La noticia de que
José Antonio Pérez Tapias dejaba, por propia voluntad, la portavocía de
Izquierda Socialista ha sido la desagradable constatación de que, incluso en la corriente crítica, la concepción de la política y, sobre todo, de los
cambios exigidos y necesarios para resituar a la socialdemocracia, provoca cainísmo.
Las cuotas de poder orgánico que la corriente tiene son un verdadero lastre,
pues provoca luchas por “estar”, no sujetas a lógica, pero si fruto de tacticísmo
personal.
A José Antonio Pérez
Tapias le conocí en las jornadas que Izquierda Socialista convocó en 2009 en
Madrid, y a las que asistí como miembro declarado de ésta y militante del PSOE (algo que para algunos ha provocado un estigma del que personalmente me siento orgulloso). Siempre me
pareció un compañero digno y de principios, demás de sentir personalmente una
profunda admiración intelectual por su trayectoria. Cuando tuve conocimiento de
su intención ( apoyada por la coordinadora de la corriente) de optar a la Secretaría General
sentí un impulso que finalmente pude reprimir: solicitar la militancia de nuevo
(aunque dudo que en mi agrupación local hubiesen aceptado, dado el grado de
enconamiento personal que mis opiniones suscitan). Finalmente mi único “compromiso”
se concretó en un simbólico apoyo personal a través de las redes sociales.
Evidentemente, nadie
hubiera podido pensar de antemano el revuelo mediático y orgánico que la decisión
de José Antonio iba a provocar, a pesar de que todos tenían ( teníamos) claro
que una posición genuinamente socialdemócrata no sería, ni aceptada por la
oligarquía dirigente ni aceptada mayoritariamente por una militancia, en su
mayoría afín a una especie de clientelismo de partido. Pero, dejando de lado el
hecho coyuntural de la presentación de José Antonio a la Secretaría General ,
me gustaría expresar mi convencimiento de que su voz es todavía necesaria en el
Comité Federal, pues es la única posibilidad de que exista una posición crítica
al oficialismo renovado. Y lo digo como ex miembro del PSOE pero como convencido militante ideológico de la necesidad de transformar una realidad injusta y cruel que se ceba con los débiles en beneficio de los poderosos.
El que la corriente
de opinión haya sido y sea tenida, de forma errónea en mi opinión, como una
posible “plataforma” para “asaltar” otras instancias orgánicas, es y será ( si
la militancia adscrita no lo remedia) el hecho que acabará con su trayectoria ideológica y orgánica. Ya, algunos solicitábamos
un nivel de organización mayor para que pudiese visualizarse socialmente la
alternativa interna a las estructuras social liberales; mayor organización y
mayor democracia, organizando territorialmente la corriente, no de forma
divergente al partido, pero si de alguna manera de forma paralela. Esto fue
considerado una “deslealtad”, aunque todavía no se hacia quién o hacia qué, pues el objetivo era ( y supongo que sigue siendo) devolver al PSOE su carácter de instrumento social y democrático.
La corriente IS
tiene, una historia, un presente, y, si así lo quieren los militantes
adscritos, un futuro. Y éste no es otro que el de servir de regenerador
interno, aunque éste objetivo es o será una entelequia sin la participación de
militantes y personas de izquierdas que, desde el compromiso de la renovación,
regeneración y recuperación de la socialdemocracia ( como planteamiento racionalmente crítico, ético e ideológico )decidan plantar cara la institucionalismo, el clientelismo y la claudicación política en beneficio, no propio, sino de la sociedad . Era ( y es)
necesario abrir la corriente, ofrecer la posibilidad de participación a
personas ajenas al partido, elaborar propuestas y darles publicidad para su
debate en la sociedad, en definitiva: estructurar con claridad una alternativa
interna de izquierdas.
Se puede ser de
izquierdas y militar críticamente en el PSOE desde IS (yo no lo hago, pero comparto con quien si lo hace), siempre que IS sea lo
que siempre debió ser: una alternativa, como decía, de regeneración. Y esto, es
difícil de entender por muchos a los que un cierto tipo de sectarismo “casto”
ha atacado de forma virulenta. Se puede
compartir ese espíritu pablista que inspiró y debiera inspirar a IS siendo crítico
con los dirigentes, porque su presencia no es estructural sino coyuntural. Se
puede luchar por la democracia interna desde posiciones críticas, reconociendo
el papel de otros en otras organizaciones y propiciando un acercamiento
convergente; se puede hablar de ética y valores de izquierdas sin soberbia ni
prepotencia “ombliguista” ( practica interesada de las oligarquías pasadas,
presentes y esperemos que no de las futuras). Y esto, en mi opinión, es lo que
significa le figura de José Antonio Pérez Tapias.
Mi reconocimiento
personal a su persona, como intelectual comprometido, como militante coherente
y como hombre cuyos valores y principios hubieran conducido a la
socialdemocracia española, quizá no hacia un gobierno en mayoría, pero si a
participar de la regeneración democrática que la sociedad necesita, pide y
exige. Y mi cariño hacia IS, a pesar de
esa especie de oligarquía interna que sufre y de cuyo lastre debe desprenderse,
así como de oportunistas, arribistas y clientelistas varios, caminando hacia un
papel claramente de referente socialdemócrata que pueda ser contrapeso y,
porque no, alternativa al social liberalismo de aspecto agradable pero sin
contenido.
Y quiero terminar haciendo una reflexión personal: compartiendo ese sentimiento de pertenencia crítica a una corriente "crítica", mi decisión personal de abandonar la militancia se debió a cuestiones locales así como a una inaceptable traición a los y las trabajadores por parte del social liberal Zapatero. Así mismo, las "cuestiones" locales, jugaron un papel importante, al sufrir el verticalismo de la dirección frente a cualquier otra opción que preservase la democracia interna. Pero incluso fuera de la organización, considero que sigue siendo potencialmente válida (IS) para cumplir los objetivos por los que compañeros del nivel ético, intelectual, político y moral como Jose Luis Gomez Llorente, la constituyeron allá por el 28 Congreso. Y comparto con todos aquellos que piensan que la convergencia programática es la única vía para luchar contra le hegemonía cultural y política de la derecha.
Personalmente considero que, hoy por hoy, y si la militancia no lo remedia, desgraciadamente la regeneración del proyecto socialdemócrata lo están liderando otros movimientos políticos, dejando al PSOE (bajo la dirección de una renovada cúpula social liberal) el papel de "guardían" de las esencias más rancias del felipismo.
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