Artículo 9 Ley Orgánica 6/2002 de 27 de junio de
Partidos Políticos.
c) Complementar y apoyar políticamente la
acción de organizaciones terroristas para la consecución de sus fines de subvertir
el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública, tratando de
someter a un clima de terror a los poderes públicos, a determinadas personas o
grupos de la sociedad o a la población en general, o contribuir a multiplicar
los efectos de la violencia terrorista y del miedo y la intimidación generada
por la misma.
2. Un partido político será
declarado ilegal cuando su actividad vulnere los principios democráticos,
particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen de
libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático, mediante
alguna de las siguientes conductas, realizadas de forma reiterada y grave:
Artículo 9.3
d) Utilizar como instrumentos de la
actividad del partido, conjuntamente con los propios o en sustitución de los
mismos, símbolos, mensajes o elementos que representen o se identifiquen con
el terrorismo o la violencia y con las conductas asociadas al mismo.
i)
Dar cobertura a las acciones de
desorden, intimidación o coacción social vinculadas al terrorismo o la violencia.
Una
lectura desinteresada de la Ley ,
nos conducirá a determinar deducciones concretas de fácil aplicación a la
realidad. Todo ello y que, junto con la lectura, nos planteemos las preguntas
oportunas sobre su articulado y los acontecimientos que se vienen produciendo
desde hace años en la política española.
De esa
lectura, personalmente extraigo la conclusión de que, el partido de la derecha
que gobernaba España en 2004, el 11 de marzo cometió, utilizando la legitimidad
del poder, presuntos delitos que deberían haberse juzgado e investigado junto
con los terribles acontecimientos que ese día sacudieron la vida de éste país. La
mentira y la manipulación llegaron a tal extremo que, de forma inmediata los tribunales
tendrían que haber abierto diligencias contra los miembros del gobierno de la
ignominia. Pero eso no se hizo, al contrario; se inició y amplió ( a los medios
llamados “conservadores” cuando su definición a partir de ese momento tendría
que haber sido “involucionistas”) la campaña de intoxicación que,
desgraciadamente ha llegado hasta nuestros días. Dirigentes actuales del
partido de la ignominia se permiten el lujo, después de haberse celebrado un
juicio con su consiguiente sentencia, de seguir cuestionando los sucesos,
dejando puertas abiertas a la teoría de la conspiración. Los que conspiraron
para sacar rédito político fueron ellos, y los que siguen conspirando desde
unas estructuras orgánicas constantemente sacudidas por la corrupción y la
mentira, son ellos.
Creo que
la sociedad no debe olvidar ni pasar página. Las victimas no fueron tratadas
como a otras de otros conflictos y atentados, las familias siguen sufriendo el
olvido al no haber dejado que las manipulasen. Eso, en un país que se
autodefine como democrático y de derecho, no es normal, y la anormalidad no
puede, ni ser olvidada, ni ser justificada, ni ser arrinconada en beneficio de
otros intereses coyunturales. Los que manipularon y mintieron, siguen
ostentando cargos ( incluso el de Presidente del Gobierno) y eso es una mancha
que solo se borraría aplicando la ley con todas sus consecuencias.
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