PODEMOS ha celebrado su Asamblea, por así decirlo, constituyente. Realmente será ( la Asamblea) el mecanismo a través del cual se concrete la formación de un partido político que, guste más o menos, se esté de acuerdo en mayor o menor grado con sus propuestas, discursos o métodos, suscita interés. Que el resto de partidos tradicionales estén verdaderamente expectantes, e incluso se permitan el "lujo" de opinar sobre la "táctica" de Podemos, es un síntoma, no solo de ese interés, sino en más de un caso, de preocupación.
Y, ¿porqué preocupa podemos?. Desde las cúpulas de los partidos, la preocupación se centra, no solo en los posibles (reales) votos que pueda restar la propuesta electoral de Podemos ( sola o en coalición), sino en que está provocando dos efectos en la militancia que para bien o para mal sustenta a las cúpulas dirigentes. Por un lado, el cuestionamiento de la profesionalización excluyente de las élites. Por otro, el método democrático con el que se toman las decisiones, alejado de la decisión cupular que acostumbran a desarrollar los partidos tradicionales. Una y otra cuestión preocupa, aunque, evidentemente, la resta de votos también lo hace, porque la perdida de poder institucional es una perdida paralela de medios de esa élite profesional que ha ocupado, ocupa y, si nada lo remedia ( incluso a pesar de la perdida de apoyo electoral, pero conservando aunque sea un pírrico y mínimo poder institucional), lo seguirá ocupando.
Podemos, con su mensaje transversal, apela, no solo al sentido del cabreo, sino al común al plasmar politicamente lo que muchos y muchas piensan ( pensamos) de la actual clase política: el término casta, referida a esas élites excluyentes, lo resume.
Pero ahora Podemos tiene ante si varios puntos de inflexión. El primero, elegir el cómo quiere organizarse para, siendo eficaces, no perder la referencia ni los referentes que movilizaron el 25M a más de un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas. Y en segundo lugar, concretar las propuestas, primero sobre las candidaturas ( si o no a presentarse en solitario o en convergencia a través de candidaturas de unidad popular) y en paralelo, pero en mi opinión, más importante, sobre los programas y propuestas que sustentarán esas candidaturas. Romper el circulo vicioso en el que un exceso de asamblearismo puede arrastrar, y concretar, siguiendo el método de trabajo y debate, qué se quiere para cada ámbito y cómo se quiere.
Van a ser semanas en las que, si la euforia fruto de los sondeos se lo permite, la opción Podemos puede concretarse o enrocarse en una dinámica estéril que haría que la utilidad que pudiera tener la herramienta, quedase únicamente en el simbolismo sentimental y romantico de la agitación ciudadana, algo que a los que tenemos ese punto de romanticismo nos llena de emoción, pero que haría inservible la herramienta para los fines que se está creando: asaltar un sueño.
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