El 9 de enero Madrid se despertó cubierta de nieve y la mayoría de sus vecinos se mostró encantada con ese excepcional paisaje invernal. Pero no fue un día tan feliz para aquellos que, tras pasar la noche en un albergue, se vieron obligados abandonarlo al llegar la mañana encontraron temperaturas por debajo de -2º cuando buscaban iglesias y bibliotecas donde cobijarse.
Todos los años, a finales de noviembre, el Ayuntamiento de Madrid pone en marcha la campaña contra el frío en la que ofrece alojamiento nocturno a personas sin hogar. La red municipal de albergues cuenta con 1.300 plazas estables que se amplían a 1.600 con la campaña. Según la ONG Solidarios para el Desarrollo, sólo en Madrid hay 6.000 personas sin hogar. Esta ONG considera que los recursos sociales “siguen siendo escasos y no cubren las necesidades del colectivo”, por ello reclaman que el número de plazas sea constante todo el año, porque “el frío no mata, mata la calle”.
“Desbordados”
Enrique Cuesta, de Acción en Red, también difiere del discurso institucional: “Los Servicios Sociales están saturados y el colectivo de personas sin hogar está al límite desde hace años. Se ha dado servicio a todos los demandantes, pero tener gente esperando tres o cuatro horas a la intemperie, y que acaben durmiendo en un sofá o en pensiones inmundas, son soluciones que atentan contra la dignidad de estas personas”. Cuesta considera que este año el Ayuntamiento se ha visto desbordado: “Gran parte de la sociedad aún no ve los servicios sociales como algo de todos y son las familias las que cargan con la responsabilidad y evitan el caos”, apunta.
De hecho, muchas personas sin hogar no acuden a los albergues. Anthony Remierger, responsable de la Campaña, considera que el ambiente de los albergues y el miedo a perder el sitio fijo donde reciben limosnas provocan el rechazo.
Darío Pérez, jefe del Samur Social, resumió el problema declarando que: “Son personas con problemas de orden mental o alcoholismo crónico. Ante estas situaciones es importante coordinarnos con otros servicios para proceder a ingresos involuntarios”. Pero desde el blog sinhogar.org se ofrece otro punto de vista: “No quieren estar en la calle, pero tampoco quieren utilizar los albergues. Por algo será. Sólo un 5,6% en Madrid quiere un albergue”.
El perfil del sin hogar también varía. Enrique Cuesta comenta que “cada vez hay más gente joven, con proyectos vitales de coste elevado (hipotecas, empresas, etc.) que debido a la precariedad se ven en esta situación. Más que a los albergues, van a comedores y otro tipo de servicios asistenciales”. Los principales motivos son el desahucio por impago de deudas, el abandono sin recursos del hogar, las rupturas familiares, las depresiones o los trabajos precarios. Aquellos con vínculos sociales más frágiles ven así cómo estos desaparecen. “Los migrantes suponen ahora un 60-70%”, apuntan desde Acción en Red.
“Se han perdido diez años de desarrollo en esta área”, declaran desde esta asociación, que acusa a las administraciones de dejadez: “Se funciona a golpe de efecto electoral y tras dos años se desmontan los operativos. No se crean redes. Cuando había capacidad de sobra para invertir no se ha hecho. A esto se une el actual discurso ideológico de eliminación de lo social”. Pero el jefe del Samur Social no lo ve así: “Hay estrategias personalizadas para cada caso. Para nosotros, los indigentes que están en la calle no son un número”. Micael Michel, de la organización Cuarto Mundo considera que los servicios “se diseñan pensando sólo en emergencias. No se analizan las causas y la única alternativa es el albergue. Así se deshumaniza a la gente “. La dificultad de organizarse Cuarto Mundo es una de las organizaciones que apuesta por la autoorganización de los sin hogar como alternativa. “El primer reflejo de alguien en esta situación es intentar solventar el problema por su cuenta, pero enseguida se dan cuenta de que van de un albergue a otro y que ésa no es la solución”, comenta Michel. “Es un proceso muy difícil. Los individuos no se reconocen en esas situaciones, y menos como parte de un colectivo de gente con los mismos problemas”, apuntan desde Acción en Red. Y avisan: “Dentro de un año se empezará a notar un incremento brutal de gente sin hogar”.
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