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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

martes, 29 de abril de 2014

EDUCAR PARA PENSAR, PENSAR PARA TENER FUTURO.

"No comprendo por qué odian de esa manera a las Misiones. Las Misiones no hacen más que educar. Y a España la salvación ha de venirle por la educación."
Manuel Bartolomé Cossío. (Publicado en el diario Heraldo de Madrid del 3 de septiembre de 1935, a raíz del fallecimiento de Cossío en la madrugada del día anterior).

Es, de alguna manera evidente, que la educación, es un arma poderosísima en manos del poder. La tan retórica frase de "igualdad de oportunidades" se fundamenta, no en declaraciones de intenciones, sino desde el compromiso de formar ciudadanos y ciudadanas conscientes, consecuentes, racionales y, por ende, críticos. Evidentemente esos términos están reñidos con las aspiraciones de un poder cuyo objetivo es seguir reproduciéndose en los mismos términos en los que hasta el día y con los mismos objetivos que hasta ahora.

El intento de los académicos e intelectuales en romper con la dinámica de "miseria cultural" a través de la educación ha chocado historicamente con los intereses de las clases hegemónicas, cuya pretensión, a través, tanto de los aparatos de coerción del Estado, como de la conformación de una especie de cultura de la "acriticidad", es y ha sido el mantenimiento de su estatus social, político, económico y cultural, términos que se complementan por la reciprocidad que existen en el objetivo.

Las agresiones que se han venido produciendo en la educación en España tras la muerte del dictador fascista han incidido efectivamente en la actual situación socio económica. Una educación basada en la excelencia ha diseñado a lo largo de los años un mercado laboral desigual e injusto donde la igualdad de oportunidades ha sido mera retórica. La formación no ha supuesto un avance en la cultura, entendida ésta como vagaje de valores, ideas y practicas que cohesionasen la sociedad, sino todo lo contrario: ha incidido en la conformación de una sociedad cuya composición es de agregados basados en el individualismo competitivo, realidad que ha distorsionado cualquier objetivo de construir una sociedad plena, donde los derechos y la responsabilidad fuese concebida como un hecho colectivo y de iguales.

Las autoridades educativas en mayor o menor medida ( en los actuales momentos históricos, en mayor) han "olvidado" a aquellos hombres y mujeres que apostaron por la educación como instrumento y arma de igualdad, cediendo espacio a los intereses que primaron y priman todavía para que fuese un recurso desde donde legitimar las desigualdades y, por ende, la insolidaridad ( en nombre del mercado), el individualismo ( en nombre de la competitividad) y la acriticidad, con el objetivo de formar buenos y dóciles consumidores. Y desde ese abandono, han dejado que los poderes fácticos les utilizasen a ellos, representantes públicos y políticos, como meros gestores de sus intereses, que no son, por supuesto, los de una sociedad cohesionada y unida por los valores y tradiciones del humanismo y la solidaridad.

Es necesario que se abra una lucha incruenta pero sin cuartel en favor del concepto de ciudadanía. Desde el concepto republicano que confiere a la ciudadanía la centralidad del hecho social, evitando, de la forma más pedagógica posible, el enfrentamiento simbólico; utilizando la razón y los hechos que demuestran que sí que hubo un intento por sacar a la sociedad de la miseria intelectual en la que vivíamos y vivimos, y éste fracasó, por que los mismos que hoy ejercen el poder desde diferentes ámbitos sociales, ya lo ejercían y, si nada lo remedia, lo seguirán ejerciendo, hundiéndonos más si cabe en el embrutecimiento en el que vivimos y que nos condena a no discriminar, no reflexionar y, en definitiva, a no ser más que números, contribuyentes o clientes de un sistema que sostenemos todos y cada uno de nosotros y nosotras como ciudadanos de una sociedad que, aun sin verla ni concebirla como tal, existe.

¿A QUIÉN REPRESENTAN?

Es una evidencia constatada la brecha que existe entre la ciudadanía y los representantes políticos en las instituciones. Y es un hecho que, pese a los discursos y gestos de esos mismos representantes, pocas o ninguna iniciativa se desarrollan para intentar, como mínimo, acortarla.

Las elecciones primarias abiertas son un paso, pero no suficiente. No basta con el argumento de que la puesta en marcha de las elecciones primarias abiertas es un "hito" en la historia de la democracia española. En coherencia con la responsabilidad que esos mismos representantes políticos asumen, el discurso tendría que resumirse en: "si, estamos intentando abrir la organización a la participación, pero además, nos comprometemos a...". La ausencia de compromisos desluce las iniciativas que, en definitiva y a falta de acompañamiento propositívo, quedan en meros discursos retóricos encuadrados en ese "juego" al que llaman político pero que en mi opinión es únicamente un juego en el "mercado" electoral.

Evidentemente, no toda la culpa la tienen los políticos. Una gran parte de la culpa la tenemos los y las ciudadanos y ciudadanas que legitimamos la ausencia de propuestas ( la lectura de los programas electorales nos puede indicar hasta que punto son inconcretos y, por consiguiente, irrealizables en su gran mayoría) dando nuestro voto a las organizaciones a las que luego criticamos agriamente como "más de lo mismo". El y la ciudadano y ciudadana no son(somos) conscientes de la relevancia de un sólo voto, que sumado a otros, pueden cambiar la realidad que sufrimos. Esto no quiere decir que el acto del voto sea el único recurso con el que cuenta la ciudadanía; las movilizaciones, protestas, recogidas de firmas, etc, son herramientas absolutamente válidas y necesarias en una sociedad que se precie de tener un atisbo de vida como tal. Pero en concreto, el voto, es el argumento al que se agarran como clavo ardiendo los que ven la única legitimación del sistema en el hecho electoral. Por lo tanto, este acto de responsabilidad ciudadana, junto al resto de herramientas de participación ( herramientas que, sin una transferencia al hecho electoral, poca repercusión tienen ante la actitud de unos representantes que se sienten imbuidos de una especie de iluminación celestio-institucional, sintiéndose diferentes y diferenciados del resto de la ciudadania) deberían suponer verdaderas armas en manos de una ciudadanía consciente y responsable ( adjetivos que tendríamos que analizar, pero desde la perspectiva de cómo y con qué objetivos se reproduce los poderes en todos los ámbitos y situaciones).

Creo que todos y todas los que tienen (tenemos) una visión más o menos crítica de la realidad, pero creemos que la forma efectiva de cambiar la realidad que sufrimos es a través de movilizaciones ciudadanas que tengan como culminación el voto responsable, debemos asumir la responsabilidad de empezar a dar pasos al frente, pese a quien pese, y enfrentarnos, de una forma pedagógica y adogmática a una sociedad que asocia, discurso político a ambiciones personales. Ese es el uno de los retos que tendríamos que asumir, pero para ello, debemos romper con una dinámica claramente endogámica, en la que nos autosatisfacemos con nuestros propios argumentos y en foros en los que nos sentimos reconfortados en el encuentro con personas que piensan y siente de forma parecida a nosotros y nosotras.

LOS DATOS Y SU UTILIZACIÓN.

Vivimos inmersos en una guerra de datos. Los instrumentos de los que el estado se ha dotado para conocer puntualmente la situación de la sociedad se convierten en herramientas para la "lucha mediática". La interpretación interesada de los datos, es el enésimo medio a través del cual las estructuras de poder pretenden consolidar su hegemonía ( en todos los sentidos).

Por otro lado, los que "aspiran" a ocupar el poder, introducen en la interpretación de los datos el interés, legítimo por otro lado, el factor partidario, pero el argumento, siendo válido, carece de algo que, en mi opinión, es fundamental: el propositivo. 

Los datos son una herramienta, no un argumento ( o, en todo caso, un argumento para crear herramientas). Desde el conocimiento, por ejemplo, que hayan 1.978.900 parados que no perciben cantidad alguna, es un dato trágico y cuyo dramatismo no es valorado más allá del carácter herístico que le dan los que lo interpretan. Que se hayan perdido 184.000 empleos debería sobreponerse a que hayan 2.300 personas que han encontrado empleo.

La actitud crítica aplicada a la interpretación de los datos, siempre es necesaria, pero máxime cuando hablamos de cifras que expresan sufrimiento y dramas personales. Un gobierno debe ser crítico para poder construir, pues de lo contrario se cae en la autocomplacencia, actitud que, pudiendo beneficiarle electoralmente, le perjudica políticamente al abrir esa autocomplacencia más aún la brecha entre la ciudadanía y sus representantes.

Los datos, más allá de su uso interesado y propagandístico, son ( o deberían ser) elementos de reflexión para articular políticas directas que incidan en ese sufrimiento que expresan. Pero, por el contrario, nos encontramos con que son parte del "arsenal" propagandístico, lo que les resta el valor de la realidad, convirtiéndolos en argumentos vacíos.

La utilización de los datos para la construcción de discursos, debe hacerse desde la reflexión sobre los mismos como base para programas políticos. Las estrategias de comunicación, superando lo propagandistico, deberían centrarse en transmitir a la ciudadanía las líneas de actuación que esos datos deberían provocar en los responsables políticos. 

En el marco de una precampaña donde la ciudadanía piensa que su papel es de mero gregario, por lo que el planteamiento abstencionista se impone, las organizaciones que se postulan como alternativa deben interpretar los datos y conectándolos con la política europea, establecer compromisos para combatir las repercusiones que éstos expresan en la vida de las personas. Los discursos "voluntaristas" sirven para rellenar minutos de televisión y líneas de periódicos, pero la ausencia de una verdadera conexión entre candidatos/representantes y ciudadanía, no se salva manteniendo la retórica y la inconcreción que a nada comprometen.

Va siendo ( hace días) momento de coger el timón y virar enérgicamente. Se deben analizar los datos y extraer conclusiones; críticas, si, pero siempre reflexiones que se concreten en actuaciones que, desde una estrategia comunicativa, puedan entender, asumir y valorar los ciudadanos y ciudadanas, porque, al final, todos formamos parte de esos números.

viernes, 25 de abril de 2014

RESPONSABILIDADES Y RESPONSABILIDAD

El Campello

Una juez condena al Ayuntamiento a devolver 50.000 euros a 45 funcionarios


Aunque las prisas, casi siempre son malas consejeras, un sindicato informó a la prensa sobre la sentencia que ya en otro post anunciaba. Y digo que no son buenas consejeras porque se pueden cometer errores, que es precisamente lo que ha pasado: se comete un error en la cantidad.
Si bien es cierto que UGT ha sido quien finalmente decidió presentar la demanda, no es menos cierto que, si no hubiera sido por que desde la sección sindical de CCOO se informó ( tanto a UGT, como a la administración) de la errónea aplicación del RD 8/2010, la actual demanda no habría tenido el final que ha tenido. Y digo ésto, porque incluso los delegados de UGT no valoraron el error, teniendo que ser el delegado de CCOO quien informase, conjuntamente, a UGT y CCOO de los pormenores del error que ahora reconoce la Sala de lo Contencioso.

Incomprensiblemente, CCOO desechó cualquier posibilidad de presentar la demanda, al igual que ha desdeñado presentar demandas individuales sobre la parte proporcional de la paga extra, como ha desdeñado ejercer acciones legales con otras informaciones que desde la sección sindical se han remitido. Es, además de incomprensible, una falta de respeto hacia los trabajadores, al igual que lo sería ahora intentar sacar rédito sin reconocer al "otro" sus virtudes.

La cuestión es que el Ayuntamiento sigue dándole vueltas a la posibilidad de recurrir la sentencia, en un acto de abierta irresponsabilidad. Irresponsabilidad por parte del Alcalde, que de éste modo incumpliría su propia "palabra". Irresponsabilidad por parte de unos técnicos que, empecinados en tener razón, no reconocen ni reconocerán su error en un acto que debiera hacer reflexionar a la ciudadanía, pero también a los grupos de la oposición, que aprobaron sin rechistar la propuesta presentada por el gobierno municipal. Y digo sin rechistar, pues la "confianza" que los grupos políticos que la aprobaron tienen en los técnicos llega casi a una expresión de devoción, lo cual provoca algún tipo de obnubilación que les impide tener criterio propio. Y ese criterio propio se podría haber concretado haciendo una consulta a los diversos "compañeros" del mismo grupo municipal que gobiernan o tienen representación en otros innumerables Ayuntamientos de la provincia, de la Comunidad y del Estado. No fue así: simplemente aceptaron lo que el gobierno municipal les presentó, a sabiendas de que existían objeciones, pero claro: esas objeciones vienen de personas a las que, desde su atalaya, no pueden ni deben prestar atención, a riesgo de perder parte de ese "poder simbólico" del que parecen imbuidos. No podían preguntar, ni consultar, ni informarse, porque parece que parten de la premisa de la infalibilidad, pero siempre a su favor y no a favor de otros.

Una de las causas del distanciamiento de la ciudadanía ( con otra muchas, incluida la apatía propia de una sociedad sin horizonte, al habérselo "robado" el sistema a través de una hábil y ágil manipulación cultural) es la posición de prepotencia que en demasiadas ocasiones demuestran los representantes políticos. En éste caso en particular, podríamos hablar de actuación irresponsable por parte de PSPV-PSOE y BLOC al aprobar una propuesta pese a los reparos planteados y sin alegar absolutamente nada, a parte de la retórica justificativa ( en el caso del PSPV-PSOE, ni eso, pues la iniciativa venía del gobierno del Estado, dirigido por el ínclito ZP, que pasará a la historia como el que puso la primera piedra sobre la clase trabajadora, pública y privada ( reforma laboral, recortes, congelación de pensiones, subida del IVA...).

Ahora, no pueden ponerse de lado en un asunto que ha perjudicado a un amplio colectivo de trabajadores y trabajadoras "mileuristas". No pueden, porque, aunque para ellos la cantidad mensual detraída injusta y erróneamente, suponía el pago del agua o el teléfono, por ejemplo. No pueden ponerse de lado, y lo saludable, sería que públicamente reconociesen su error al aprobar de forma acrítica un acto claramente lesivo para los trabajadores. Y no solo deberían reconocerlo, sino que deberían, por responsabilidad ( y por ese pueblo al que tanto mencionan pero del que tan poco se ocupan) exigir responsabilidades al gobierno municipal, y a los técnicos que, pese a estar informados igualmente, se empeñaron en perjudicar a la clase más pobre en la organización municipal.

Y termino. Los vecinos y vecinas deberían empezar a preguntarse por las actuaciones de SU Ayuntamiento. Qué se hace, cómo se hace, a quién beneficia, a quién perjudica, y esas cosas que señalarían la salud de la administración municipal.

Seguiré opinando sobre el particular, porque parece que, unos quieren pasar página de forma silenciosa, y otros, simplemente pasar desapercibidos. Y en éste asunto, que ha costado dinero público, que ha empleado tiempo y recursos públicos, que ha perjudicado a trabajadores y trabajadoras públicos, alguien tiene que asumir responsabilidades. Y, además, considero que debemos someter a nuestro Ayuntamiento y a los que nos representan a un riguroso examen para valorar, no los discursos, no las fotos, no las próximas promesas electorales, sino su nivel de compromiso con las ideas que dicen defender o que deberían defender y su actuación política como representantes de la voluntad de miles de vecinos y vecinas.

jueves, 17 de abril de 2014

SENTENCIA

En el diccionario etimológico, encontramos una acepción de la palabra “sentencia” que se ajusta, tanto al sentido común y social que la palabra tiene, como al fondo del asunto que quiero plantear:

“…la decisión bien fundamentada de un juez tras haber percibido todos los aspectos de un problema y reflexionado bien sobre ellos, y en todo caso, a una opinión obtenida, de la percepción, el sentimiento y el pensamiento racional a la vez”.

¿Sobre qué trata la decisión “bien fundamentada” de la Sala  de lo Contencioso Administrativo de Alicante?. La sentencia se dicta sobre recurso interpuesto por un amplio grupo de trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento de El Campello sobre la rebaja salarial que el Pleno municipal acordó en aplicación del RD Ley 8/2010 a los funcionarios municipales. El Real Decreto exponía una rebaja media del 5% en los conceptos retributivos, excepto al grupo E ( el grupo más bajo en la administración y, por lo tanto, el que menos cobra), cuyo ajuste debía ser del 1% (art. 24.1.B.c del citado Real Decreto). No obstante, la corporación, en virtud de informes de los técnicos municipales, aprobó en  Pleno una rebaja superior ( 5%). Y lo hizo con pleno conocimiento de que, posiblemente se estaba tomando una decisión equivocada ( palabra desconocida en el vocabulario de muchos políticos), ya que desde CCOO se advirtió, incluso, antes de su aplicación de la salvedad prevista en el Real Decreto.

El Pleno (excepto Esquerra Unida que votó en contra) aprobó la rebaja sin tener más criterio que un informe técnico que interpretaba, sin base legal alguna (y con pruebas de otras administraciones locales como el Ayuntamiento de Valencia o el de Madrid, aportadas por CCOO al objeto de demostrar el error), que la rebaja era, no del 1%, sino del 5%.  Nadie tuvo la inquietud o el arranque de responsabilidad de consultar a otras instancias para confirmar que los informes que sustentaban el acuerdo se ajustaban a ley. Lo ha tenido que decir la juez de la Sala de lo Contencioso de Alicante: la rebaja salarial era del 1%, condenando además al Ayuntamiento a las costas del proceso.

Y todo esto llega, no solo después de las advertencias hechas, sino de que el TSJ de la Comunidad Valenciana fallara a favor de los trabajadores del Ayuntamiento de Oliva en un tema similar, desestimando incluso el recurso presentado por éste Ayuntamiento, algo que en El Campello todos conocían. Y esto llega después de que el Consell Jurídic de la Comunitat Valenciana apuntase, como solución al conflicto, que el Ayuntamiento de El Campello podría acogerse a lo fallado por el TSJ.

El Gobierno municipal, en un ejercicio que personalmente califico de gestión nefasta (con todas las pruebas sobre la mesa, decide no atender la reclamación de los trabajadores y seguir gastando dinero público en un asunto que se podría haber solucionado desde la racionalidad, aunque parece que ésta palabra es maldita en la política local, primando la imposición a cualquier otra consideración), tendrá que asumir que no obró legalmente, y asumir sus responsabilidades. Y cuando digo asumir sus responsabilidades me refiero a políticas y técnicas, pues el perjuicio causado es fruto, en mi opinión, de la soberbia más que de la responsabilidad.


El Ayuntamiento todavía puede recurrir la sentencia, y esto supondría, en mi opinión, que no solo no pueden ni quieren reconocer un error puesto de manifiesto por un juzgado, sino que, de forma consciente, se quiere seguir ninguneando y menospreciando un derecho, algo que a la ciudadanía le tendría que hacer reflexionar sobre cómo se gestiona políticamente su (suyo, y no de los representantes) Ayuntamiento.

lunes, 14 de abril de 2014

TODOS SON IGUALES.

Esa frase, convertida ya en un elemento que define a la sociedad, se dice, en mi opinión, más desde la resignación impuesta que de una reflexión crítica de la realidad en la que vivimos. Es un principio sobre el que se sustenta uno de los paradigmas de lo que muchas han definido ( y yo estoy de acuerdo) como “pijismo” político, o también como “ninismo”.
         No hace demasiado tiempo, el término “nini” se refería a ese sector de la sociedad fruto del individualismo que, ni estudiaba ni trabajaba. En el contexto actual, ya no es una cuestión de individualismo hedonista, sino de una imposición del sistema: ni estudiar ni buscar trabajo tienen resultado. Y no lo digo yo, lo dice el sondeo del CIS del mes de marzo.
         En este sondeo, el 80% de los jóvenes creen que su situación no mejorará en los próximo dos o tres años. Un 48 % estaría dispuesto a aceptar cualquier empleo y dónde fuese ( el trabajo ya no se valora por lo que da, sin por el simple hecho de tenerlo). Un 70,9% culpa a los políticos de la situación, pero paradójicamente, un porcentaje similar considera que hay que apoyar a movimientos sociales, e incluso a partidos para que promuevan cambios, pero dentro del sistema en el que vivimos ( la quiebra del sentido “revolucionario” de la juventud es otro de los “logros” del sistema. En definitiva: los jóvenes piensan que vivirán peor que sus padres. Y todo, ¿qué significa?. Pues que el grado de sometimiento que el poder ejerce sobre la sociedad está anestesiando a la sociedad y llevándola (si no está ya) hacia el conformismo como única vía posible de supervivencia. Y, ante esto, el discurso de la “necesaria” superación de la dicotomía entre derecha e izquierda, cala.
         No es un invento moderno, ya en 1960 Daniel Bell, un sociólogo conservador, en su libro “El Fin de las ideologías”, apuntaba, interesadamente hacia la necesidad de superar las “etiquetas” ( que a todos molestan, pero de las que todos presumen: Barça/Madrid, por ejemplo). En el año 1965, un insigne integrante del gobierno tecnócrata de franco (formado por un relevante porcentaje de allegados al Opus) planteaba la aseveración sobre lo prescindible e innecesarias que eran las ideologías. El “idolatrado” Francis Fukuyama, en su libro “ El fin de la historia y el último hombre”, aseveraba que la lucha ideológica había terminado, eso si; que se iniciaba el mundo del “libre mercado”.Por lo tanto, que nadie piense que el debate es actual; nada más lejos de la realidad: es, si alguna cosa tuviera que ser; cíclico (igual que el problema de las pensiones cuyo sistema ha “quebrado” desde la década de los 70, pero que “gracias” a las medidas de recorte y potenciación de lo privado, se salvará para así poder asegurar, al menos, “una miseria” a quien se jubile).
         El poder, a través de la manipulación planificada de la información, incide en el pensamiento de los individuos y éstos, en sus interacciones sociales. Evidentemente la influencia no es absolutamente visible, pero si se insertan en la mente de las personas los mensajes e ideas que, en definitiva, condicionarán sus acciones. Y una de éstas ideas es considerar superado el concepto izquierda y derecha, cuando las pruebas que vivimos (sufrimos) nos demuestran que no es así. Otra cuestión es la superación de las dinámicas partidarias y de las élites cuyas diferencias son más bien escasas. Incluso, las practicas de gobierno se diferencian por matices (fundamentalmente en lo económico y, por ende, en las condiciones de vida) casi inexistentes.
         La izquierda tiene, además de muchos otros retos, la de volver a ganar a la ciudadanía para su causa (siempre que, las élites en cualquier nivel organizativo, crea todavía en alguna causa), que en estos momentos pasa por la recuperación de los principios éticos y los valores en la actividad política, por la democracia sin peros en cualquier nivel, y por los programas basados en la solidaridad, la justicia y la igualdad como único instrumento de lograr la libertad.


¿PORQUÉ QUIERE GANAR LAS ELECCIONES EL PSOE?

La respuesta podría ser, “porque de eso se trata”. Pero en mi opinión, el PSOE está errando en su estrategia de solapar el verdadero objetivo de las Elecciones Europeas con el debate nacional. Las propuestas, los mensajes son casi exclusivamente en clave de “primarias nacionales”.
A la ciudadanía le interesaría un PSOE volcado en plantear propuestas dirigidas a la reforma de la Unión Europea y sus políticas de “austeridad”. Propuestas claras y concretas que aportar al grupo parlamentario, que sirviesen de “guía”, no solo para la reforma que urge y requiere la UE, sino en la línea de promover y provocar un debate sobre la necesaria recuperación de la socialdemocracia en toda Europa, verdadero y único freno a la derecha hegemónica.
Sería necesario que el proyecto autónomo que los partidos socialdemócratas defienden se transformase en una propuesta de unidad hacia la izquierda en el resto de Europa: ya perdió la socialdemocracia la oportunidad de abanderar la lucha contra la Europa del capital cuando gobernaban España, Portugal y Grecia. Ahora no se está en disposición de perder ninguna oportunidad más, excepto si el objetivo es consolidar la posición que hoy representa: la defensa de un capitalismo crítico y con relativamente “gestos” humanos ( como se ha podido comprobar, inviable).
Ganar las elecciones Europeas no significa que el resultado pueda transferirse a unas Estatales, por lo que la transferencia de datos solo podría ser utilizada ( el día después) como la continuación de una larga campaña hasta las Elecciones Generales con el objetivo de arañar votos a la derecha, pero la pregunta sigue siendo, ¿para qué?. ¿Para cambiar el signo del gobierno  o para cambiar las políticas?.
La ciudadanía, lejos de ver en los partidos políticos una apertura, una rectificación en cuanto a su estrategia, sigue asistiendo al enrocamiento continuo en posiciones que, claramente, se han mostrado como vacías y superadas. La ciudadanía requiere instrumentos, no solo imagen.

La derecha defiende la misma Europa en la que vivimos pero, ¿defiende el PSOE una Europa diferente?, ¿en función de qué propuestas y compromisos?, ¿coinciden las propuestas y compromisos con el resto de la socialdemocracia europea?, y lo que para mi es más importante, ¿se buscan coincidencias con el resto de la izquierda Europea?. Desechar un amplio acuerdo de progreso con la izquierda es una falta de táctica y de respeto hacia los que sufren la Europa de la austeridad selectiva.

Creo que el ganar o perder, no está en los resultados electorales; está en las posibles políticas que se propongan, en su viabilidad ( en una Europa atomizada en intereses y enfrentada en Norte y Sur) y su implicación en la ciudadanía. Lo contrario, solo suponen más mensajes para rellenar páginas y minutos, pero miseria política.


sábado, 12 de abril de 2014

LOS JÒVENESY EL FUTURO.

La encuesta del CIS del mes de marzo arroja unos datos verdaderamente dramáticos. La desesperanza ha causado mella en los y las jóvenes de una forma aplastante. Pero esa desesperanza no es fruto únicamente de su situación: personalmente considero que el sistema, a través de sus “mecanismos de reproducción” (Althusser) ha conseguido imponerse en el ideario colectivo. No obstante (y seguimos con los clásicos), la hegemonía que el sistema “disfruta”, provoca inexorablemente movimientos contra hegemónicos; lejos de posiciones revolucionarias (entendido como actitud de cuestionamiento profundo del orden imperante y ambición por cambiarlo a través de un proceso violento), pero si claramente posicionados en el campo de las reformas para, de ésta manera, intentar garantizar un futuro más justo.

Los y las jóvenes consideran que la formación ya no es una garantía para su futuro. Tal y como apunta el estudio realizado por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, el trabajo es un objetivo incierto que provoca un alto grado de resignación: en los jóvenes se ha instalado el sentido de la supervivencia ( el 71% de los encuestados, de entre 18 y 25 años considera imposible encontrar empleo en el siguiente año), planteándose aceptar lo que sea, y donde sea ( el trabajo ya no está en función de lo que da, sino que se valora en si mismo).

Otro dato importante (además de ese 61% de entre 18 y 24 años que ve difícil o imposible poder emanciparse en los próximos tres años, pensando que, con toda seguridad tendrá que buscarse la vida fuera de España), es, que un 46,4 mira hacia los partidos políticos como “causantes o responsables de la actual situación, apoyando claramente a los movimientos u organizaciones cuyo objetivo es propiciar cambios profundos. No obstante, no son unos “idealistas” peligrosos; tienen los pies en el suelo: un 28,3 considera que deben apoyar a los partidos políticos y movimientos ciudadanos que propongan ciertas reformas pero, (y ahí viene el hecho de la imposición, a través de los mecanismos de coerción y reproducción del capitalismo) respetando el actual sistema (que mitiga los “instintos” revolucionarios en beneficio de la propia subsistencia del sistema, tal y como en la actualidad se desarrolla). La imagen de los jóvenes como “antisistemas peligrosos” es otro de los instrumentos que el sistema emplea para “crear”, en el imaginario colectivo, la necesidad de emplear la fuerza, dada la “violencia casi generalizada”. No es así.

Pero esta reflexión que los jóvenes plantean, debe tener un eco en los partidos, principalmente los de la izquierda (los jóvenes de familia acomodada no tienen ni van a tener problemas para, a través de la “herencia” cultural y económica recibida de sus estructuras, salir adelante): no basta con decir aquello de, “hemos captado el mensaje”, sino que hay que empezar a moverse. El no hacerlo, será un acto de irresponsabilidad irreparable, pues estaremos propiciando (y me incluyo como persona de izquierdas) la consolidación de una dominación que aniquilará cualquier ambición de transformación que los jóvenes puedan albergar, dejando el camino allanado a la sumisión y la resignación. Y, la izquierda no quiere eso, ¿no? (¿o se encuentra cómoda, con sus “intereses” salvaguardados contemporizando pero sin actuar de forma efectiva?).

Que las “viejas” estructuras “soviéticas” (por la propia organización vertical que desarrollan) de los partidos políticos de izquierdas debe sufrir una variación sustancial, es algo más que un discurso recurrente a la vista de la deslegitimación que sufren partidos e instituciones. Un objetivo debe ser profundizar clara y efectivamente la democracia como instrumento (sin instrumentarla), no solo en la elección, sino en el control y (porqué no) en la más que deseable posibilidad de revocación de los cargos políticos (en su caso). Romper la visión generalizada de que la “profesión” de político es un hecho al margen de la sociedad, que se sitúa como magnitud inamovible gracias a la endogamia que hoy por hoy domina la dinámica en el seno de los principales partidos de la izquierda es una necesidad histórica, incluso para la propia supervivencia de la democracia liberal ( no hablemos ya,  de avanzar hacia una de corte deliberativo, que no significa otra cosa que aceptar las reivindicaciones que la sociedad está planteando).

Tenemos la responsabilidad, no solo de escuchar; no solo de trabajar propuestas, sino que, tenemos la responsabilidad de integrar a esos miles de jóvenes que ven como el futuro se les escapa de las manos sin que nadie haga nada (discursos vacíos, electoralistas y faltos de concreción y compromiso efectivo) por evitarlo. Porque de lo contrario, la consolidación de la resignación, llevará a la sumisión, caldo de cultivo para movimientos xenófobos, neofascistas y similares. Creo que el trabajo está por empezar, y, desde las estructuras políticas e institucionales más cercanas a los y las jóvenes, abrir un periodo de reflexión, superando la parálisis burocrático-institucional, y avanzando en compromisos sociales con los jóvenes, que, de lo contrario, lejos de ser el futuro, simplemente serán lo que “otros” les dejen ser, y eso es profundamente injusto.


Ver a los jóvenes como algo ajeno, es vernos a nosotros mismos, no como dueños de nuestra vida, sino como meros elementos intercambiables del juego en el que el capitalismo más criminal conocido nos asigna. Ver a los jóvenes “quejándonos” de que son de tal o cual manera; que “pasan” de todo, es injusto e irreal, pues los jóvenes no son así, les “obligamos” a serlo con nuestra actitud conformista y pasiva.

viernes, 11 de abril de 2014

HACIA UNA NUEVA ESTRATEGIA, HACIA UN NUEVO MODELO. REFLEXIONES PESONALES.

La pervivencia del actual sistema político español es más que posible, dado el nivel de coincidencia que los dos partidos políticos que han “alternado” la responsabilidad de gobierno han logrado. No obstante, es necesario ubicar el problema en lo concreto, y esto requiere un análisis, en función de los objetivos, lo que nos lleva a la necesidad de promover una reflexión en torno a la necesidad de superar el “silencio”, dotándonos de argumentos y herramientas políticas que acerquen a la ciudadanía, aunque en principio sea con los recelos normales.

Es cierto que gran parte de la ciudadanía es “victima” de la ideología de la transición; ideología que ha institucionalizado la renuncia, el incivismo y el olvido para diluir el debate político, centrándolo en una mera cuestión electoral (basada en una legislación electoral claramente injusta). Pero los vecinos y vecinas deben tener claro algo: la capacidad para cambiar las cosas, hoy por hoy, pasa por las urnas y, rechazando el sistema, es necesario asumir la realidad, más como un método que con un fin, como pretenden hacernos ver los medios de comunicación y los medios de propaganda de los partidos. Esto, nos lleva a la necesidad, o de construir nuevos instrumentos o de aprovechar los existentes, y esa disyuntiva debe ser motivo de reflexión. El problema, desde un punto de vista general, no es solo el sistema actual; son las reglas del juego que imponen, desde la legitimidad conferida en las urnas por parte de una derecha, hoy hegemónica. Por lo tanto, esa supuesta mayoría que debe engrosar el cuerpo político del cambio, debe romper con el aislamiento y el miedo al que nos han llevado las políticas de precarización a las que nos están sometiendo y ejercitar el poder de cambio, siempre que las condiciones de esa estrategia común sean posibles, efectivas y en una perspectiva de cierta durabilidad o permanencia temporal ( que estará, efectivamente sujeta, a un cambio en la actitud de los actuales dirigentes, por un lado, pero también al nivel de implicación directa en esas organizaciones por parte de la ciudadanía).

Estoy en desacuerdo con el planteamiento que una parte de la izquierda política hace respecto al PSOE. Es cierto que la deriva del partido de Pablo Iglesias tuvo como único objetivo lograr el poder. Esto lo convirtió en un “partido atrápalo todo” que propició en su entorno una verdadera “arquitectura” basada en nuevas “elites” de políticos cuyo objetivo era, no lograr un puesto para desarrollar una supuesta actividad política, sino simplemente medrar. Y en esas está el PSOE: el equilibrio está en los intereses. Pero no es menos cierto que el PSOE tiene una base electoral que sigue viéndolo como la contraposición a la derecha y, no lo olvidemos, una parte de la militancia claramente identificada con la izquierda ( socialdemócrata), que, a pesar de la incomodidad, sigue pensando en “su” partido como una organización de izquierdas, secuestrada por social liberales. A esa militancia y a esa base social no se le puede pedir que se sume a un proyecto que excluye al PSOE. Todo lo contrario: esa militancia, junto con esa base social más o menos comprometida, tiene la responsabilidad de propiciar un cambio interno; difícil, trabajoso, pero necesario.







Es importante que muchos (algunos, al menos) militantes del PSOE que abandonaron el partido excluidos o autoexcluidos, retomen su militancia, pero no ya desde la lucha coyuntural, sino desde objetivos de mayor calado: tomar gradualmente el poder en la organización para transformarla desde dentro (aquí, es posible que la aplicación del “entrismo” trotskista pueda tener todavía una vía de posibilidad, desde la necesidad).

La corriente de opinión que subsiste nominalmente en el partido socialista es un instrumento posible, siempre y cuando supere sus complejos. La opción de opinador interno no es viable. Debe asumir la responsabilidad de aglutinar a esa militancia crítica y ser, leal en los principios pero absolutamente beligerante en los planteamientos programáticos. Debe poder visualizar el ciudadano que, desde la lealtad a los principios e ideas, la lucha que se da, no es motivada por el poder (como los medios de comunicación podrán vender), sino por la transformación, de ahí que las propuestas deben ser claras, superando cualquier nivel de abstracción que diluya, tanto el mensaje, como los objetivos.

Un momento clave será indudablemente el proceso que se abrirá tras los comicios Europeos: la elección de candidato o candidata a través de primarias abiertas. Este y no otro, debe propiciar la suma de fuerzas alternativas a las hoy dominantes para presentar ante la militancia y ante la ciudadanía un candidato o candidata que base su propuesta en la regeneración democrática, empezando por el propio partido socialista. Una propuesta que considero ineludible es la extensión de los procesos de primarias a la totalidad de estructuras de la organización (agrupaciones locales, elección de candidatos o candidatas a las alcaldías, etc) pero desde una perspectiva más abierta: no solo candidato o candidata, sino candidatos y candidatas, esto es: listas abiertas. Es cierto que las normas Federales no establecen el proceso, pero una situación de quiebra requiere soluciones de urgencia.

No olvidemos que el argumento de las primarias decaerá en la misma confección de las listas, puesto que las redes clientelares continúan intactas y a la expectativa, y será esta “correlación de fuerzas” la que condicionará la confección de las candidaturas. Una formula de urgencia como la apertura de las listas podría, de alguna manera ( sin solucionar completamente el problema pues se parte con una más que evidente despolitización de la sociedad, que ha sustituido la defensa de los programas por la defensa de los intereses particulares) incidir en ese objetivo manifestado (que no manifiesto) de “abrir” el partido a la sociedad, aunque yo inscribiría éste objetivo en uno mucho más ambicioso: devolver el partido a la sociedad ( si se me permite la licencia)

Considero igualmente que la coincidencia de discursos con otros colectivos y organizaciones debería propiciar un acercamiento de posturas con el objetivo de, sin “fagocitar” a nadie, confluir en cuanto a propuestas.

Es evidente que la coincidencia entre muchos colectivos sociales y la base militante del PSOE es más que evidente. Las divergencias vienen desde más “arriba”. Son las diferentes direcciones ( federal, territoriales, provinciales) las que son incapaces, ni de desprenderse, ni de superar el agarrotamiento que suponen los intereses particulares en juego. Evidentemente, toda “cesión” de soberanía, será vista por este grupo como una amenaza real a sus intereses, con la consiguiente movilización de esfuerzos contra la iniciativa.

No obstante, considero que la convergencia es posible y necesaria. No hablo de una unidad, pues no creo que fuese ni posible ni deseable porque en gran medida desvirtuaría el proceso mismo; éste debería estar basado en el aprovechamiento de las potencialidades y singularidades de cada uno de los colectivos o movimientos en cuestión.

Evidentemente, hablar de convergencia choca, además de con el problema de los “intereses particulares” latentes (evidentes aunque solapados tras formulas de corrientes ideológicas extraoficiales) con los intereses electorales de organizaciones instituidas cuyo objetivo es el del “sorpasso”. La decadencia del PSOE como partido aglutinador de objetivos de clase, son vistos por los adversarios como una oportunidad de ascender en la escala electoral cuando lo que realmente (además de la degeneración propia del PSOE, que ya es preocupante) supone es una mayor atomización de las posibilidades reales, no solo de transformar el sistema ( para transformar la realidad) sino incluso para reformarlo mínimamente. No olvidemos que, por un lado, los acuerdos post electorales suelen acarrear conflictos y desconfianza, y por otro, son artificiosos porque vienen precedidos de una campaña donde los aspirantes al “sorpasso” han dañado en mayor o menor grado el sentimiento de los futuros socios. Es por esto que es deseable un acuerdo pre electoral que, al tiempo de configurar una opción viable, traslade a la sociedad un mensaje claro: hay alternativa a la derecha.

El proceso de convergencia tendría que cumplir ciertas condiciones, como por ejemplo: un acuerdo tácito de complementariedad y no agresión, un discurso que, aunque propio y diferenciado, convergiese en los objetivos acordados, o un compromiso público con principios de lealtad al programa que cada cual debería gestionar al día siguiente.

Evidentemente son ideas y reflexiones desde la comodidad de la no militancia de pago (aunque si ideológica), pero en el camino, muchos y muchas de los que dejaron (dejamos) su compromiso por la desesperación de no verse representados en las políticas y actuaciones del partido, volverían a enganchar con un proyecto diferente y alternativo en el que con toda seguridad pondrían toda su “militancia” , sirviendo de efectivos difusores y “propagandistas” del mismo. Recuperar a esos miles de militantes para el debate y el trabajo político no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Rechazar la idea es mantener las actuales estructuras y pasar de la enfermedad a la metástasis.

El principal escoyo que, en mi opinión se vislumbra, no es el o la militante de base (al menos en el PSOE): son las élites dirigentes cuyo estatus está tan distante (de sus representados y de sus propios compañeros de organización) y tan condicionado por esos intereses “profesionales”, que la lucha puede ser ciertamente difícil y complicada.

La pretensión no es convertir al PSOE en una organización de corte libertario, sino recuperar la esencia de la democracia y, por ende, la del socialismo democrático, vía e instrumento que sirvió y debe servir a los trabajadores y trabajadoras para mejorar su vida y la de las generaciones venideras. Con el objetivo de la transformación, sin perder de vista los objetivos y programas máximos, pero siendo prácticos en la graduación de las acciones para, de forma progresiva, lograr ese anhelo que, siendo utopía, nos sigue moviendo: el socialismo.

Y una última cuestión. Hablar de socialismo no nos debe sonrojar, pues debemos sentirnos orgullosos y orgullosas del nombre y de la historia de nuestro movimiento. Debemos sentirnos parte de ese ambicioso proyecto que supuso y sigue vigente de superar la explotación del hombre por el hombre; debemos sentir, más que nunca, el compromiso con una humanidad más solidaria, justa, honesta e inteligente.



jueves, 10 de abril de 2014

DEL ACIERTO TÁCTICO AL ERROR ESTRATÉGICO.

La crisis del gobierno de coalición en Andalucía es, pese a las negaciones de ambas parte,  un hecho. El choque entre diferentes concepciones de la acción política era inevitable.
La defensa de la “legalidad” con los argumentos de “igualdad y justicia social” se caen por las evidencias. Los desalojados en Corrala Utopía eran unas victimas, no de una situación dada, sino de la herencia de una ley de desahucios que el ejecutivo de Zapatero fue incapaz de reformar, y que sigue dando sus “frutos”. Esa es la legalidad, que un juez aplica y, en respuesta a los realojos, la Presidenta procede a dar un golpe encima de la mesa desautorizando a la Consejera de IU y retirándole las competencias en materia de vivienda.
El presidencialismo, con todo el conjunto de competencias que lo arropan y aúpan a la cúspide administrativo política, es uno de los “peros” del sistema: las decisiones colegiadas son, en la mayoría de ocasiones, más justas. Pero, partiendo de la “legalidad” de la actuación de la Presidenta de Andalucía, es preciso analizar la cuestión del “choque” desde el sosiego y la calma, evitando el subjetivismo que casi siempre se emplea en “juzgar” las decisiones.
Por otro lado, las reacciones de las direcciones de los partidos coaligados son prudentes, pero el error estratégico, el que ha dado un respiro al candidato de la derecha (recordemos, uno de los artífices de los recortes en sanidad, desde su responsabilidad en el ministerio dirigido por A.Mato) que, con un discurso hipócrita y oportunista, está ofreciendo al PSOE el abrazo “del oso”, en nombre de la legalidad vigente ( insinuando que “los comunistas” pretenden subvertir la legalidad, algo que los partidos institucionales y de “gobierno” no puede permitir).
Ahora, nos encontramos con una IU, que podría romper el pacto, dejando gobernar al PSA-PSOE en solitario, aunque éste no tendría ningún reparo en buscar cobijo junto a su alter ego institucional, algo que IU no puede permitir, pues los esfuerzos realizados caerían en el vacio. Con un PSA-PSOE en el que el acuerdo con IU ha supuesto, para algunos, un esfuerzo ideológico excesivo ( ese alto cargo espetando a IU sobre si pensaban que “esto era Venezuela” dice mucho de quien lo utilizó como argumento), y para otros, un esfuerzo necesario para mantener el poder. Lo que no tienen en cuanta ni unos ni otros, es que las bases, la militancia del PSA-PSOE sí quiere ese acuerdo. Que quienes están en contra, forman parte de ese amplio sector de “quintacolumnistas” que acaparan el poder ( con la aceptación tácita de la militancia, por supuesto). Andalucía es un campo de pruebas donde es necesario para la izquierda demostrar que los acuerdos, no solo son necesario, sino que benefician a la ciudadanía, falta de respuesta progresistas y de proyectos comprometidos con los conceptos que hace años abandonaron en el PSOE: justicia social, democracia e igualdad ( pero no entendida desde su acepción neoliberal, que la vacía de contenido, sino desde su acepción socialdemócrata, que le confiere el significado de dar a todos según su necesidad para favorecer el pleno ejercicio de los principios de ciudadanía libre).


Espero y deseo que las posiciones refractarias que subsisten, tanto en el PSA como el IU se avengan a la reflexión, abandonando trincheras que en nada benefician, ni a la izquierda, ni a ese pueblo que sufre las consecuencias de un capitalismo al que hay que frenar, pero desde las instituciones, porque desde las trincheras es, además de difícil, imposible. Hay que demostrar que el pacto es posible y que no solo eso, sino que es un camino que la izquierda en otros territorios del Estado Español debe empezar a recorrer, superando “bonos, Zapateros e Ibarras”, que representan el enésimo intento de finiquitar cualquier política de izquierdas, sustituyéndola por sucedáneos de la derecha, pero con discursos populistas y en apariencia progresistas.

Parálisis total.

La institución que rige los destinos de miles de Campelleros y Campelleras, sigue con el encefalograma plano. Sigue con la dinámica de macanicismo administrativo como único instrumento de su "gestión"; sigue demostrando la incapacidad, más que manifiesta (aunque no para la inmensa mayoría silenciosa que ni dice, ni hace) para hacer lo que las urnas le mandataron: política.
Los procedimientos administrativos ( que podrían hacer de forma mecánica los servicios administrativos por si solos, sin necesidad de representación política) siguen su marcha de forma inexorable. Y esa marcha, sin la necesaria influencia política, se convierten en servicios cuando podrían ser instrumentos que, al tiempo de prestar servicios, ofreciese oportunidades. Me refiero a las plicas veraniegas: socorristas, tumbonas, sombrillas y demás servicios.
No es que sea mi intención que mis humildes palabras tengan eco en el gobierno; ¡por favor!; no soy tan soberbio como algunos piensan, soy mucho más humilde. Pero mantener la esperanza en que alguien o algunos se pudieran hacer eco, discutir y debatir sobre el uso de los actuales mecanismos administrativos como oportunidades de empleo, siempre queda, siempre está. 
Considero que seguir resignados a que el procedimiento administrativo es la única vía posible para dirigir la política municipal refleja el miserable nivel político que las instituciones locales representan. Esta resignación, por otro lado, demuestra la inexistencia de una oposición que esté en disposición de plantear alternativas, haciendo "tabla rasa" entre todos los partidos y organizaciones que dicen y pregonan que es posible otra forma de hacer política: no solo hay que decirlo, hay que demostrarlo. Y la vía es la presentación de alternativas, explicar los porqués de esas alternativas y demostrar, no solo su viabilidad administrativa, sino su conveniencia y oportunidad hacia una sociedad sumida en una profunda miseria moral y económica.
Cuando se habla de "resolver, abordar los problemas que preocupan a los ciudadanos y ciudadanas", no se habla en el vacío, pues la obligación es hacerlo por el mandato recibido, pero también es hacerlo desde una posición política, imbuida por una ideología. Si esto no es así, la máxima de "ni de derechas ni de izquierdas" seguirá triunfando como pensamiento único, dando pábulo a los movimientos sin ideología, lo que sería igual a vaciar de cualquier contenido una democracia ya bastante perjudicada.
Por otro lado, mostrar mi sorpresa ante la indiferencia ideológica que muestran los partidos y organizaciones hacia el hecho local. Y lo digo con argumentos. 
Estoy absolutamente de acuerdo que los problemas y preocupaciones globales deben tener un reflejo en la política local pues no somos ajenos a las situaciones que nos rodean, pero, la inexistencia de alternativas políticas claras que diferencien los proyectos de la izquierda a los de la derecha del mecanicismo administrativo nos deja desamparados ante las urnas, y lo que es peor: ante el futuro.

BILY EL NIÑO, MUÑECAS…GARZÓN, ELPIDIO Y BLESA

Nombres muy conocidos por todos y por todas. Unos, porque, pese a la amnistía promulgada en la transición, han sido conocidos gracias al ejercicio de la justicia universal ( de la que España, “gracias” al actual gobierno, ha renegado, convirtiendo nuestro país en un verdadero paraíso para los delincuentes internacionales), otros, porque se preocuparon por aplicar la justicia en casos flagrantes de delito y el último, por ser la cara más visible del saqueo bancario producido en España con el beneplacito del Estado.
El caso de los torturadores franquistas es sangrante, por estar “protegidos” por las estructuras que presuntamente tienen que velar por el Estado de derecho. El caso de los jueces, por ser ese mismo Estado de derecho quien les ha condenado, en un ejercicio de hipocresía judicial basada más en la venganza que en la aplicación de la ley, y en el último, y pese a las pruebas, no solo de ser el presunto cerebro del saqueo de Caja Madrid, pese a las pruebas de ser uno de los protegidos de la estructura presuntamente delictiva de la derecha política, pese a ser un presunto corruptor, la justicia se presenta laxa y consentidora.
En mi opinión, creo que no extraditar a los torturadores tardofranquistas reabre dramáticamente las heridas de aquellos que fueron sus victimas y, lo que es más grave, penaliza a todas las victimas de la dictadura, que lo fueron, a manos del Estado Español que, ahora protege a los torturadores y que, por sistema, impide que los asesinados por el franquismo/fascismo sean buscados y enterrados con dignidad. La herida sigue abierta, y lo sigue, no porque los que enarbolamos la tricolor queramos reabrir heridas, sino porque las heridas, no siendo cerradas, aparentemente son aderezadas con sal para que sigan doliendo. El Estado es responsable, pues los torturadores fueron el brazo ejecutor de un sistema que tenía como objetivo someter y aniquilar a los discrepantes a través del terror. Y como responsable, y con el objetivo de culminar definitivamente la superación ( más allá de la mera transición) del franquismo/fascismo tiene la obligación de compensar convenientemente ( nunca suficientemente) a las victimas de un régimen que sigue “gozando” de un prestigio vergonzante.
Habrán ciudadanos y ciudadanas que, desde la distancia en el tiempo, consideren que no es oportuno, ni juzgar a los torturadores, ni devolver la dignidad a las victimas, pero esto forma parte de la perversa transmisión cultural a la que el franquismo transformista nos sometió, convirtiendo la historia en una mera anécdota, siempre en beneficio de los poderes que mantuvieron, sustentaron y se aprovecharon del terror fascista.
El caso de los jueces “laminados” por el Estado de Derecho es la penúltima prueba de que el sistema de justicia hace agua y que debe ser reformado, pero la paradoja es que debería serlo por los mismos que le dan fortalece y lo sustentan por interés. Esto es otra de las cuestiones que debe ser reformada con urgencia, pues nos coloca casi al borde de la “república bananera”.
Y termino. El tal Blesa y otros banqueros que han ido pasando desde sillones ministeriales a las enmoquetadas salas de diferentes consejos de administración , deben ser juzgados por sus delitos económicos ( para algunas familias humildes, no ya delitos, sino crímenes) demostrando que el Estado de Derecho lo es, para todos, sin que primen razones de estatus económico o relaciones políticas.

Y, ¿qué pasará con el juez Ruz, que está apuntando a que el partido del Gobierno se nutrió y financió con fondos ilegales?, ¿será laminado, o el sistema democrático español actuará con contundencia, aplicando la Ley como a cualquier ciudadano que lo hubiera hecho?

miércoles, 9 de abril de 2014

DERECHA E IZQUIERDA: DIFERENTES FORMAS DE GESTIONAR LO PUBLICO.

Las administraciones locales, en virtud de la legislación de ámbito local, tiene la potestad y la capacidad de establecer contratos al objeto de recabar prestación de servicios, suministro de bienes y servicios, etc. Ha sido un hábito de las administraciones, el contratar servicios en vez de personal, y esto, con el argumento de que se “abarataban” costes y se agilizaba la gestión. Aquí, en un insignificante epígrafe, se podrían establecer diferencias claras entre la derecha y la izquierda, pero la tónica general nos dice que, desgraciadamente, no es así (y sería motivo de un artículo reflexionando sobre el porqué)

En nuestro municipio, por poner un ejemplo, la derecha gobernante desde hace veinte años (la prensa de derechas, en caso de ser otro partido el que llevase ese tiempo, no dudaría en calificarlo de “régimen”) ha privatizado: Servicio de Jardinería, Servicio de Recogida de Residuos, Servicio de limpieza viaria, servicio de señalización horizontal. De la etapa anterior, los servicios de Biblioteca, Educación Permanente de Adultos y una parte de Servicios sociales. Como podemos ver, no es en absoluto insignificante el montante total de servicios que, pagando el Ayuntamiento, beneficia a la empresa privada.

Otro de los argumentos para contratar servicios a la empresa privada es, promover el empleo a través de los contratos, pero ante este argumento existen datos más que evidentes de que la creación de empleo en la localidad ha sido, por decirlo de una forma respetuosa, escasa.

Desde la izquierda se pueden gestionar los servicios, no sólo centrándose en el objetivo de una prestación de calidad, sino de una prestación “ a través de la igualdad”. Me explico.

Por un lado, tenemos la posibilidad de que los servicios sean gestionados directa o indirectamente por el Ayuntamiento. En el primer caso el capítulo 1 condicionaría en exceso la aplicación de otras políticas, por lo que muchas administraciones optaron hace décadas en descentralizarlos. ¿Cómo?, a través de la creación de empresas y otros entes de titularidad municipal (fundaciones, patronatos, etc). El desarrollo, siendo positivo, podríamos valorarse como desigual, al ser éstos entes descentralizados excesivamente “caros”, pero por su cúpula: gerencias, directores, etc. Esto se habría evitado con una composición del consejo de administración compuesta por cargos públicos que no percibiesen remuneración por el ejercicio de esa responsabilidad. Igualmente no se han incluido en dichos entes públicos representación de trabajadores o vecinos, lo que hubiera propiciado un mejor y mayor control democrático de la gestión de dichas entidades y una planificación más ajustada a las prioridades sociales.

Esta, o cualquier otra modalidad de prestación de servicios diferente a la contratación de empresas privadas ahorra a la entidad municipal, además del 20% (más o menos) del beneficio que se embolsa el empresario,  la existencia de trabajadores en situación de precariedad (la contratación a través de entes públicos garantiza que sus condiciones laborales se ajusten a ley).


Esta es una diferencia, pero hay más.

La opción de promocionar el asociacionismo laboral entre los diferentes sectores de la localidad no ha sido suficientemente explorada, desechándola por ser, creo yo, simplemente diferente. La promoción del cooperativismo entre jóvenes y parados de larga duración, entre profesionales, entre emprendedores, garantizaría, además de que el mencionado porcentaje de beneficio empresarial se repartiese, un compromiso con el valor de la solidaridad en cuanto a reparto del trabajo. Este campo está por explorar en materia de empleo local, pero parece que la dinámica de automatismo administrativo y el excesivo carácter institucionalista de la izquierda hace que deseche estas opciones.
Personalmente apuesto  por ambas soluciones pues en mi opinión son una opción que la izquierda tiene en su mano para fomentar el empleo entre los y las trabajadores y trabajadoras de la localidad desde un concepto de justicia y redistribución.


La “excusa” del abaratamiento a través de la contratación privada, supone: por un lado, que si bajan los contratos, los salarios de los trabajadores bajan, pero no el porcentaje de beneficios. Una situación de precariedad y un clientelismo claro al verse que en la mayoría de empresas el trabajo se reparte ( no siempre, pero muy a menudo) entre conocidos o por referencias, sin tener en cuenta la posible precariedad social o necesidad. La misma cantidad que se abona a las empresas sería la que se utilizaría en las otras opciones, simplemente significaría un poco más de trabajo pero, ¿para qué se está en política sino para crear y no solo para gestionar?

martes, 8 de abril de 2014

¿ES POSIBLE UNA MAYORÍA DE CAMBIO EN EL CAMPELLO?

Después de veinte años (lo que la derecha mediática definiría, en otro contexto como “régimen”) de gobierno de la derecha, después de veinte años en los que nuestro municipio se ha hundido en una crisis (que, siendo similar a la del resto de poblaciones, nos afecta en mayor medida por la dependencia, por un lado, a la economía coyuntural del turismo y por otro, a la defenestrada del ladrillo)de la que la derecha es incapaz de sacarnos, es momento ( en mi opinión) de valorar la posibilidad de que se produzca, propiciándolo, un cambio de signo y valores políticos.
Es cierto (y no voy a ser yo quien lo niegue) que el descrédito de los partidos y de sus dirigentes es tal que, o produce apatía, o produce reacciones, la mayoría de las veces, favorecedoras a los intereses y estrategias de la derecha. Es cierto que la ciudadanía vive con distancia el “hecho público”, desde un papel secundario, pese a descansar sobre ella el “poder” ( un poder que no parece valorar ni considerar, dejándose llevar, desde esa apatía, hacia un terreno de “apoliticismo” peligroso, que solo conviene e interesa a los que conciben el hecho público como una productiva dedicación). Todo eso es cierto, pero la razón del futuro nos debe empujar hacia la “tagencialidad” en los proyectos políticos, propiciando programas fruto del acuerdo y el encuentro. Y no es menos cierta la más que evidente pluralidad política, pero igualmente, no es menos necesario el acuerdo para sacar al pueblo donde van a vivir nuestros hijos y nietos del marasmo mecanicista en el que ha caído la acción político-administrativa desarrollada a lo largo de veinte años.

La izquierda, término al que se ha querido y quiere vaciar de contenido, término que incluso es denostado por los que militan nominalmente en ella, sigue teniendo una significación clara para amplios sectores de la sociedad por asociarla a objetivos y luchas de emancipación, por la igualdad y la solidaridad, por la lucha contra la injusticia, por la defensa de lo público, en definitiva: por el bienestar de todos. La lucha contra un sistema que prima la posesión individual (ahora, el sálvese quien pueda individual)frente a los derechos propios de los y las ciudadanos y ciudadanas, sigue siendo necesario, por lo que la pretendida “superación” de izquierda y derecha es simplemente un argumento, o de la derecha, o de los que, militando en la izquierda política, piensan que su papel es meramente testimonial, siendo su gestión neoliberal por necesidad (o la gestión institucionalista mecánica).
En nuestro municipio, no podemos hablar de movimientos sociales en su sentido amplio. Más bien de movimientos vecinales unidos o pretendidos por determinadas opciones partidistas que, explotando asuntos concretos se reclaman “representantes” únicos y excluyentes de un determinado sector. Por lo tanto, la unión entre ciudadanía y organizaciones de izquierdas es difícil por no decir imposible. Pero no es ni difícil ni imposible que ese sector de ciudadanía todavía activa (desde el voto, desde la militancia e incluso desde la simpatía) se sume a un proyecto plural, pero unitario en los objetivos. La Unidad Estratégica entre ciudadanos y organizaciones de izquierdas ( sin purismos ni exclusiones), podría vertebrarse en la formación de órganos comunes (foros, plataformas, etc) que permitan el objetivo, no sólo de echar a la derecha de la institución, sino lo que es más importante: cambiar el rumbo social y económico desde una acción política comprometida con la democracia, la justicia y la igualdad ( concebida como igualdad de condiciones para el ejercicio de la libertad, y no como la concibe la derecha: igualdad teórica en la desigualdad practica)
Creo humildemente que, superando los intereses ( legítimos, pero alejados de los colectivos por la primacía de los partidistas) y anteponiendo la necesidad de superar veinte años de derecha, bien valdría una reflexión que, como antes decía, desde la inclusión (contrapuesta a la exclusión) y la pluralidad ( sin buscar la unidad, pero si la unificación de criterios), configurasen un escenario diferente de cara a 2015.

Creo que solo la unidad estratégica entre ciudadanía y organizaciones políticas puede abrir un nuevo espacio de encuentro que, además de incidir en la superación de la distancia ciudadanía-partidos, ofrezca un marco electoral, político y cívico que ilusione y movilice. Ahora bien, la pregunta es, ¿están los actuales representantes políticos dispuestos a aceptar la pluralidad más allá de la defensa de sus siglas, más allá de los intereses más o menos explícitos, más allá de los actuales círculos excluyentes que significan las organizaciones políticas?

14 DE ABRIL: MÁS QUE NUNCA, REPUBLICANOS.

La imagen que muchos y muchas ciudadanos y ciudadanas tienen, cuando se habla de la República, es el doloroso recuerdo de una guerra, aunque no sepan porqué se produjo saben que fue un dramático episodio de nuestra historia, aunque tampoco sepan que fue más dramático para unos que para otros. El régimen fascista/franquista se ocupó durante cuarenta años reescribir la historia de la memoria colectiva sobre el período republicano, un hecho que, después de treinta años de democracia liberal no ha sido resuelto.
Hablar de republicanismo en nuestros días es, no solo reivindicar unos símbolos y una memoria que, en demasiadas ocasiones, se nutre de un romanticismo fruto de aquel otro romanticismo que motivo a muchos y muchas a dar su vida por un ideal. Pero vivir de aquel romanticismo, de aquel “pudo ser, pero no fue”, no es positivo para el objetivo de los y las republicanos.
Evidentemente, el dolor no se cerró, pues el régimen fascista/franquista y su continuación, el régimen de democracia liberal hizo bien poco por superar el dramático momento histórico; incluso, y apelando a la reconciliación, se pidió y se pide a los “perdedores” que no abran heridas pidiendo reparación y dignidad para los asesinados por el estado fascista/franquista: ss lo mismo que si se pidiese olvido sin más para las victimas del genocidio nazi, algo que nadie se atrevería a hacer. Pero en España, el “hecho” franquista es justificado como “algo de nuestra historia”, siendo el “hecho” republicano como algo que hay que olvidar. Y la pregunta es, ¿porqué?.
El artículo primero de la constitución de 1931(“España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia”. “Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”.)ya indicaba el compromiso de la naciente republica para con un elemento que dio y da significado al republicanismo: el concepto de ciudadanía, no solo desde un sentido normativo, sino en el sentido pleno de ciudadanía cívica, proactiva y protagonista de su presente y su futuro que el republicanismo confiere al término.
Solo hay que observar la sociedad en la que vivimos para ver en lo que la democracia liberal ha convertido la sociedad: un mercado de bienes poseídos y controlados por propietarios y empresas guiados por la pasión del beneficio y protegidos por un aparato público cada día más mínimo. De esa observación podríamos deducir que la democracia “no tiene contenido, aunque si tenga procedimiento“(Salvador Giner).
Es necesario que los republicamos recuperemos el compromiso pedagógico y que imbuyamos nuestra actividad cívica de republicanismo integrador frente a cualquier tipo de intención excluyente. Es necesario que, reivindicando el período de la segunda republica, lo hagamos desde ese objetivo dicotómico: recuperar la dignidad por los que cayeron a manos del fascismo/franquista y reivindicando la ciudadanía como concepto republicano dotado de pleno sentido y plena vigencia.
Desde los movimientos sociales no se pide otra cosa: reformar el sistema representativo, caminando hacia uno deliberativo, o lo que es lo mismo: republicanismo.

El debate sobre la corona, institucionalmente construida desde la imagen de que ella y no otra cosa es la que mantuvo unida España, ya no es posible. El papel jugado por el monarca fue el que fue, pero su tiempo pasó. La mera existencia de un Jefe del Estado ( aunque vaciado de contenido) es una anacronismo democrático, máxime siendo el actual Jefe del Estado la imagen de una imposición a los perdedores, cuyo mantenimiento condiciona cualquier intento de reformar el marco legal en el que vivimos. Pero la superación de la actual situación pasa por una movilización política de todos y todas y el establecimiento de una nueva estrategia basada en la cooperación y la pedagogía, huyendo del historicismo “militante”, y reivindicando los valores que el franquismo condenó al olvido e incluso al odio: ciudadanía responsable, participativa, crítica y decente.