatizadoras de los derechos,
habla en nombre de la extrema izquierda.
Y como no estoy a favor de la violencia irresponsable y minoritaria, lo que
apunto es que, ante la violencia del sistema, hay que organizarse para
contestarla, con los medios que se decida, de forma democrática pero
contundente. Y a las cosas hay que llamarlas como son: los bancos ejercen
violencia, sus directivos son cuatreros que tendrían que estar en la cárcel,
los especuladores imponen políticas a los gobiernos elegidos en las urnas, por
lo que la dictadura de los poderes no democráticos nos sitúan en una dictadura
financiera, que los gobiernos son meros títeres en manos de las transnacionales
y que los organismos supranacionales son absolutamente inútiles, únicamente
utilizados para imponer políticas de explotación común.
La revuelta ciudadana debe ser pacífica, pero para ello, en un primer nivel,
precisa de una organización sólida y estable. Una organización armada con los
principios éticos del movimiento, que promueva una revolución individual y que
impulse la pedagogía social y la auto organización de la sociedad en comités de
acción. Pero no olvidemos que la revuelta ciudadana necesita instrumentos
políticos, y o los crea, o aprovecha los que todavía no estén contaminados por
el institucionalismo rampante ( muchas veces oculto tras gestos y discursos
atractivos pero que desprenden un claro tufo a estratagema
electoralista).
Sigamos debatiendo, pero dejemos claro (y es mi opinión) que la violencia
del sistema, en ocasiones no puede ser contestada más que con violencia
revolucionaria, aunque para esto tendríamos que reconocer en el movimiento
impulsado su carácter revolucionario, en cuanto que se cuestiona un sistema
desde sus bases y se propone sustituirlo por otro donde la justicia, la
solidaridad, los derechos y la democracia estén al servicios de los y las
ciudadanos y ciudadanas.
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