Intelectuales y políticos de la izquierda europea andan enfrascados en la búsqueda de una salida a la profunda crisis que atenaza a la izquierda en todos sus niveles, pero ninguno o muy pocos, están abriendo debate alguno sobre la necesidad de reconstruir la izquierda en su ámbito local. Los Ayuntamiento, Mancomunidades y Diputaciones precisan de una reformulación desde posiciones progresistas que planteen una renovación de ideas y propuestas en torno al papel de la izquierda en los entes institucionales más próximos a los/as ciudadanos/as, a los trabajadores/as.
Nuestra actuación no solo copia los modos y formas de la derecha, sino que en el terreno político adapta la gestión al concepto de "eficiencia" que la derecha ha impuesto: se privatiza o se apoyan privatizaciones, no se plantean propuestas de calado para democratizar las instituciones, no se estudian modificaciones en la legislación electoral para que la democracia pase del estadio de representativa a participativa, etc.
La derecha nos ha ganado por la mano mientras nos dedicamos a ir denunciando, cuando se hace, cuestiones puntuales en vez de plantear verdaderas alternativas, viables y coherentes a la gestión empresarial que se aplica a las instituciones.
En el caso de la Diputación, y a pesar de haber adaptado nuestra estructura orgánica a la provincia, seguimos sin "controlar" a un grupo de diputados que, en apariencia, están más preocupados por su propio status que por reconstruir nuestra credibilidad política. El Comité provincial, teledirigido desde su creación por intereses de familia orgánica, vive en un impas permanente, sin que se alce voz alguna exigiendo una reacción.
La cuestión local es más grave, pues hablamos de la administración primera desde donde los/as ciudadanos tienen la posibilidad de participar. El caso de El Campello es sangrante.
La crisis golpea las débiles estructuras económicas locales sin que haya respuesta alguna por parte, ni de los gobernantes de la derecha, ni de los representantes de la izquierda. Las cuestiones puntuales y la coyunturalidad centra la acción institucional pues no podemos hablar de acción política. No hay revisión de propuestas y, ni siquiera, se plantea una alternativa igualmente coyuntural a los problemas que atenazan el presente y el futuro socio económico del pueblo.
Cuando la izquierda busca una salida a la crisis de ideas, en los pueblos seguimos anclados en la comodidad, o del gobierno o de la cómoda y dulce oposición. Ni la estructura política toma las riendas, ni la representación institucional lidera una respuesta de calado y futuro, no vaya a ser que esta misma respuesta remueva conciencias y hasta cargos.
Es necesario un debate profundo sobre nuestros programas, un debate en el que la sociedad tenga un papel principal y participe haciendo suyos los planteamientos y coliderando la reacción. Es necesario afrontar cambios y transformaciones , tanto en nuestra estratégia como en nuestra presencia pública. Pero este cambio, estas transformaciones debe liderarlas un partido que acierte a discriminar la coyunturalidad de las propuestas a medio plazo, que tenga la capacidad de reaccionar e impulsar debates más allá de nuestro propio ombligo.
Siempre hay hombres y mujeres dispuestos/as a lanzarse al incierto terreno del debate ideológico y programático, pero en este caso no bastará, pues las estructuras orgánicas van a frenar cualquier intento de discusión, a menos que se asuma que hay otros modos y formas de ponerlo en marcha. Reivindiquemos la acción directa como elemento de rebeldía y abramos un debate sobre el futuro de la izquierda, sobre nuestro futuro como partido vanguardia de las posiciones progresistas y de la clase trabajadora.
Resignarse o acomodarse esperando que los tiempos cambien no es ético ni moral desde una posición de izquierdas comprometida. Aceptemos y asumamos colectivamente una autocrítica que sea el primer escalón en la construcción de un verdadero proyecto alternativo y no desde la alternancia.
SALUD Y SOCIALISMO.
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