No quiero
centrarme exclusivamente en un proyecto, pese a lo novedoso e ilusionante que éste pueda ser para cada vez más gente, sino en el de la izquierda,
entendida como el espectro de organizaciones y partidos que defienden una
concepción progresista y de clase ( ¿anticuado el término?, aconsejo para los
que hacen apología del interclasismo, la lectura de Estructura Social y
desigualdad, así como de otras obras sobre la estructura social y las clases
sociales desde un punto de vista científico, que no interesado, para así poder
hablar ajustándonos a la realidad y no a los deseos o la mera construcción de
discursos), los intereses colectivos frente a los individuales, la democracia frente al electoralismo.
Es cierto que la legislación local es claramente
restrictiva, pero es la que es. Simplemente, lo que cabe esperar es que tras
las elecciones generales de noviembre de 2015, un nuevo gobierno del Estado,
modifique la “perversa” Ley de Sostenibilidad de las Administraciones Locales”
y elabore, con urgencia, una verdadera y consensuada ley de régimen local que
sustituya a la enmendada del año 1985 que, aunque vino a dar un marco competencial
a los Ayuntamientos del que hasta entonces carecían ( recordar que el intento
de la II República
fue frustrado por el golpe de estado fascista del 36) es, competencial,
financiera y democráticamente insuficiente.
Centrándome en la cuestión que me ocupa ( y me
preocupa, pues a pesar de todo y de algunos, considero que la "movida" política en la que nos encontramos, es el germen
de una dinámica política y social que debería, como mínimo, remover las débiles
estructuras partidarias locales, al menos a lo que la izquierda se refiere),
considero que es necesario, previamente a realizar propuestas por parte de
cualquier partido u organización coherente cuyo objetivo sea cambiar la
realidad, más allá de la retórica, analizar la realidad política y
administrativa en la que vivimos. Analizar el nivel de participación, las vías
que pudieran existir y las trabas que los actuales partidos han “impuesto” a la
participación ciudadana desde el “terror” que produce el cuestionamiento del
estatus que en la actualidad disfrutan los representantes frente a los representados. Y estos análisis debería estar realizándose
desde una comisión o grupo concreto que, una vez finalizado su trabajo, hiciese
públicas las conclusiones así como una batería de propuestas para el debate: no
todas las líneas deben ser motivo de asamblea, pero si todas las propuestas deben
ser debatidas, cuestionadas y enriquecidas desde el debate más amplio posible.
Y una vez elaborado el documento, ir integrando gentes
de diversa procedencia para, desde el acuerdo sobre las líneas de trabajo,
construir un movimiento social y político plural y diverso, sólido y no sujeto
a las coyunturas electorales, pero si preparado para afrontarlo con garantías
de convertirse en un proyecto mayoritario, pues de otra manera, los cambios y
transformaciones que se precisan serían frustrados y el abono para la derecha
populista institucionalizada, estaría dado.
No voy a plantear línea alguna, pues creo que esa
cuestión debería ser tratada en esas reuniones, asambleas plurales o similar, desde donde
poder integrar las diferentes y diversas opiniones, pero siempre velando por la
viabilidad en el marco legal en el que nos movemos, pues de lo contrario, sí
que se cae en un populismo vacío y superfluo que lleva, indefectiblemente hacia
la demagogia. Ni todos tienen razón en sus exigencias, ni se puede santificar
la opinión ciudadana porque ésta está “excesivamente” condicionada por
prejuicios e intereses” que, aunque legítimos, no siempre coinciden con los de
la mayoría de la ciudadanía. La estratégia, en mi opinión es; pedagogía y discusión, información y formación para poder construir más allá de la manipulación y la imposición sistémica en la que, pese a no considerarlo ni valorarlo, vivimos.
Y termino: al igual que Podemos ha hecho estos días (
con la presentación de una propuesta para el debate en materia económica), en
el ámbito local, los partidos y organizaciones políticas y sociales deberían
dotarse de unos planteamientos mínimos que, paralelamente a los procesos
coyunturales, transmitiesen a la ciudadanía que algo está naciendo y que vale
la pena participar. Sin sectarismo, sin exclusiones, pero con un programa para
debatir y concretar al que sumarse y del que sentirse parte. No un "recetario" de soluciones, pero si un documento abierto donde se aborden de forma transversal la problemática de un municipio desestructurado, carecte de modelo socio económico claro y de futuro y, al igual que el resto, víctima de una democracia representativa agotada que ha creado distancias insalvables entre la ciudadanía y sus representantes.
Seguir con la dinámica de programas electorales
coyunturales, estrategias tacticistas en lo que se dice y a quien, seguirá
empobreciendo la política y alejando a la ciudadanía, en una dinámica que únicamente
beneficia a las oligarquías que dominan y dirigen las organizaciones ( sean
personas u organizaciones integradas) en su propio interés y no en el de
transformar la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario