Es evidente
que las vías de comunicación no pueden restringirse únicamente a los períodos
electorales, aunque la realidad sea ésta. La sociedad se está revelando contra éste
tipo de democracia al haberse demostrado como “perniciosa” para la calidad
misma del sistema que pretende reproducirse a través, únicamente del voto. Pero me gustaría apuntar que éste organismo que se
reivindica con vehemencia no es el paradigma de las soluciones a un problema
que, en mi opinión, parte de la actitud misma de los cargos públicos que nos
representan: la simplificación que éstos hacen de la política local la vacía de
contenido, centrándose únicamente en la gestión como ideario de funcionamiento.
En primer lugar considero que se deben dar los instrumentos a la ciudadanía
para ejercer de forma responsable y, por lo tanto eficaz, la participación en
la gestión municipal. Esos instrumentos parten de una estructura básica que fue
ideada ( y creada, aunque disuelta por el gobierno municipal dejándola morir de
“inanición”) para propiciar la participación sectorial: los consejos
sectoriales. Estos órganos consultivos de participación sectorial culminaban (
o al menos esa era la intención) en un consejo que, sin denominarse así, bien
podría ser el de ciudad: los miembros participantes en los consejos sectoriales
designaban vocales a ese Consejo de Ciudad. O lo que es lo mismo ( y sigue
siendo una opinión): horizontalizar la participación, creando hábitos.
Considero
que la participación es imprescindible, pero ésta requiere de unas condiciones
que considero que no se dan: conceptos como el de corresponsabilidad y
solidaridad deben ser los que primen frente a la confrontación micro
territorial ( que no es más que otra forma de “localismo” sui generis del mismo
tipo que los idearios nacionalistas cuya base es el sentido de pertenencia
dentro de un nuevo imaginario social desestructurado). De lo contrario,
considero que se convertirían en órganos de reclamación de carácter sectorial (
de un barrio, de una calle…).
Estando de
acuerdo con la redactora del artículo, simplemente apuntar que, desde el exiguo
movimiento vecinal ( no por su número, pero si por la ausencia de principios
colectivos) se debería promover, desde la plataforma existente, un Consejo
Ciudadano paralelo que comenzase a caminar en los objetivos de participar
colectivamente. Un buen instrumento inmediato pueden ser los presupuestos
municipales, que siendo en la actualidad un mero instrumento administrativo,
podría convertirse en una herramienta democrática de participación.
Finalmente
me gustaría señalar que, la participación, siendo una necesidad perentoria de
cara a reconfigurar la democracia local, no puede ni debe convertirse en un “fetiche”
sin sentido de conjunto; sin sentido colectivo. Si esto sucede, no podríamos
hablar de participación, sino simple y llanamente de la constitución de “lobies”
de barrio, distrito, etc.
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