Evidentemente, se debe ser crítico con el desarrollo de las movilizaciones
sociales, pero siempre desde una actitud positiva, y desde esa actitud crítica
que debe venir precedida de una autocrítica. Esa actitud previa está ausente en
muchas organizaciones que utilizan como pretexto la pseudo dialéctica marxista,
sacándola de contexto y, por consiguiente, vaciándola de contenido.
El movimiento de protesta que explota el 15M es, como mínimo, el comienzo de algo. Es
evidente que las reivindicaciones programáticas ( que las hay) han venido
manteniéndose por algunas organizaciones políticas desde hace muchos años pero,
¿han sido coherentes esas organizaciones con sus propios planteamientos, con
sus propios discursos?. Está claro que a la agitación social que provocan las
medidas antisociales del gobierno de la social derecha, y de su máximo
responsable, el Sr. R.Zapatero, deben tener una concreción, pero esa misma
concreción no puede traicionar la horizontalidad con la que el movimiento nace:
los intentos de vanguardizar un movimiento espontaneo lo lanzan al vacio y lo
exprimen en su contenido dejando únicamente la carcasa, que es, desde una
posición crítica y autocrítica, con lo que algunos y algunas se han quedado de forma interesada: no se pretende construir, sino controlar.
Muchas organizaciones políticas se han subido al carro de las
reivindicaciones haciéndolas suyas e incluso yendo más allá: fichando a
supuestos portavoces sin que éstos hubieran sido ratificados por Asamblea
alguna. O lo que es lo mismo: han "piramizado" un movimiento
horizontal, en un intento claro de controlar su desarrollo y hacerse con su
posible patrimonio electoral.
El proletariado, como tal, ha sido sustituido por otras estructuras que, aunque similares, distan mucho de las que Marx define. La venta de la fuerza de trabajo, como único recurso y medio de supervivencia sigue vigente, pero el papel que Marx confería al proletariado como sujeto revolucionario ha pasado a la historia. La clase trabajadora, con una amplia composición ( autónomos, pequeños productores, autoempleados, etc) ha sustituido a aquel "sujeto revolucionario, pero no ha asumido el papel que históricamente se le reservaba para con la revolución. No obstante, sí que comparto el
término dictadur. Evidentemente vivimos bajo una dictadura de los especuladores,
de los bancos y de las transnacionales, y ante esto, la propuesta actualizada,
no puede ser otra cosa que democracia popular, o transferido a un discurso más
radical: la democracia del pueblo, de la clase trabajadora en definitiva, desde la autoorganización consciente y solidaria.
Otra cuestión es la terminología que se emplea al dirigirse a una clase
trabajadora desmotivada y desideologizada que ha cedido su conciencia ante el
consumo. No es, ni didáctico, ni pedagógico hablar de dictadura cuando esta
palabra es un arma en manos del capitalismo: es necesario utilizar una
estrategia más próxima a la pedagogía que a la política para favorecer el
retorno de la conciencia de clase ( conciencia anulada incluso por el trabajo
involucionista y de renuncia permanente que ha realizado la izquierda desde la
transición, negando cual judas cualquier vínculo con república, socialismo
revolucionario, comunismo, e incluso con socialdemocrácia), y desde ahí; desde
ese trabajo progresivo y democrático, avanzar hacia una reorganización de la
sociedad, y para eso, sí ha servido el movimiento, siempre que no se quede en
el simbolismo y acepte asumir compromisos, que, en mi humilde opinión, empieza
a aceptarlos y a asumir la responsabilidad creada en la construcción de una
alternativa a la social derecha y a la resignación obediente.
Y termino. Creo que en cualquier proceso revolucionario ( y está por crear),
no se debe desechar ningún instrumento de lucha. Por lo tanto, y sin hacer un
llamamiento a la violencia gratuita y descontrolada, considero que la autodefensa
es legítima, e incluso un elemento que no debe desdeñarse en ese proceso de
recuperación de la conciencia de clase del que hablábamos antes. El sistema se
apoya, para su legitimación en palabras como la “seguridad ciudadana”, el “orden”
y esos términos suponen, en demasiadas ocasiones en agresiones contra la
clase trabajadora. Por lo tanto, hagamos un compendio de medios, elaboremos una
estrategia, pero que no se base en vanguardias ni liderazgos mesiánicos, sino
en democracia, debate y acción revolucionaria. De lo contrario, acomodémonos
ante nuestro futuro, y recelemos, tanto de los que vienen a salvar el mundo
como de los que vienen a condenarlo.
Angel.
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