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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

jueves, 7 de agosto de 2014

LO QUE SE PODRIA HACER EN SEPTIEMBRE.

Estamos inmersos en los calores sofocantes del verano. Algunos afirman que es el “más caluroso…de siempre”. Pero, como siempre, y más en lo relacionado con la meteorología (y en otras cosas también), tenemos, en general, la memoria (en éste caso climatológica), muy corta.
Pero una vez que los sopores veraniegos remitan, que el hecho anecdótico de la aprobación del Presupuesto municipal para 2014 se aprobase con un retraso de más de siete meses, y a la vista del talante “mayoritario” del gobierno municipal, me voy a permitir dar mi opinión sobre lo que yo haría en septiembre.
Septiembre es el mes en el que los estudiantes vuelven a clase, es el mes en el que, en definitiva, la vida parece retornar la rutina. Pero, en lo que respecta a la política local, volver a esa rutina sería catastrófico. De ahí, que me permita dar algunas ideas que, personalmente creo que serían, más que necesarias, ilusionantes para muchos, entre los que me cuento.
La legislatura está prácticamente agotada, y seguir haciendo historia de la misma no beneficia a nadie; y tampoco a los que la hagan desde el resquemor a lo que pudo ser, no fue, y fue al revés. Los grupos y partidos políticos con representación municipal tendrían que empezar a pensar en clave democrática (conste que no digo electoral, pues si así fuera, cada cual empezaría a diseñar su propia candidatura, con sus consecuencias). Y pensar en clave democrática conlleva hacer un ejercicio de humildad y de generosidad. De humildad, siendo autocrítico con lo hecho. De generosidad (creo que, igual generosidad no es el término: sería, de responsabilidad, quizá), pensando que el cargo que se ocupa debe ser compartido con la ciudadanía, pero de verdad, no solo en el discurso.
Los que están y los que quieren estar, tendrían que dejar aparcado el discurso que, aun siendo ventajoso y rentable electoralmente, es atomizador en su génesis. Tendrían, entre todos (los que están, y los que quieren estar) una especie de mesa, foro o como quiera llamársele para, desde el dialogo de lo posible, concretar lo imposible: una propuesta de programa de trabajo unitario. Hablar de qué hacer, del cómo y del porqué. Hablar de cómo conseguir una democracia que pase de ser representativa en lo formal y participativa en lo discursivo, a realmente de la ciudadanía. Una democracia que “enganche”; un verdadero proceso generador (pues la regeneración sería volver a generar, y en el caso de la democracia local, nada hay que regenerar sino que hay que generar) de ilusión. Desde la pedagogía política y social, sin partidismo, sin querer ser protagonistas de nada sino simples vehículos de ese cambio necesario para afrontar el futuro después de veinte años de ostracismo donde la estática (la tradición) se ha impuesto a cualquier dinámica (los cambios). Un cambio donde la capacidad de cambio se transfiera a la ciudadanía, intentando los partidos y grupos ser una herramienta y no un fin.
Hablaría, por ejemplo, de presentar una propuesta general y genérica de presupuesto para 2015 donde, a falta de la concreción de los informes pertinentes, se avanzara en líneas de actuación, en estrategias y en programas: donde los derechos de los “más” se caigan del discurso y pasen a ser una casi realidad (a falta de las urnas). Evidentemente, eso es lo que yo haría, pero me temo mucho que las virtudes a las que antes hacia referencia (humildad y generosidad) pueden chocar contra determinados intereses en mantener la situación como hasta ahora. Donde el estatus (con sus consiguientes intereses) sea lo importante y no un pueblo que, como es más que evidente, asiste mayoritariamente a su futuro como algo ajeno. Hacer un gesto que dentro de unos años sea visto como aquel ejercicio de responsabilidad que devolvió la ilusión y el control de su futuro a los vecinos y vecinas.

Es solo una idea, aunque algunos la verán como un intento de “tener razón”. Aunque ésta (la razón) la dan y la quitan las urnas. Y de poco (esperemos que no) va a servir que cada uno salga el día después a decir aquello de “hemos ganado”, si los que gobiernan son los mismos, con las mismas políticas.

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