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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 27 de diciembre de 2014

LA FISCALIDAD MUNICIPAL, ¿DERECHA O IZQUIERDA?

Uno de los debates sempiternos es, ¿es de izquierdas subir impuestos, es de derechas...?. En el marco de la política municipal, esta cuestión no es baladí, pues, si en algo influye la política es en la vida cotidiana de la ciudadanía a través de los impuestos y tasas. Personalmente, se me ocurre otra pregunta que, en todo caso, sería transversal a la que en principio se plantea: ¿para qué sirven los impuestos?. en mi opinión, en la respuesta a esta pregunta subyace el fondo objetivo de la acción política y debería recibir una contestación como tal.

Uno de los conflictos abiertos a lo largo de la legislatura que finalizará en el mes de mayo del año que entra ha sido la presión fiscal: el IBI. Partimos de una revisión catastral en el marco de la expansión de la especulación inmobiliaria, por lo que los índices que dicha revisión arrojó en su día no parecen muy ajustados a la realidad actual. No obstante, dicha revisión, junto a un absoluto inmobilismo municipal en lo referente a la inversión, junto al "esfuerzo" impuesto a los y las trabajadores y trabajadoras municipales ( rebaja salarial de Zapatero, supresión de la paga de diciembre de Rajoy) arrojó un superávit importante a lo largo de un trienio. Pero, sorprendentemente, el mencionado inmovilismo y el superávit no ha sido un argumento del debate político. Por contra, parece haber existido un acuerdo tácito para bajar impuestos, acuerdo que se ha concretado en un descenso generalizado de la práctica totalidad. Un acuerdo en el que han participado casi todos los grupos políticos, a excepción de Esquerra Unida ( hay que recordar que, éste partido cuestiona la bajada impositiva por "corta", habiendo propuesto incluso la supresión temporal de alguno de ellos), sin que en el debate se introdujese una variable fundamental: para qué y para quién.

Sostener un sistema de garantías sociales locales requiere un esfuerzo. No solo en materia fiscal, sino respecto al necesario consenso en torno a las políticas y programas a desarrollar con el objetivo de consolidar las mismas en una agenda estable que garantice derechos sin que éstos dependan de coyunturas.

La izquierda institucional ha mantenido una línea más o menos homogénea en cuanto a la "necesidad" de bajar impuestos. Salvo excepciones puntuales (alguna apelación a la inversión en empleo por parte del grupo nacionalista progresista), el resto de planteamientos ha convergido en un axioma que, desde mi punto de vista, encierra un preocupante inmovilismo político: bajar impuestos para apoyar a los "más necesitados" ( desde una perspectiva unidireccional: la asistencial).

No se han planteado líneas de actuación ni propuestas encaminadas a la reinversión del superávit en programas de bienestar social destinados a esos "más necesitados", pero más allá de la asistencialidad coyuntural, pues, la crisis, siendo terrible en sus consecuencias, no se supera con apoyos puntuales sino con la garantía de derechos presentes y futuros.

La derecha gobernante, sustenta su propuesta de bajada de impuestos en un argumento falaz, no solo por los inciertos resultados que plantea, sino porque parte de una premisa falaz: el incentivo de la actividad económica. Esta variable no depende únicamente de la presión fiscal, sino de de los recursos con los que las familias puedan contar a lo largo del año, además del incentivo posible a consumir en la localidad y no fuera de ella. De ahí que el resultado de dicha bajada sea en gran medida propagandístico, hecho en el que han participado de forma más o menos directa los grupos de la oposición, diluyendo la posibilidad de construir una propuesta alternativa con contenido político más allá de la competición electoral.

Personalmente plantearía un debate de mayor profundidad: ¿En qué deben emplearse los sucesivos superavits municipales, que políticas deben conformar la agenda municipal en función de los recursos?.

En otro post centraré mi opinión sobre qué políticas o que acciones podrían suponer una inversión en igualdad, objetivo que la izquierda institucional no debería obviar en beneficio de un titular más o menos agradable.

Y no quiero terminar sin reflexionar sobre el papel que está jugando la izquierda más "radical" representada en la institución municipal.

Exigir una mayor bajada e incluso la supresión temporal de impuestos y tasas únicamente produce un beneficio asistencial y coyuntural. Este planteamiento, sin el necesario acompañamiento de propuestas que garanticen derechos sociales a los sectores más débiles ( en ésta crisis y en las venideras), vacía de contenido la presunta acción política "radical" que se pretende y cae abiertamente en el populismo y la demagogia electoralista. No se puede predicar, y no dar trigo.

Sobre la transparencia municipal, hablare otro día centrándome en la partida destinadas a los partidos políticos, de cuya gestión nadie sabe ni parece querer saber.

Y termino: bajar impuestos o subirlos no es de derechas o de izquierdas. Lo que define a la izquierda o la derecha es en qué se invierte y dirigido a quién y para qué.

lunes, 1 de diciembre de 2014

POLÍTICA REAL Y POLÍTICA FICCIÓN: CRITICAR Y ANALIZAR

La política real; la posible, la viable, es la que cumple una serie de principios, sin los cuales, la ideología se convierte en algo absolutamente subjetivo pues se adapta a una visión unilateral e interesada de la realidad. Esto no quiere, en absoluto decir que la función política debe limitarse a “gestionar” pues, para esto, ya están los y las trabajadores públicos, los técnicos y los expertos que la administración tiene, es más; la administración, hoy por hoy, podría funcionar por sí sola sin necesidad de políticos, pero claro, siempre sobre una base legal dada, en este caso, la que sufrimos con el legislativo de derechas, pues los técnicos y trabajadores y trabajadoras públicos no tomarían decisiones sobre el porqué, para quién y cómo realizar determinadas acciones, algo que corresponde a los representantes políticos elegidos por la ciudadanía.

Lo real, lo posible, lo viable requiere, en el ámbito municipal, un ajuste a la legislación vigente que, aunque no guste ( y no gusta) es la que enmarca la acción institucional en la actualidad ( la solución es, desde el ámbito municipalista, influir en las leyes que los partidos proponen en el Parlamento, para así variar ese marco jurídico-legal). En segundo lugar, lo posible se refiere a las posibilidades que una propuesta tiene en materia del cómo se financia y cómo se mantiene. Y por último está la decisión ideológica: porqué una política u otra en función de a quien se quiere beneficiar o qué se quiere potenciar, o para qué se quiere realizar: qué fines se persigue, valorando su proyección en la vida cotidiana de la ciudadanía.

Proponer por proponer es un acto de demagogia que se debe combatir. Cuando alguien o algunos propongan o planteen cuestiones se debe realizar un análisis cuantitativo: ¿se puede ejecutar, se puede mantener?. Y cualitativo: para qué se poner en marcha y a quien se dirige en función de necesidades o simplemente oportunidades.

Pongamos un ejemplo. Si se plantea construir un polideportivo en cada distrito o zona de la localidad, la pregunta es, ¿se puede realizar con el presupuesto municipal?. En la coyuntura actual seguramente si, pero, ¿se puede mantener en condiciones óptimas para el uso y disfrute de la ciudadanía a lo largo, pongamos, de veinte años?. En cambio, si se habla de reducir impuestos, sí se puede hacer pero, ¿se valora a quien beneficia, de donde se reduce inversión si hay menos ingresos?. Pongamos otro ejemplo. Se plantea crear cien puestos directos de trabajo, ¿pueden ser puestos de funcionario?. En la actual coyuntura no, pero, ¿si fuesen bolsa rotativas de trabajadores y trabajadoras semestrales?, Y un último. Se crea una escuela infantil, ¿Se puede construir?. En la actual coyuntura, sin lugar a dudas. ¿Se puede mantener dando servicio a las familias en un plazo de veinte años?: con trabajadores públicos no pues no se pueden crear plazas, pero, ¿se podría optar por fomentar el asociacionismo laboral para la gestión de esos servicios que, de alguna manera serían equitativamente financiados por los usuarios y usuarias?.


Es simplemente una reflexión cuyo objetivo es incidir en la necesidad de analizar las propuestas, una a una, que realizarán los partidos políticos a partir de casi ya. Cada propuesta analizada críticamente: ¿es necesario, a quien beneficia, como se financia, como se construye, como se mantiene, que proyección tiene sobre la vida presente y futura de los y las vecinos y vecinas de nuestro pueblo, qué oportunidades ofrece a los jóvenes, mayores, mujeres, etc?. Son, en mi opinión, reflexiones que, más allá del acto de meter o no una papeleta en la urna, cada uno de nosotros y nosotras deberíamos hacernos?.

EMPEZAR POR EL FINAL

Si nada cambia, la legislatura terminara de la misma forma que empezó, ¿ o no?. Cuantitativamente, no, pero cualitativamente si, pues empezó gobernando el pp y terminará, gobernando el pp. Empezó con una oposición dividida y enfrentada y terminará con una oposición, dividida y enfrentada en cuanto a las posiciones a mantener frente al errático, caprichoso y personalista gobierno municipal.

Los que asumieron el gobierno en junio de 2011, lo hicieron con un discurso hipócrita sobre el dialogo y el consenso, y terminan la legislatura envalentonados y echando toneladas de asfalto sobre la inteligencia de los vecinos y vecinas que, pese a todo, siguen “atrincherados” en la “mayoría silenciosa”, algo que parece que viene bien a todo el mundo, siempre que los y las que les rodeen sean “afines” a lo que sea que deban ser afines ( personalmente, no lo se, porque los postulados ideológicos están lejos de la practica política a lo largo de la legislatura).

La oportunidad que presentaban los Presupuestos municipales para plantear una alternativa general que sirviese de cimentación a un proyecto diferente de hacer y ejercer la política municipal se perdió en disquisiciones y “argumentarios”. La posibilidad de, a través de las organizaciones representadas, aglutinar un cierto consenso en torno a la necesidad de reformar la democracia local sobre la base del compromiso, se perdió o, simplemente, no se valoró como interesante, lo cual desmerecerá (en mi opinión) las promesas que se hagan en el programa.

Los incumplimientos programáticos de “todos”, deslegitiman las que puedan hacer, pues no es excusa que se esté o no gobernando, pues la labor es; si se gobierna, hacer lo que se dijo o explicar porque no se hace. Y si no se gobierna, intentar que las propuestas con las que uno se presentó, salgan adelante a través de iniciativas institucionales, dialogo, y consenso, pero no solo entre los representantes, sino también con los representados ( un instrumento que bien hubiera podido ser utilizado para motivar a la desmotivada sociedad campellera)

Es gracioso que en los “cenáculos” periodísticos se esté cuestionando la viabilidad de las propuestas y el programa de una formación que acaba de aterrizar, siendo motivo de comentarios y corrillos de vecinos y vecinas. Es gracioso y, hasta cierto punto esperpéntico, que algunos y algunas vecinos y vecinas estén sirviendo de eco, de caja de resonancia para la campaña orquestada por los “del régimen” ( medios, partidos, etc) , pero sean incapaces de valorar la inexistencia de propuestas o programa de los partidos que gobiernan su día a día. Y, desde esa premisa “crítica-acrítica”, el análisis de la situación política local no puede ser más reduccionista, por decirlo desde la corrección, pues lo que aparenta realmente  es un conformismo repugnante o una penosa resignación fruto de ese espíritu “menfotista” (men fot: me la suda) del que se presume en demasiadas ocasiones.

La democracia radical de la que algunos presumen no se ha “transmitido” a la calle, quedando para los reducidos círculos que toman las decisiones; la reforma necesaria que en otros lugares se exige a los partidos tradicionales parece que en nuestro pueblo es, eso; simplemente conformismo y, por consiguiente, resignación a más de lo mismo. La concreción que se pide a otros, hacia los partidos locales es, paradójicamente, una simple opinión privada.


El panorama es, en mi opinión, desalentador. La coyuntura en la que nos encontramos nos plantea a algunos una difícil decisión el último domingo de mayo, pues, si algunos o algunas piensan que simplemente son “unas elecciones más”, simplemente que miren a su alrededor, que piensen en los comentarios que escuchan y que ellos mismos han realizado y, entonces, decidan si lo que el último domingo de mayo es  un trámite electoral más, o en realidad es (o debería ser) un punto de inflexión en la política municipal y, por ende, en la vida cotidiana de los y las campelleros y campelleras.