NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

viernes, 14 de noviembre de 2014

DOS ÁMBITOS

Ante los atónitos ojos de la ciudadanía, se presentan día si y día también, las miserias de un sistema que parece haberse materializado de la nada a pesar de haber estado siempre ante nosotros. La desafección (palabra que significaría que un día hubo afecto, pero que se perdió en el camino) avanza, sembrando a su paso, o desilusión o, en la mayoría de las veces, un cabreo infinito. Y este sentimiento, se va concretando, aligerando la “mayoría silenciosa” y nutriendo las filas de los y las que consideran que ha llegado el momento de impulsar democráticamente y cambio profundo y sustancial. Pero, ¿sobre qué bases se debería producir el cambio?. La cuestión del cómo parece que va aclarándose con la emergencia de grupos organizados que proponen con claridad un nuevo método, alejado de ese planteamiento elitista que nos ha traído los lodos en los que chapoteamos.

No obstante, sería conveniente dilucidar si la solución general podría ser compatible con una solución local; no ya por las posibles diferencias estructurales, competenciales, etc, sino por un motivo mucho más cotidiano: el binomio entre personas e ideas.

Personalmente tengo claro que la democracia, tal y como la entienden sus actuales representantes nos conduce a un callejón sin salida: el sometimiento. De ahí mi actitud personal hacia la rebelión democrática impulsada por las propuestas (propuestas que, como todas, no deben ser ni leídas ni entendidas literalmente, sino en el contexto de un ejercicio condicionado por una sociedad inmersa en una dinámica global) y no tanto por los términos o auto calificaciones de los actores políticos. Izquierda y derecha siguen teniendo todo el sentido, pero, anatematizarlos sería un error estratégico imperdonable pues tienen un componente simbólico pero no práctico.

Dicho esto, la cuestión que me gustaría plantear es la que en un principio apunte: ¿sirven las soluciones generales para ser aplicadas en el ámbito local?. Programaticamente si, pero tendríamos que dilucidar si la táctica sería o no la adecuada. Y esto, simplemente porque no podemos olvidar que los proyectos están sustentados por personas, y éstas se mueven, ya por ideas, ya por intereses; algo que deberíamos clarificar para dar una perspectiva real a las soluciones planteadas.

El movimiento asambleario que ha surgido de las movilizaciones ciudadanas tiene, en su método, un instrumento poderoso de corresponsabilidad. Pero ésta, no podrá existir si no se dan las condiciones de conciencia y coincidencia (en sí y para sí) algo que, en lo referente a nuestro entorno más cercano, no se ha producido ( ¿Cuántas movilizaciones cuestionando la gestión local se han producido, cuántas manifestaciones se han realizado exigiendo mejores y mayores servicios, mayor transparencia y mejor democracia?). Por lo tanto, los movimientos surgen, espontáneamente, al hilo de una onda general, lo que propicia que al “nuevo” proyecto puedan adscribirse personas de todo tipo: verdaderamente comprometidas con un cambio, inquietas por el futuro, o previsoras incluso de ambiciones personales. Esta cuestión no es baladí, pues no debemos olvidar que los proyectos, como antes decía, se sustentan en personas.

Lo que sirve para el ámbito estatal, debe perfilarse cuidadosa y minuciosamente para el local, pues de lo contrario podríamos caer en un mero “quítate tú para ponerme yo”.

      El sistema de democracia liberal representativa fue instaurado en un contexto condicionado por la oligarquía franquista apoyada por los cuarteles y los púlpitos. Esta cuestión que no había sido suficientemente valorada, se pone de relieve cuando la ciudadanía percibe en primera persona los devastadores efectos de un sistema electoral que reprodujo, eso sí, con el aval de las urnas, un sistema oligárquico de élites situadas sobre la ciudadanía. Lo que ahora se propone es simplemente devolver la soberanía al pueblo, pero no desde un planteamiento de asamblea permanente, sino de una reforma institucional de profundo calado que, progresivamente acerque la toma de decisiones a los ámbitos más pequeños. En nuestro entorno local, esto se traduciría en una “reorganización” municipal utilizando métodos e instrumentos existentes (consejos, juntas de distrito, asociaciones, etc) pero sin mediatizar ni manipular su contenido desde el interés partidario. Pero eso lo deben hacer personas, y lo deben hacer desde la sensatez de saberse representantes en un marco delimitado administrativa y competencialmente. Y esta cuestión, o se tiene clara o simplemente se cae en la demagogia y la retórica más simple.

      ¿Pueden los partidos y coaliciones actuales representar ese cambio, esa transformación democrática, están dispuestos y dispuestas, tienen la voluntad de realizar una efectiva “cesión” de soberanía, están dispuestos a renunciar a determinados privilegios que no son, ni propios ni éticos? Yo creo que si, pero que debería plantearse en el seno de los partidos sin tacticismos; verdaderamente dispuestos a cambiar sus propias estructuras para así adecuarse, no a los tiempos, sino a la verdadera misión y objetivo que como organizaciones políticas tienen: representación y defensa de los intereses colectivos, y en el caso de la izquierda, no solo defensa, sino la transformación ( progresiva y gradual) de la realidad en beneficio de esa mayoría que, aunque silenciosa en muchos casos, existe y sufre.

      Los experimentos, si no se atienen a un método donde las teorías (debates) se concreten en hipótesis (propuestas), pierden razón de ser. Por este motivo, si los movimientos alternativos quieren en verdad aglutinar los deseos de cambio, su primer reto es concretar un método democrático para que el proyecto, la propuesta, esté por encima y trascienda a las personas que han de representarlas para así no depender de los criterios o voluntades personales. Y eso también es de aplicación a los partidos actuales o tradicionales (no me gusta el término viejo), pues de lo contrario correrán el riesgo de quedar en meros reductos de pequeñas oligarquías locales, sin contenido y con el único cometido de sobrevivir.


      Como decía, la coincidencia de objetivos es tal entre los que actualmente están y los que están viniendo (al menos en el discurso) que lo que en verdad nos preguntamos muchos es, porqué es tan difícil la convergencia (la respuesta de los intereses es evidente, pero creo y espero que haya más, pues de lo contrario sería muy desalentador) de las propuestas y métodos para, desde la necesaria diversidad y pluralidad, construir un marco de entendimiento que propicie el vuelco, tanto general como local. Las diferencias ideológicas, a la vista de lo que se dice y se plantea, no son ni tantas ni tan importantes, por lo que únicamente me queda la explicación tacticista o dicho de otra manera; el interés partidario en las futuras contiendas de competencia electoral. Y siendo ( si fuese) así, creo necesario superar esas estrategias en pos de la regeneración de un sistema caduco, corrupto e injusto, que aliente a la sociedad a asumir su responsabilidad colectiva e ir superando la resignación ( que propicia imposición) que nos condena a nosotros y a los que vienen detrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario