El gobierno del Ayuntamiento de El Campello
tiene puestas todas ( no tiene más) sus esperanzas en la Universidad privada
que se prevé construir. Y con esa esperanza, y sus “ingentes” esfuerzos en
materia de turismo ( sin que sigan sin darse cuenta que el turismo es, además
de una actividad económica coyuntural, victima de la crisis económica),
pretenden plantear a la anestesiada ciudadanía un escenario en el que su “gestión”
es la única posible. Y no es así.
Me sorprende cada día más la cortedad de una
oposición que practica la política reduccionista como argumento y el simplismo
como estrategia. La crítica de lo cotidiano no debería sobreponerse al
planteamiento de un proyecto general cuyo objetivo sea sacar de la apatía
social y económica a un municipio, que podría afirmar sin miedo a que se me
tache de alarmista, es ciertamente miserable.
No obstante, y como en relación a la oposición
lo único que puedo hacer es seguir sorprendiéndome, opinaré sobre la cuestión
del empleo directo que una Concejala plantea y que el gobierno rechaza con
argumentos falaces.
Sí se puede contratar personal. Lo que es
imposible es la creación de nuevas plazas en la plantilla municipal. Pero la
contratación de personal para la realización de trabajo de mantenimiento y
adecuación urbana sería posible, siempre y cuando el gobierno municipal
argumentase la necesidad, no solo por la vía de la prioridad temporal, sino
también desde la urgencia social (argumento que, con toda seguridad escapa al
entendimiento de los actuales gobernantes).
No solo la limpieza de barrancos, sino la
adecuación urbana, no tiene que pasar por la contratación de empresas (sistema
que se emplea igualmente desde una posición no solo acomodaticia, sino de una
miseria política preocupante); se puede contratar a través de la partida
prevista para ello en los Presupuestos municipales, previa elaboración de una
memoria y la oferta correspondiente. Lo que ocurre es que el actual gobierno
prefiere que los trabajos sean realizados con un costo mayor y con un beneficio
para el empresario y no para el trabajador. Me explico.
La contratación de una empresa conlleva un
margen de beneficio ( no solo destinado a la amortización de costes laborales)
que se embolsa el empresario. Los contratos ( a parte del fraude que pueda
producirse respecto al tipo y modalidad de contratos) suelen ser miserables,
algo que a la administración, evidentemente, parece que no le importa. La
contratación directa, además de aprovechar las bonificaciones existentes,
garantiza unas condiciones justas y legales, además de ahorrar el margen de
beneficio que se llevaría el empresario. ¿No es más justo e incluso más barato?
Para finalizar simplemente decir que, si
analizásemos el volumen de horas extras y productividad que el Ayuntamiento
abona a los trabajadores y trabajadoras municipales, podríamos valorar la
posible repercusión de una verdadera política de empleo en el municipio. Si la
ciudadanía prefiere seguir pensando que “todos son iguales”, “que todos se lo
llevan crudo”, pero no hacer nada por evitarlo, allá ellos: seguiremos viviendo
una realidad pobre y construyendo un futuro miserable.
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