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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 25 de abril de 2016

EL CONSEJO DE CIUDAD:¿ un compromiso con la nueva realidad o un acto administrativo?

El término de Gobernanza se ha puesto de moda en las últimas décadas, y no ha sido por la voluntad de las instituciones políticas de “ceder” espacios de poder o favorecer la deliberación entre política y ciudadanía. El motivo es, ese otro término que tanto hemos escuchado: desafección. La distancia entre ciudadanía y gobiernos se ha convertido en un problema: los gobiernos han pasado de ser una solución a un problema, algo que forma parte de ese relato social que impulsó en nuestro país el movimiento 15M y que ha variado los equilibrios entre ciudadanía y poder político.
Pero, ¿Qué es la Gobernanza en sí?. Es, por así decirlo, el nuevo paradigma de gobierno que responde o intenta responder a una nueva realidad. La más que evidente complejidad de la sociedad civil, las incertidumbres y la variedad de actores en juego ha motivado la necesidad de incorporar a esos actores en el acto de gobierno, con el objetivo de mejorar las políticas públicas. Este nuevo paradigma provoca así mismo una discusión: los que defienden que la democracia es conflicto y confrontación y los que defienden el carácter deliberativo y de diálogo. A través de ésta nueva voluntad política se persigue formalizar espacios de interacción por voluntad de la administración pública. Y aquí encontramos una primera variable que convierte al término en algo vacio o en una verdadera apuesta por la mejora de la calidad democrática: “voluntad”.
No obstante, existen diferentes tipos de definición o entendimiento para la palabra Gobernanza. Desde una apuesta jerarquizada, donde la administración sigue determinando de arriba abajo las formas de relación, hasta una Gobernanza en red, donde el gobierno se orienta hacia la sociedad civil posibilitando efectivamente la participación de los diferentes actores. Esta última forma, más horizontal, de una relación de mayor igualdad, de deliberación y debate de posiciones  que se da en un marco institucional, de reglas y normas orientadas al diseño de políticas públicas concretas, es la verdaderamente deseable
Pero la palabra en si carece de sentido o puede estar sujeta a interpretaciones subjetivas que instrumentalicen su significado. Para ello, es precisa una valoración de la calidad democrática del proceso, y varias son las preguntas que deberemos hacernos: ¿se cuenta con el mayor número de actores, sus características son lo suficientemente heterogéneas para promover un debate, se trata de una acción sistemática y no coyuntural en el tiempo, las relaciones de poder son simétricas (se delega capacidad de decisión), se conjugan conflicto y diálogo, se tiene, efectivamente la capacidad de influir (relacionado con la simetría del poder), se mantienen posiciones lo suficientemente permeables, asumiendo la posición del “otro” como válida aunque discutible, tiene una alta difusión social el proceso deliberativo y de acuerdo en el resto de la sociedad?. Estas preguntas tienen una respuesta que nos dará el grado de mejora de la calidad democrática de una decisión que no puede, en ningún caso tratarse de un brindis al sol ni una acción coyuntural a causa de la moda terminológica para así cubrir una parte del curriculun institucional. Debe tratarse de una voluntad expresada en normas y acuerdos.

Evidentemente, una decisión de éste tipo se encontrará con múltiples dificultades como múltiples son los puntos de vista. Los que antepongan únicamente el conflicto como elemento de negociación, frente a los que se nieguen a reconocer la validez de las posiciones diversas e incluso contrapuestas de los actores sociales; los que consideren que la negociación no es posible a causa de los prejuicios sobre la “maldad intrínseca” de los representantes o incluso la ausencia de voluntad real por parte de esos representantes de ceder espacios de decisión a actores que en muchas ocasiones siguen siendo vistos como “opositores” y no como posibles aliados para conformar amplios espacios de consenso. Todas las adversidades y vicisitudes deberán ser salvadas para desarrollar un ejercicio que, en definitiva tiene un objetivo mucho más importante: reconciliar, en lo posible y de forma progresiva y efectiva, a la sociedad con la política.

miércoles, 13 de abril de 2016

POR FAVOR, UN POCO DE REFLEXIÓN

Ayer, escribía en mi humilde blog una entrada, en la que hacía hincapié en una circunstancia que a mi, personalmente me crea una cierta preocupación: la ausencia de análisis político más allá de la acción puramente emocional. Y cuando hablo de análisis político, me refiero expresamente a un estudio sobre determinadas situaciones que, guiadas por lo puramente emotivo, se enfrentan a una difícil solución.
Pondré un ejemplo. Cuando se produce la salida de uno de los socios iniciales del gobierno plural de El Campello, se encadenan una serie de desencuentros que parecen culminar en un comunicado de prensa en el que los argumentos políticos brillan por su ausencia. Un documento repleto de juicios de valor fundamentados en un cierto sentido común cuya base argumental es, algo así como “las cosas aquí se hacen así”.  Y pese a la , en principio heterogeneidad en la composición del gobierno, todos parecen compartir ese análisis sesgado y tendencioso basado en opiniones subjetivas.
El enfrentamiento epistolar e institucional entre el gobierno municipal y Esquerra Unida es un hecho que podemos constatar si echamos un somero vistazo a los titulares. Se hace más evidente si profundizamos un poco en los contenidos. La conclusión de todo ello, me lleva a plantear la imposible reconciliación, a menos que las posiciones se deban únicamente a una especie de metáfora dramatúrgica donde cada cual desempeña un papel en función de un guión ( el guión de Esquerra Unida es el de la radicalidad discursiva, que le aleja de las posiciones, en principio pragmáticas, que defiende o mantiene el actual gobierno).
Pero la cuestión a la que me quiero referir, sin dar más rodeos, es a la falta de una perspectiva verdaderamente política, desde donde analizar racionalmente, no solo el comportamiento de cada uno de los actores, sino las consecuencias (deseadas o no) de la actuación de cada cual.
Y vuelvo a poner un ejemplo. Si, legítimamente Esquerra Unida presenta una propuesta al Pleno municipal exigiendo el cumplimiento de uno de los puntos incluidos en el acuerdo de investidura, ¿porqué se rechaza?. Los argumentos en contra son muy cuestionables ( la presunta parálisis institucional se soluciona de diversas formas y maneras). Un análisis racional de la situación, nos llevaría a pensar en dos cuestiones: ¿quién gestiona la propuesta una vez aprobada?. ¿acaso Esquerra Unida solicitaba la creación de una comisión municipal encargada del debate del cómo y el cuándo?, ¿no sería, en su caso, el gobierno municipal el que debería gestionar los tiempos en la ejecución de la propuesta?. Y este ejemplo nos podría servir para aplicarlo a cualquier otra moción con un contenido directo a la realidad local.
En definitiva, lo que quiero plantear o en su caso poner en evidencia, es ese cortoplacismo miope de quienes, pese al incesante intento de construir en torno a si, de un relato de pertenencia basado en la retórica emotiva, no parecen capaces de analizar la situación de una forma lógica en función, no de la instrumentalidad de sus intereses; no desde sus pulsiones emotivo-partidarias, sino desde esa necesaria e interesante visión que demuestra una altura de miras digna de los que se dicen representantes del cambio político.

Y, restando la parte de confrontación, podríamos aplicarlo igualmente al otro socio de investidura: el PSPV-PSOE, que instalado en un parsimonioso debate sobre si participar o no; sobre si se dan las circunstancias objetivas o no, va dejando pasar un precioso tiempo para demostrar a la ciudadanía su compromiso con el cambio político. Pero sobre la situación del PSPV-PSOE local, es mi intención opinar en otra entrada del blog.

¿HAY ALGUNA SOLUCIÓN?


Desde la toma de posesión de la actual corporación, y el acuerdo plural para constituir el gobierno municipal, se han sucedido algunos hechos dignos, como mínimo, de un humilde análisis. Ya he opinado sobre la elección de la Alcaldía, a lo que únicamente añadiré una frase pronunciada por el líder de Podemos respecto a su “ofrecimiento” a Pedro Sánchez mientras éste se reunía como el Rey: “sonrisa del destino que él siempre tendrá que agradecer”.
Un acontecimiento sacudió al nuevo gobierno a los pocos meses: la presunta “deslealtad” de Esquerra Unida para con el gobierno, o dicho de otra manera: un hecho inevitable, dados los actores en escena. Y éste hecho, marcó, en mi modesta opinión un antes y un después al que no han sabido contestar los actuales componentes del gobierno en minoría. Me refiero, al margen de insinuaciones más o menos explícitas por parte del Alcalde a otros grupos a sumarse al gobierno ( dirigido principalmente al Grupo Socialista). El ofrecimiento público y expreso, a la vista del deterioro de las relaciones entre el gobierno municipal en minoría y su antiguo socio Esquerra Unida, debería haber sido incluyendo otras organizaciones, y me refiero en concreto a Ciudadanos.
Está claro que actualmente hay dos grupos políticos con los que el gobierno tripartito no puede contar: PP y Esquerra Unida. Unos, por ser los que han gobernado a golpe de mayoría absoluta el ayuntamiento más de veinte años, estar bajo la lupa de la fiscalía anticorrupción por irregularidades en su financiación y ser los artífices de lo hecho hasta la llegada de los “nuevos” ( al margen de las diferencias ideológicas que explícitamente se escenifica en el escenario estatal y ser los representantes de la austeridad y los recortes salvajes que ha sufrido éste país). Con Esquerra Unida tampoco pueden contar, pues el erróneo análisis político, basado fundamentalmente en pulsiones personales y no en una mínima racionalidad política, les ha empujado al lugar donde más cómodos se encuentran: la oposición. Y, lejos de limar asperezas, el gobierno en minoría ha echado “gasolina” oponiéndose incluso a aprobar mociones que tenían una relación directa con el acuerdo que llevó a la Alcaldía al actual regidor ( una prueba más de una errónea lectura política y una muestra de rapidísima institucionalización de los nuevos inquilinos del poder municipal que, pese a mantener un relativo relato emotivo-personal sobre el cambio y el intento ( en mi opinión igualmente fallido) de construir un imaginario colectivo que les fuese favorable siguen en la apacible trinchera de la excusa coyuntural.
Y, si no pueden contar ni con PP ni con EU, ¿con quién deben contar?. Con el PSPV-PSOE y con Ciudadanos. Al primero, parte igualmente del acuerdo de investidura, se le deben ofrecer las condiciones necesarias para su definitiva implicación en el gobierno algo, que por otro lado, les favorecería de cara a recomponer ( al menos a intentarlo) las deterioradas relaciones con su electorado. El segundo, con los condicionamientos simbólicos que estableció desde el inicio de la legislatura ( no gobernar con Compromís, al que calificaron de partido “independentista”) se le debe ofrecer la posibilidad, si no de gestionar directamente, sí de controlar de forma directa la gestión a través, por ejemplo, de la presidencia efectiva de una comisión municipal de relevancia así como una silla, aunque fuese de oyente, en la Junta Local de Gobierno.

Y a ambos ( y también evidentemente a PP y a EU, con las dificultades comentadas y el condicionante de un enfrentamiento con los segundos bastante incomprensible) se le debería plantear un acuerdo sobre un número determinado de ejes políticos. Véase: presupuesto municipal, Vertedero, Plan General, IBI y participación ciudadana. Pero para llegar al punto de concreción, es preciso demostrar algo que hasta ahora ha pasado desapercibido: liderazgo. El equipo de gobierno debe rearmarse y romper las ataduras que él mismo ha asumido con una excesiva y pronta institucionalización; bajando a la arena y demostrando que ese discurso retórico del cambio y ese ideario colectivo que se pretende crear, tienen una base política más allá del talante de las personas que hoy desempeñan cargos de representación.

lunes, 11 de abril de 2016

A PERRO FLACO.

Los problemas parecen perseguir al equipo de gobierno del Ayuntamiento de El Campello. A la situación del vertedero, la reclamación sobre el IBI, la prórroga del Presupuesto municipal desde 2014 ( con un presupuesto desajustado a causa de las modificaciones a la baja del tipo del IBI), se une ahora la anulación del expansivo Plan General de Ordenación Urbana. Un primer y aparente efecto de dicha anulación parece ser el “frenazo” a la “recuperación” de la construcción, algo que, siendo preocupante bien pudiera ser el catalizador de una necesidad perentoria para El Campello desde hace años: la articulación de una propuesta de modelo económico no dependiente del ladrillo y el comercio estacional.
Parece evidente que volver a la situación de 1986 en cuanto a ordenamiento urbano se refiere podría, no solo ser un “freno” ( aunque aquí el dicho de “no hay mal que por bien no venga” podría ser incluso positivo) al desarrollo local. Las posibles reclamaciones de las empresas con intereses en el plan anulado podrían reclamar responsabilidad patrimonial, algo que sería un retroceso ( en caso de prosperar) para la ciudadanía, dados los fondos públicos que se deberían destinar a indemnizar a los interesados. En éste caso ( sin olvidar otras indemnizaciones por actuaciones pasadas, como es el caso del aparcamiento de la Avda. Els Furs) , los que votaron afirmativamente o se abstuvieron en la aprobación del Plan tienen una responsabilidad política que habría que exigir, aunque ya se sabe que eso de la responsabilidad política, al ser un principio “ético”, se es propenso a la interpretación política.
Demasiados asuntos se amontonan en la mesa de un gobierno que, pese a una pretendida imagen de normalidad, vive instalado en una inercia que, de no remediarlo nadie, va encaminada hacia una parálisis institucional, cuya únicas salidas bien podrían ser: el establecimiento de un amplio acuerdo que sume los apoyos suficientes, al menos en cuanto a los asuntos de interés general; o la elección de un nuevo Alcalde y un nuevo equipo de gobierno con un mayor respaldo en el Pleno.
Se podría excluir la posibilidad de una moción de censura, dada la fragmentación política del Pleno, algo que imposibilita la suma de una mayoría suficiente, en principio ( alguno de los socios actuales del gobierno en minoría debería reconsiderar su posición, algo bastante improbable pero no imposible en las posibles combinaciones que un futurible podría arrojar).
Para alcanzar un acuerdo lo suficientemente sólido como para abordar los asuntos que denominamos de interés general, precisaría del consenso entre, al menos, los actuales miembros del gobierno en minoría, más el Grupo Socialista y el Grupo de Ciudadanos. ¿Porqué excluyo a Esquerra Unida y Partido Popular?. Creo que el Partido Popular no aceptaría cooperar con un gobierno que considera ilegítimo ( legal pero sin legitimidad institucional) según ese principio inventado por ellos del gobierno del más votado que no tiene en cuenta la correlación de fuerzas con representación. En cuanto a Esquerra Unida, la situación que se ha propiciado tras su salida del gobierno municipal ha situado a la coalición de izquierdas lejos de cualquier posición de consenso digamos, viable. Aunque ya se sabe que en política los enemigos de un día pueden convertirse en amigos al siguiente, aunque en éste caso me parece poco probable.
El acuerdo con el Grupo Socialista parece que no sería un escollo ya que cuenta con el apoyo de forma habitual. La cuestión a dilucidar sería si estarían dispuestos a participar directamente en el gobierno o no. En cuanto a Ciudadanos, considero que el acuerdo dependería de variables que se me escapan. Aunque como mínimo, tanto el PSPV como Ciudadanos deberían participar en la Junta de Gobierno y asumir la presidencia de alguna de las comisiones municipales en función de los términos del acuerdo de mínimos que se alcanzase.


Humildemente considero que la sucesión de inconvenientes puede llegar a bloquear, más si cabe, un Ayuntamiento que debe afrontar importantes retos, no sólo los que antes indicaba, sino medidas y políticas dirigidas a definir, al menos inicialmente, cuál será el futuro a medio plazo de un pueblo en exceso dependiente de recursos; o sujetos a la temporalidad o a la inversión coyuntural, pero exentos ambos de la proyección y solidez suficiente para afrontar un futuro cada vez más incierto.