Las declaraciones realizadas por el presidente de la Asociación Española de la Banca (AEB), Miguel Martín, en las que culpa al gobierno y a los ciudadanos de ser los responsables de la situación económica que se vive en España y, al mismo tiempo, de que la banca es la que sostiene todo el tinglado con su esfuerzo y su solidez, es la tomadura de pelo más esperpéntica y más vergonzosa que ha ocurrido en este país en los años que llevamos de democracia. |
El Sr. Martín ha dejado muy claro, aunque ya era transparente, su postura, la de la AEB, ante esta situación. Es decir, ellos acuden sin ningún complejo a recoger el dinero que el Estado les da, pero luego se lo quedan para ellos, alegando que todo es cuestión de solvencia de las empresas y de los ciudadanos.
El Sr. Martín dice que los ciudadanos se han excedido en sus gastos y en sus previsiones, pero no dice que ellos se hacen de oro manejando el dinero de los ciudadanos, no dice que cuando el paro se dispara ellos siguen dando beneficios, no dice que la situación económica del país no les quita el sueño porque ellos nunca pierden.
Las declaraciones de este señor, como representante de su sector, indican claramente en lo que se ha convertido la banca, en lo que se ha permitido que se convierta.
El sector más poderoso del país y del mundo, porque maneja el dinero de todos, se ha convertido en una auténtica mafia y en el primer problema que tiene ahora mismo cualquier democracia y cualquier país libre.
Su actitud es repugnante, sus métodos son fascistas, su falta de escrúpulos y de conciencia hacia la realidad que vive la sociedad, es absolutamente inhumana.
Sr. Zapatero, tiene Ud. un problema que solucionar.
Como bien sabe, no se puede servir a dos amos a un mismo tiempo. Ud. fue elegido por los ciudadanos en unas elecciones democráticas. Los que le votaron, una mayoría, depositaron en Ud. su confianza. Ahora los ciudadanos, que se ven ahogados por falta de dinero, esperan de Ud. que corrija esta situación para que el dinero fluya libremente, tal y como es la obligación del Estado.
El gran enemigo es la avaricia, el egoísmo, la prepotencia y la falta de solidaridad de unos “señores” que acaparan, desde su poltrona de poder, el dinero que es imprescindible para los ciudadanos.
Ud. ahora mismo no puede estar a bien con ambas partes. La situación se va a convertir en insostenible, aquí y en todo el mundo.
El Estado tiene “argumentos” y leyes para poner a cada uno en su sitio. No es, por tanto, hora de sonrisas y de posturas hipócritas. Es hora de acción, de tomar medidas definitivas, de cortarles las alas, de una vez por todas, a esta pandilla de mafiosos que, como vampiros, engordan cada día con la sangre chupada a los ciudadanos.
Lo que está ocurriendo es una vergüenza, una falta de respeto y un peligro total para la estabilidad social del país.
Ud. sabe, como todos lo sabemos, que la banca no entiende de cuestiones políticas. Con Franco eran los putos amos y con Ud. siguen siendo los putos amos. Están por encima de las leyes, por encima del bien y del mal, por encima de todo y de todos. Saben que tienen poder y saben que se les tiene miedo.
No se trata de reclamarles, de rogarles, de convencerles, de suplicarles. Se trata de imponerles, de exigirles, de ordenarles.
Échele un par de huevos y cumpla con aquellos que confiaron en Ud. Al fin y al cabo España, y lo que en ella hay, es de todos los españoles.
Ud. también es su presidente, aunque a ellos se la traiga floja todo lo que no sean sus beneficios.
Es mucho lo que hay en juego. Animo y al toro.
Y a los ciudadanos, a todos los ciudadanos que según parece somos culpables del descalabro económico que sufre el planeta, se supone que por haber picado, por haber caído en la trampa del consumismo absurdo en el que nos han enseñado a vivir, educado para vivir, pues sólo decirles que si los banqueros nos acusan de lo que ellos han provocado, sería bueno que nos uniéramos y retiráramos todos nuestros ahorros de sus burdeles, perdón, de sus honorables negocios, y ver así si seguían manteniendo su actitud provocante, desafiante y rastrera.
Se olvidan de que su “negocio” está en función del ciudadano, que dependen de él, que viven de su sangre y sudor.
Pero han desarrollado tanta soberbia que lo han olvidado. Dan asco.
Qué bueno sería darles una buena lección.
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