NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

jueves, 13 de noviembre de 2014

HABLAR POR HABLAR

Que vivimos en una sociedad profundamente injusta, es una evidencia. Y es una evidencia aunque la realidad simplemente nos roce: que tengamos problemas para llegar a fin de mes, que haya algún recibo sin pagar, vamos; minucias, ¿no?. ¿No les asaltan, en esos momentos en los que la realidad se planta ante sus ojos un desasosiego, una inquietud, una preocupación profunda al ver que la “normalidad” condena a muchos de nuestros vecinos a la miseria?. La respuesta a todas estas preguntas es, además de obvia, absurda: si, pero bastante tenemos con sobrevivir. Y, ¿Cuándo esta respuesta es repetida de forma incesante, no tienen la impresión de que hay un intencionalidad en ella?.  ¿No creen que todo lo que está pasando (y, si nada lo remedia, seguirá pasando) forma parte de una estrategia cuyo fin último es someter a la ciudadanía a través del miedo (económico, policial, cultural en definitiva)?.

Esas preguntas y muchas otras, seguro que están en la mente de muchos y muchas, pero la realidad, la pesada y cruel realidad se planta ante nosotros para atenazar nuestra voluntad y someternos. Ese concepto ( el del sometimiento) es con el que hay que romper. Ni nada es así por obra y gracia de nada, ni lo que pasa es fruto de la casualidad ( más bien de la causalidad). Comprar, tomar unas cañas, acudir a un acto lúdico, etc, tiene una explicación que va más allá de la rutina típica de una vida normal. Por ejemplo, ver programas de televisión que consideramos inocuos, anestesia de tal manera nuestra mente, que vivimos en una realidad subjetiva tal que al final resulta imponerse como algo “normal”. Nuestros gustos, nuestros hábitos, incluso nuestra forma de pensar ( o de no pensar) es fruto de un largo proceso al que todos y todas hemos sido sometidos y que ha permitido construir a nuestro alrededor una cotidianidad que, siendo lo “normal”, es absolutamente artificial.

Otro ejemplo. El hecho de que nos hayan “robado” derechos, de que la situación laboral no es que sea precaria; sino que roce la práctica esclavitud, ¿es lo normal?. Es cierto que se podría argumentar que no todo es fruto de un proceso social, sino que la voluntad individual tiene también mucho que ver. Pero, ¿acaso la voluntad individual es libre, acaso tomamos nuestras decisiones libremente sin condicionamientos impuestos?. Y, sigamos con los ejemplos: los niños. El hecho de que la educación (que no es gratuita, porque pagamos con los impuestos, no lo olvidemos) sea cada vez más precaria, ¿no es sino un medio y un método para que las generaciones futuras crezcan en un ambiente “propicio” a los intereses de ese sometimiento a la “normalidad” del que antes hablaba?. El que la sanidad sea cada día más precaria, ¿no es fruto de un plan para “privatizar” nuestra vida, beneficiando el negocio sobre nuestra salud?.

Seguro que muchos y muchas protestamos, nos quejamos e insultamos a los políticos, culpabilizándoles de lo que ocurre, pero ¿no es cierto que hemos oído en más de una ocasión aquello de “si yo pudiera, trincaria”, o hemos criticado a los que han sido pillados robando pero al mismo tiempo sentimos una cierta admiración por el tipo de vida que este robo les ha proporcionado?. Eso, sin discusión, es una enfermedad. Y mientras esa “enfermedad” no sea erradicada de la sociedad, por más leyes y normas que pongamos, seguirá siendo una sociedad, profundamente sumisa, profundamente resignada y, lo que es más preocupante, profundamente corrupta.

Tenemos la oportunidad dentro de pocos meses de tomar decisiones que nos trascienden, porque no solo afectan a lo cotidiano, sino al futuro, no ya de nosotros; sino de los hijos e hijas de todos. Y tenemos la oportunidad de, con un simple gesto, cambiarlo todo, pero para que de verdad cambie. Escuchemos, pero reflexionemos sobre los mensajes que nos transmiten; analicemos qué nos dicen, pero valorando la viabilidad y, sobre todo, su oportunidad. No dejemos que nos manipulen más, no apoyemos a personas por el simple hecho de que las conocemos o nos caen simpáticas: dotemos al derecho electoral de un sentido y un fin.


La televisión, la radio, la prensa, la escuela, la iglesia y demás instituciones van a querer continuar influyendo en nuestra opinión, pero pensemos que, igual no es un intento vano, sino que persigue un objetivo: someternos. La libertad no es pensar que uno hace lo que quiere, sino hacer lo que uno piensa, sin olvidar que no somos, ni únicos, ni vivimos en la soledad de nuestra microsociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario