Una pregunta que
muchos y muchas nos hacemos. También la de, ¿qué izquierda?.
Si nos atenemos a las
encuestas, existe la posibilidad de que el resultado de las elecciones
municipales en 2015 repita el de 2011, entonces, ¿el resultado sería el mismo?.
No, no sería el mismo, ni sería lo mismo. No sería el mismo porque
presumiblemente la “división” electoral que se produjo tanto en Compromís como
en el PSPV estarán, podríamos decir; resueltas. Una por el acuerdo establecido
por Decido con la derecha para formar parte del gobierno, y otra por el más que
posible acuerdo que integrará a Bloc e Iniciativa en una sola candidatura. Ahora
bien, ¿es posible un gobierno plural? ( lo de tripartito no me gusta y no creo
que se ajuste a la necesidad de ese nuevo modelo que exige la sociedad).
La división de la
izquierda es un hecho que, en mi opinión, expresa la pluralidad y el debate
continuo que en el seno de los movimientos progresistas y de izquierda se han
producido históricamente. La izquierda, a diferencia de la derecha, lleva
siglos reflexionando sobre si misma. Nos quejamos de que la derecha va unida,
pero lo que realmente representa la derecha es la ausencia de debate, de
cuestionamiento y de crítica, uniéndose en base a intereses y no a ideas.
Personalmente
considero que la competitividad electoral, junto a los enfrentamientos
históricos ( no sólo basados en la divergencia de las ideas o programas),
plantean un escenario donde esa unidad no puede (ni debe) basarse en un “partido
único”. Debería construirse en base, primero, a una autocrítica interna, y en
segundo lugar a la necesidad de generar una idea alternativa compartida.
En el ámbito local,
la derecha no se cuestiona el modo de gestionar políticamente la institución
municipal pero, ¿se lo cuestiona la izquierda?. Desde una perspectiva ideológica
sí, pero vemos que desde la perspectiva practica de gobierno, no es así
(tenemos el caso de Andalucía, por ejemplo).La capacidad de generar una idea
alternativa sobre la gestión de lo municipal es una necesidad que podría
suponer la cimentación en torno a dos
objetivos: los derechos sociales y de ciudadanía y los derechos económicos en
el ámbito local.
Evidentemente para
llegar al nivel de negociación sobre los dos ejes mencionados, es precisa una
reflexión sobre lo personal y lo público, o lo que es lo mismo: sobre si
anteponer los intereses personales y orgánicos o los intereses de un proyecto
plural que aglutinase a la mayoría de la sociedad Campellera. Y digo que es
necesaria, puesto que el “fracaso” del 2011 debe achacarse principalmente a la
superposición de lo personal sobre lo público, de los intereses personales a
los del acuerdo político.
En cuanto a la
voluntad de acuerdo, evidentemente los resultados condicionarán su viabilidad. No
obstante, el enfoque de esa voluntad de acuerdo debería tener una proyección
social previa a la campaña en si misma. Sería interesante ( o necesario, como
quiera verse) que las organizaciones en liza estableciesen previamente las líneas
sobre las que estarían dispuestas a construir un acuerdo. De esta manera la
ciudadanía visualizaría la existencia de un proyecto más allá de los intereses
electorales que podría suponer el comienzo de algo con una proyección temporal
y política sumamente interesante.
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