Los esfuerzos de los doctos en materia económica, los intelectuales de la clase media y los burócratas de los sindicatos están, en estos momentos en que la crisis golpea con fuerza a la clase trabajadora y asalariada en general, obcecados en rememorar los logros del capitalismo en la década pasada como un objetivo a recuperar, sin pararse un momento a pensar en la necesidad de introducir profundas transformaciones que aseguren, a la mayoría de la población, una vida digna, libre de la exclavitud del consumo desaforado que marca nuestra sociedad. Parece ser que un nuevo "New Deal" es necesario (se habla de refundar el capitalismo, cuando lo que significa simplemente es la renovación de ese pacto entre gobiernos y poder económico a cambio de algunas migajas) para salvar un sistema que, no es que esté condenado, sino que condena irremediablemente a millones de trabajadores a la miseria permanente. La idea del progreso gradual paracía asegurada para siempre y, evidentemente, cualquier referencia al término revolución se presenta como una reliquia del pasado, un término trasnochado y fuera de lugar en nuestra sociedad: la sociedad de la limosna social. Entonces, ¿que ha logrado el reformismo social liberal?.
La vida del capitalismo mundializado de nuestra época es una sucesión y una cadena de crisis. Cada una de las crisis es una catástrofe. La necesidad de salvarse de esas catastrofes parciales por medio del incremento del deficit público, prepara el terreno para otras crisis más profundas y más extensas. la lucha por conseguir mercados, materias primas y mano de obra a menor precio así como el tráfico de capitales y la especulación financiera ( en relación con el incremento constante de los beneficios) hacen inevitables las catastrofes económicas. Resulta evidente la decadencia del capitalismo, aunque los dirigentes políticos y sindicales se nieguen a verlo.
Se antepone la protección de los beneficios, la propiedad privada de los medios de producción como paradigma de la libre competencia ( libre competencia que únicamente se traduce en libre acumulación de beneficios en un polo y miseria en el otro). Se articulan medidas coyunturales que sirven de cataplasma temporal a un problema estructural. No se arbitran medidas para la reinversión de beneficios, no se reforman las leyes excepto para crear más precariedad laboral y exclusión social. Y, ante esta situación, ¿qué hacemos los socialistas?.
Desde mi punto de vista existe un aspecto en el que dejamos de trabajar hace muchos años: la extensión de nuestras ideas de igualdad y justicia social, la ideología que nos mantiene más de cien años como vanguardia de la clase trabajadora y clases populares. Esta falta de ideología social propicia una situación que Marx predijo a finales del siglo diecinueve: La teoría de la miseria creciente. Si la analizamos, podremos ver en ella determinados rasgos que, al igual que entonces, se reproducen en la actualidad.
"La acumulación de la riqueza en un polo es, en consecuencia, al mismo tiempo acumulación de miseria ( las dificultades económicas de más de tres millones de desempleados roza la miseria), el sufrimiento en el trabajo ( EREs, precariedad laboral, etc),exclavitud ( inmigración), ignorancia ( hemos pasado de ciudadanos/as a meros consumidores/as) y brutalidad ( la sociedad es cada día más opaca, está más embrutecida en la defensa de lo que consideramos privilegios, frente a la pobreza y miseria), y degradación mental en el polo opuesto. ¿Exagerado?. Si paramos un momento y analizamos la situación actual ( similar a la de otras crisis) llegaremos a conclusiones que, con toda seguridad harán que nos preocupemos más de lo que estamos ante lo que se nos avecina.
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