NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

viernes, 11 de abril de 2014

HACIA UNA NUEVA ESTRATEGIA, HACIA UN NUEVO MODELO. REFLEXIONES PESONALES.

La pervivencia del actual sistema político español es más que posible, dado el nivel de coincidencia que los dos partidos políticos que han “alternado” la responsabilidad de gobierno han logrado. No obstante, es necesario ubicar el problema en lo concreto, y esto requiere un análisis, en función de los objetivos, lo que nos lleva a la necesidad de promover una reflexión en torno a la necesidad de superar el “silencio”, dotándonos de argumentos y herramientas políticas que acerquen a la ciudadanía, aunque en principio sea con los recelos normales.

Es cierto que gran parte de la ciudadanía es “victima” de la ideología de la transición; ideología que ha institucionalizado la renuncia, el incivismo y el olvido para diluir el debate político, centrándolo en una mera cuestión electoral (basada en una legislación electoral claramente injusta). Pero los vecinos y vecinas deben tener claro algo: la capacidad para cambiar las cosas, hoy por hoy, pasa por las urnas y, rechazando el sistema, es necesario asumir la realidad, más como un método que con un fin, como pretenden hacernos ver los medios de comunicación y los medios de propaganda de los partidos. Esto, nos lleva a la necesidad, o de construir nuevos instrumentos o de aprovechar los existentes, y esa disyuntiva debe ser motivo de reflexión. El problema, desde un punto de vista general, no es solo el sistema actual; son las reglas del juego que imponen, desde la legitimidad conferida en las urnas por parte de una derecha, hoy hegemónica. Por lo tanto, esa supuesta mayoría que debe engrosar el cuerpo político del cambio, debe romper con el aislamiento y el miedo al que nos han llevado las políticas de precarización a las que nos están sometiendo y ejercitar el poder de cambio, siempre que las condiciones de esa estrategia común sean posibles, efectivas y en una perspectiva de cierta durabilidad o permanencia temporal ( que estará, efectivamente sujeta, a un cambio en la actitud de los actuales dirigentes, por un lado, pero también al nivel de implicación directa en esas organizaciones por parte de la ciudadanía).

Estoy en desacuerdo con el planteamiento que una parte de la izquierda política hace respecto al PSOE. Es cierto que la deriva del partido de Pablo Iglesias tuvo como único objetivo lograr el poder. Esto lo convirtió en un “partido atrápalo todo” que propició en su entorno una verdadera “arquitectura” basada en nuevas “elites” de políticos cuyo objetivo era, no lograr un puesto para desarrollar una supuesta actividad política, sino simplemente medrar. Y en esas está el PSOE: el equilibrio está en los intereses. Pero no es menos cierto que el PSOE tiene una base electoral que sigue viéndolo como la contraposición a la derecha y, no lo olvidemos, una parte de la militancia claramente identificada con la izquierda ( socialdemócrata), que, a pesar de la incomodidad, sigue pensando en “su” partido como una organización de izquierdas, secuestrada por social liberales. A esa militancia y a esa base social no se le puede pedir que se sume a un proyecto que excluye al PSOE. Todo lo contrario: esa militancia, junto con esa base social más o menos comprometida, tiene la responsabilidad de propiciar un cambio interno; difícil, trabajoso, pero necesario.







Es importante que muchos (algunos, al menos) militantes del PSOE que abandonaron el partido excluidos o autoexcluidos, retomen su militancia, pero no ya desde la lucha coyuntural, sino desde objetivos de mayor calado: tomar gradualmente el poder en la organización para transformarla desde dentro (aquí, es posible que la aplicación del “entrismo” trotskista pueda tener todavía una vía de posibilidad, desde la necesidad).

La corriente de opinión que subsiste nominalmente en el partido socialista es un instrumento posible, siempre y cuando supere sus complejos. La opción de opinador interno no es viable. Debe asumir la responsabilidad de aglutinar a esa militancia crítica y ser, leal en los principios pero absolutamente beligerante en los planteamientos programáticos. Debe poder visualizar el ciudadano que, desde la lealtad a los principios e ideas, la lucha que se da, no es motivada por el poder (como los medios de comunicación podrán vender), sino por la transformación, de ahí que las propuestas deben ser claras, superando cualquier nivel de abstracción que diluya, tanto el mensaje, como los objetivos.

Un momento clave será indudablemente el proceso que se abrirá tras los comicios Europeos: la elección de candidato o candidata a través de primarias abiertas. Este y no otro, debe propiciar la suma de fuerzas alternativas a las hoy dominantes para presentar ante la militancia y ante la ciudadanía un candidato o candidata que base su propuesta en la regeneración democrática, empezando por el propio partido socialista. Una propuesta que considero ineludible es la extensión de los procesos de primarias a la totalidad de estructuras de la organización (agrupaciones locales, elección de candidatos o candidatas a las alcaldías, etc) pero desde una perspectiva más abierta: no solo candidato o candidata, sino candidatos y candidatas, esto es: listas abiertas. Es cierto que las normas Federales no establecen el proceso, pero una situación de quiebra requiere soluciones de urgencia.

No olvidemos que el argumento de las primarias decaerá en la misma confección de las listas, puesto que las redes clientelares continúan intactas y a la expectativa, y será esta “correlación de fuerzas” la que condicionará la confección de las candidaturas. Una formula de urgencia como la apertura de las listas podría, de alguna manera ( sin solucionar completamente el problema pues se parte con una más que evidente despolitización de la sociedad, que ha sustituido la defensa de los programas por la defensa de los intereses particulares) incidir en ese objetivo manifestado (que no manifiesto) de “abrir” el partido a la sociedad, aunque yo inscribiría éste objetivo en uno mucho más ambicioso: devolver el partido a la sociedad ( si se me permite la licencia)

Considero igualmente que la coincidencia de discursos con otros colectivos y organizaciones debería propiciar un acercamiento de posturas con el objetivo de, sin “fagocitar” a nadie, confluir en cuanto a propuestas.

Es evidente que la coincidencia entre muchos colectivos sociales y la base militante del PSOE es más que evidente. Las divergencias vienen desde más “arriba”. Son las diferentes direcciones ( federal, territoriales, provinciales) las que son incapaces, ni de desprenderse, ni de superar el agarrotamiento que suponen los intereses particulares en juego. Evidentemente, toda “cesión” de soberanía, será vista por este grupo como una amenaza real a sus intereses, con la consiguiente movilización de esfuerzos contra la iniciativa.

No obstante, considero que la convergencia es posible y necesaria. No hablo de una unidad, pues no creo que fuese ni posible ni deseable porque en gran medida desvirtuaría el proceso mismo; éste debería estar basado en el aprovechamiento de las potencialidades y singularidades de cada uno de los colectivos o movimientos en cuestión.

Evidentemente, hablar de convergencia choca, además de con el problema de los “intereses particulares” latentes (evidentes aunque solapados tras formulas de corrientes ideológicas extraoficiales) con los intereses electorales de organizaciones instituidas cuyo objetivo es el del “sorpasso”. La decadencia del PSOE como partido aglutinador de objetivos de clase, son vistos por los adversarios como una oportunidad de ascender en la escala electoral cuando lo que realmente (además de la degeneración propia del PSOE, que ya es preocupante) supone es una mayor atomización de las posibilidades reales, no solo de transformar el sistema ( para transformar la realidad) sino incluso para reformarlo mínimamente. No olvidemos que, por un lado, los acuerdos post electorales suelen acarrear conflictos y desconfianza, y por otro, son artificiosos porque vienen precedidos de una campaña donde los aspirantes al “sorpasso” han dañado en mayor o menor grado el sentimiento de los futuros socios. Es por esto que es deseable un acuerdo pre electoral que, al tiempo de configurar una opción viable, traslade a la sociedad un mensaje claro: hay alternativa a la derecha.

El proceso de convergencia tendría que cumplir ciertas condiciones, como por ejemplo: un acuerdo tácito de complementariedad y no agresión, un discurso que, aunque propio y diferenciado, convergiese en los objetivos acordados, o un compromiso público con principios de lealtad al programa que cada cual debería gestionar al día siguiente.

Evidentemente son ideas y reflexiones desde la comodidad de la no militancia de pago (aunque si ideológica), pero en el camino, muchos y muchas de los que dejaron (dejamos) su compromiso por la desesperación de no verse representados en las políticas y actuaciones del partido, volverían a enganchar con un proyecto diferente y alternativo en el que con toda seguridad pondrían toda su “militancia” , sirviendo de efectivos difusores y “propagandistas” del mismo. Recuperar a esos miles de militantes para el debate y el trabajo político no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Rechazar la idea es mantener las actuales estructuras y pasar de la enfermedad a la metástasis.

El principal escoyo que, en mi opinión se vislumbra, no es el o la militante de base (al menos en el PSOE): son las élites dirigentes cuyo estatus está tan distante (de sus representados y de sus propios compañeros de organización) y tan condicionado por esos intereses “profesionales”, que la lucha puede ser ciertamente difícil y complicada.

La pretensión no es convertir al PSOE en una organización de corte libertario, sino recuperar la esencia de la democracia y, por ende, la del socialismo democrático, vía e instrumento que sirvió y debe servir a los trabajadores y trabajadoras para mejorar su vida y la de las generaciones venideras. Con el objetivo de la transformación, sin perder de vista los objetivos y programas máximos, pero siendo prácticos en la graduación de las acciones para, de forma progresiva, lograr ese anhelo que, siendo utopía, nos sigue moviendo: el socialismo.

Y una última cuestión. Hablar de socialismo no nos debe sonrojar, pues debemos sentirnos orgullosos y orgullosas del nombre y de la historia de nuestro movimiento. Debemos sentirnos parte de ese ambicioso proyecto que supuso y sigue vigente de superar la explotación del hombre por el hombre; debemos sentir, más que nunca, el compromiso con una humanidad más solidaria, justa, honesta e inteligente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario