Me he permitido utilizar un título para ésta opinión que no es mio. El título corresponde a un magnífico libro de José Antonio Pérez Tápias. Un libro en el que se recopilan diversos artículos publicados por este autor en diferentes medios de opinión sobre las contradicciones de una izquierda que, pese a nombrarse, se busca en las propuestas y actitudes. Dicho esto, paso a plantear el porqué considero que la izquierda local, a pesar de existir, se busca.
Quizá hablar de izquierda y/o derecha pueda parecer anticuado; ahora parece que está al orden de la calle hablar de los de "arriba y los de abajo" o simplemente de la ciudadanía. Pero, me permito utilizar éstos términos porque yo sí creo que los valores, principios e ideas siguen separando izquierda y derecha, a pesar del dominante discurso del fin de los "grandes relatos". Y, hablando de la izquierda, y sin referirme en concreto a ningún partido u organización en particular , considero que, no solo la autodefinición como tal, supone que pueda ser encuadrada éste o aquel partido en un lado u otro: el discurso y la practica son los que sitúan a unos o a otros en un lado de la balanza ideológica. Como decía, hablar de la izquierda, en éstos momentos, es hablar de las organizaciones con representación institucional, pues no existe un movimiento ciudadano que defienda o plantee con claridad y concreción un proyecto alternativo que pueda encuadrarse claramente en la izquierda ( es posible que algunos puristas, quizá los más acérrimos defensores del dogma, se autoconsideren como parte indefectible de la izquierda más pura y casta, pero, no solo de discursos y/o gestos vive la sociedad).
La labor que los grupos políticos de la oposición han realizado se caracteriza, en mi opinión, por un continuo deambular: unos, desde posiciones más o menos reivindicativas y generalistas, desde posiciones más o menos radicales respecto a principios propios e históricos. Otros, desde el discurso y el uso del simbolismo para construir un espacio alternativo pero sin definir con claridad el qué o el cómo. Y otros, simplemente practicando un seguidismo argumental remitido por sus dirigentes, sumidos en el institucionalismo más paralizante. Unos y otros, carecen en la actualidad de un proyecto que anteponer al no-proyecto que nos gobierna desde hace dos décadas, a excepción de planteamientos más o menos propagandísticos respecto a un paquete de cuestiones que no centran, en absoluto ( y pese a su relevancia, que la tienen) los problemas estructurales que deberían estar abordando.
Evidentemente, está crítica sin señalar a nadie podría provocar que alguien o algunos se sintiesen aludidos, pero eso ya entra en la capacidad que cada cual tenga de mirar su reflejo en la realidad.
Lo cierto es que, habiendo tenido la oportunidad de desbancar al gobierno del no-proyecto, se antepusieron intereses y actitudes personales, ¿o quizá no?. Tres son las cuestiones que podríamos valorar: una, que como decía los intereses o actitudes impidieron llegar a un acuerdo. Dos, que el acuerdo fuera imposible ante la inexistencia de una propuesta general que contrastar, y tres, que determinados discursos sobre "las traiciones" y/o "engaños", hicieran del todo punto imposible ni siquiera empezar a hablar.
Diversas son las cuestiones que se implican en la actual situación: la propia situación orgánica local de las organizaciones, determinadas "taras" o resquemores históricos, el desinterés en un proyecto más allá del propio, e incluso, los intereses o ambiciones que legítimamente (no hablo de cuestiones éticas) pudieran existir. Lo cierto es que, si lanzamos una ojeada al futuro más inmediato, no parecen existir propuestas que aglutinen o puedan aglutinar a corto plazo ( siete meses es corto plazo) a la opinión pública agregada necesaria como para propiciar un vuelco electoral ( única vía posible en nuestro municipio a la vista de la histórica desafección de la ciudadanía local hacia los asuntos municipales, en general).
Pero no me gustaría terminar sin plantear lo que en mi opinión sería un acto de reflexión, más allá de as propias organizaciones: la convergencia. Y con ésto no me refiero a acuerdos electorales únicamente, sino a encuentros y coincidencias sobre qué cosas son las que se necesita actuar, cómo hacerlo y con qué objetivo, además de con qué mecanismos ciudadanos contar para que sea un encuentro y una coincidencia lo más amplia posible. No me refiero a los posibles acuerdos estratégicos, sino a debates públicos en "abierto" que configuren una agenda concreta de asuntos y actuaciones que saquen a nuestro pueblo del marasmo institucional y la desidia social.
Podría, como en alguna otra ocasión he hecho, hablar de cuestiones concretas, de asuntos concretos, pero considero que es más necesario y urgente instar a una reflexión que plantear líneas que, en definitiva, deberían ser motivo de un debate más amplio donde el estatus que se ocupe no sea lo relevante, sino que lo verdaderamente importante fuera únicamente el rol de ciudadano o ciudadana.
Evidentemente, son simples opiniones de un "opinador" empedernido cuyo objetivo no es tener razón, sino razonar humildemente sobre ideas, sin más ambición que la de mejorar colectivamente el futuro, nuestro y de nuestros hijos e hijas.
Quizá hablar de izquierda y/o derecha pueda parecer anticuado; ahora parece que está al orden de la calle hablar de los de "arriba y los de abajo" o simplemente de la ciudadanía. Pero, me permito utilizar éstos términos porque yo sí creo que los valores, principios e ideas siguen separando izquierda y derecha, a pesar del dominante discurso del fin de los "grandes relatos". Y, hablando de la izquierda, y sin referirme en concreto a ningún partido u organización en particular , considero que, no solo la autodefinición como tal, supone que pueda ser encuadrada éste o aquel partido en un lado u otro: el discurso y la practica son los que sitúan a unos o a otros en un lado de la balanza ideológica. Como decía, hablar de la izquierda, en éstos momentos, es hablar de las organizaciones con representación institucional, pues no existe un movimiento ciudadano que defienda o plantee con claridad y concreción un proyecto alternativo que pueda encuadrarse claramente en la izquierda ( es posible que algunos puristas, quizá los más acérrimos defensores del dogma, se autoconsideren como parte indefectible de la izquierda más pura y casta, pero, no solo de discursos y/o gestos vive la sociedad).
La labor que los grupos políticos de la oposición han realizado se caracteriza, en mi opinión, por un continuo deambular: unos, desde posiciones más o menos reivindicativas y generalistas, desde posiciones más o menos radicales respecto a principios propios e históricos. Otros, desde el discurso y el uso del simbolismo para construir un espacio alternativo pero sin definir con claridad el qué o el cómo. Y otros, simplemente practicando un seguidismo argumental remitido por sus dirigentes, sumidos en el institucionalismo más paralizante. Unos y otros, carecen en la actualidad de un proyecto que anteponer al no-proyecto que nos gobierna desde hace dos décadas, a excepción de planteamientos más o menos propagandísticos respecto a un paquete de cuestiones que no centran, en absoluto ( y pese a su relevancia, que la tienen) los problemas estructurales que deberían estar abordando.
Evidentemente, está crítica sin señalar a nadie podría provocar que alguien o algunos se sintiesen aludidos, pero eso ya entra en la capacidad que cada cual tenga de mirar su reflejo en la realidad.
Lo cierto es que, habiendo tenido la oportunidad de desbancar al gobierno del no-proyecto, se antepusieron intereses y actitudes personales, ¿o quizá no?. Tres son las cuestiones que podríamos valorar: una, que como decía los intereses o actitudes impidieron llegar a un acuerdo. Dos, que el acuerdo fuera imposible ante la inexistencia de una propuesta general que contrastar, y tres, que determinados discursos sobre "las traiciones" y/o "engaños", hicieran del todo punto imposible ni siquiera empezar a hablar.
Diversas son las cuestiones que se implican en la actual situación: la propia situación orgánica local de las organizaciones, determinadas "taras" o resquemores históricos, el desinterés en un proyecto más allá del propio, e incluso, los intereses o ambiciones que legítimamente (no hablo de cuestiones éticas) pudieran existir. Lo cierto es que, si lanzamos una ojeada al futuro más inmediato, no parecen existir propuestas que aglutinen o puedan aglutinar a corto plazo ( siete meses es corto plazo) a la opinión pública agregada necesaria como para propiciar un vuelco electoral ( única vía posible en nuestro municipio a la vista de la histórica desafección de la ciudadanía local hacia los asuntos municipales, en general).
Pero no me gustaría terminar sin plantear lo que en mi opinión sería un acto de reflexión, más allá de as propias organizaciones: la convergencia. Y con ésto no me refiero a acuerdos electorales únicamente, sino a encuentros y coincidencias sobre qué cosas son las que se necesita actuar, cómo hacerlo y con qué objetivo, además de con qué mecanismos ciudadanos contar para que sea un encuentro y una coincidencia lo más amplia posible. No me refiero a los posibles acuerdos estratégicos, sino a debates públicos en "abierto" que configuren una agenda concreta de asuntos y actuaciones que saquen a nuestro pueblo del marasmo institucional y la desidia social.
Podría, como en alguna otra ocasión he hecho, hablar de cuestiones concretas, de asuntos concretos, pero considero que es más necesario y urgente instar a una reflexión que plantear líneas que, en definitiva, deberían ser motivo de un debate más amplio donde el estatus que se ocupe no sea lo relevante, sino que lo verdaderamente importante fuera únicamente el rol de ciudadano o ciudadana.
Evidentemente, son simples opiniones de un "opinador" empedernido cuyo objetivo no es tener razón, sino razonar humildemente sobre ideas, sin más ambición que la de mejorar colectivamente el futuro, nuestro y de nuestros hijos e hijas.
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