El
titular podría, o llevarnos a malos entendidos, o expresar una preocupante e
inquietante cuestión: la conformación de una nueva élite. El hecho de que los
órganos directivos de la naciente Podemos cuente con una mayoría de
intelectuales, en principio, no debería excluir la participación de
trabajadores y trabajadoras de todo tipo.
Evidentemente,
la preparación teórica de los responsables de poner en marcha el proyecto
político y orgánico de Podemos tienen que tener la mayor y mejor de las preparaciones
pero, como antes decía, sin exclusiones, pues esto vendría a dar la razón a
aquellos y aquellas que acusan a Podemos de demagogia: de decir una cosa pero
sin aplicársela a ellos. La tan mentada “casta” no puede tener su expresión en
una nueva “elite”.
Entiendo
que Pablo Iglesias ha contado con la gente de su entorno; en los y las que
mayor confianza y complicidad tiene. No obstante, la composición transversal de
podemos hubiera permitido contar con trabajadores y trabajadoras con ideas e
inquietudes, formando una dirección socialmente plural. La opción ha sido esta
y habrá que ver como se suceden los acontecimientos para valorarla.
Considero
que el compromiso de un grupo de intelectuales ha sido el que, al albur de los
movimientos ciudadanos (15M,mareas, plazas …) ha propiciado la cristalización
de un proyecto político nuevo en lo organizativo pero no tanto en lo
programático, pues otras opciones políticas defendían y defienden postulados, o
muy próximos, o similares. Pero para que éste nuevo movimiento político fuese
realmente representativo tendría que abrirse a esos trabajadores y trabajadoras
que han demostrado un alto grado de conciencia “para si”.
Otra
cuestión ha sido la falta de voluntad de integración. La explicación en torno a
la legitimidad o no de las mayorías no me parece suficiente, aunque
personalmente creo que habrá que dar un plazo adecuado a la dirección naciente
para que demuestre su voluntad de integración, pues de lo contrario, el calco
será tal en lo orgánico que podría desvirtuar un ilusionante proyecto de
democracia y pluralidad.
Los
intelectuales comprometidos socialmente siempre han sido, de alguna manera, la
“vanguardia” en las luchas sociales. Esto, en el pasado, tenía su razón de ser
ante la falta de acceso a la formación e información de la clase trabajadora en
general. En la actualidad, esa falta de información y formación ( oficial o
autodidacta) ya no es tal, por lo que podríamos afirmar sin ningún riesgo que
en la clase trabajadora hay personas absolutamente preparadas para asumir
responsabilidades democráticas junto a los profesores, licenciados y expertos,
extremo éste que podría dar un carácter mucho más plural y transversal a la
organización llamada a representar a millones de personas.
Como
decía, personalmente, y aunque no estoy de acuerdo, considero que sería un
exceso de purismo criticar virulentamente esta presunta deriva “elitista”. Por
lo que creo que hay que dar los plazos necesarios para que las diferencias de
concepción no obstaculicen la consecución de los objetivos: la toma del poder.
Y, aunque el debate no está cerrado, considero que será positivo post ponerlo,
pero no olvidarlo pues en éste proyecto van demasiadas ilusiones para que
cualquier error pueda frustrar, como decía, el objetivo.
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