La reunión
de la derecha española este fin de semana en Valladolid ha servido para…¿para
qué ha servido?.
Si hacemos
una lectura de su “manifiesto”, podremos darnos cuenta de que, aunque parezca
imposible, el desprecio del partido de la derecha por la ciudadanía ralla el
insulto. Su mismo lema (en la buena dirección) es una falacia que únicamente se refiere a los que más provecho han sacado del gobierno de la derecha a lo largo de estos dos años.
La retórica
electoralista llena el documento que, con toda seguridad habrá sido redactado
por un selecto grupo de asesores de comunicación. Las referencias a la
igualdad, a la libertad, a los derechos sociales, a la justicia, choca con la
practica que ha desarrollado el gobierno de derechas desde su acceso al poder.
Como no
podría ser de otra manera, las referencias a la “herencia recibida” son la línea
justificativa de las medidas que por “necesidad” han tenido que tomarse. Decir
ahora que se cree en Europa, es como reafirmarse en que nada va a cambiar para
que todo siga igual.
Desprecian
la inteligencia de la ciudadanía al hacer referencia a la investigación, a las
oportunidades de los jóvenes o al empleo como ejes de su propuesta europea.
Todo lo hacen sin mirar de puertas a dentro: más del 50% de los jóvenes
parados, destrucción de empleo, cierre de PYMES, desamparo social… Y el
desprecio llega hasta límites verdaderamente cabreantes cuando se refieren a la
libertad ( con una ley mordaza en ciernes que criminaliza y penaliza económicamente
la movilización ciudadana), la igualdad ( cuando han desarrollado políticas que
han provocado una desigualdad desconocida desde la década de los ochenta) o la
solidaridad ( cuando han abandonado a los más débiles en manos del cruel
mercado). Realmente es insoportable.
No hay líneas
rojas que, pese a haber afirmado que no rebasarían, no hayan anulado y borrado
a golpe de mayoría absoluta. No hay valores ( por muy precarios que fuesen en
la sociedad) que no hayan pisoteado. Eso sí: su compromiso con los principios
inspiradores del nacional catolicismo siguen intactos en su ideario.
Una
sociedad que reflexiones serenamente sobre el pasado más inmediato debería
sentir desprecios por las líneas surgidas del cónclave “popular”. Y no solo
eso: debería sentir un profundo desprecio por los líderes que en ella han
participado, pues sin pudor alguno, se han dedicado a defenderse, atacando.
Atacando al oponente de forma beligerante al no tener ni ideas ni propuestas más
allá de su consolidación en el poder.
Creo
sinceramente que, tras la conferencia política que la derecha ha celebrado,
tras las muestras inequívocas de prepotencia que siguen demostrando, tras la
aceptación de una Europa basada en el vasallaje y no en la igualdad, no merecen
ni un voto, pues será darles nuevamente aire para seguir pisando los derechos
de los trabajadores y los más débiles.
Para
finalizar, únicamente decir que la
presencia del Alcalde de El Campello no hace más que confirmar que, aunque
insistan en diferenciar la política local de la estatal o la Europea , la derecha local
comparte los ejes fundamentales de la política de opresión que se ha
desarrollado desde el Estado sobre los trabajadores y trabajadoras. Que la
creación de empleo es para ellos una mera intención, y que los servicios básicos
que garantizan la igualdad y la libertad ( no se puede ser libre en la pobreza,
no se puede hablar de igualdad en la desigualdad más extrema) no son más que
mera retórica en un discurso vacío e irrespetuoso con la ciudadanía. Y ahí, la
ciudadanía debería expresarse con contundencia: ni un apoyo a los que han
abandonado a los vecinos y vecinas buscando únicamente su propio beneficio
partidista y personal. Ni un solo apoyo a los que solo buscan limosna y no
apoyo solidario a los más necesitados. Ni un solo apoyo a los que nos quieren
seguir vendiendo como mercancía barata a la Europa de los capitalistas y los especuladores.
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