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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

domingo, 25 de enero de 2015

IZQUIERDA RADICAL


Ese término se emplea como “argumento”, junto con otros eufemismos del tipo de: populistas, demagogos, etc. Y, ¿quién usa esos adjetivos y porqué?. Lo usan, en el caso de nuestro país ( y en el de Grecia), los partidos consolidados sobre un sistema electoral favorable a la formación de oligarquías. En el caso de España, la derecha, heredera del partido creado por Fraga (ministro franquista), se une en el discurso al PSOE, partido socialdemócrata que, sobre la base de unas élites partidarias, se alterna en el poder con la derecha, haciendo renuncia expresa a los mínimos políticos que definieron su propia existencia hasta culminada la transición tardofranquista.

Esa Izquierda Radical, plantea, no la construcción de barricadas, no la expropiación de propiedades y viviendas, no la colectivización de las explotaciones agrícolas. Plantea, nada más ni nada menos, un programa que hace frente al discurso hegemónico. Un discurso hegemónico sustentado por un poder ejecutivo cuyo objetivo expresado a través de las leyes es la dominación: dominación económica ( sumisión), dominación social ( Ley mordaza), dominación cultural ( LOCE, recorte de becas, etc). Esa izquierda a la que se califica con el adjetivo de “radical” es la heredera de la socialdemocracia  gradualista. No plantean abandonar ni el euro ni Europa; lo que plantea es la reforma, desde la Europa de los financieros a la Europa de los y las ciudadanas. Lo que plantea es, convertir la moneda única en un nexo de unión y no en un arma económica. Lo que plantean, en definitiva, es reformar el sistema ( no derrocarlo) para devolvérselo a la ciudadanía, protagonista, ahora sí, de su propio futuro.

Los errores de los que se apropiaron del término “izquierda”, han provocado convulsiones en la sociedad. Convulsiones que, a través de la democracia liberal representativa propiciará una profunda reforma democrática del sistema. Ese mismo sistema al que se aferran las élites políticas nacidas al albur del franquismo y cuyos objetivos dejaron de ser compartidos por la sociedad “gracias” a los privilegios que se concedieron a sí mismos, dándole la espalda a la sociedad que, hoy, desde el sufrimiento, está decidida a tomar el poder.


El papel de las élites de la izquierda institucional (PSOE e IU) cambiará. Y lo hará no por convicciones, sino obligados por la derrota que la ciudadanía les infligirán en las urnas que hasta el día manejaban con destreza. Y esta derrota podrá significar, o una catarsis o la practica desaparición de partidos y organizaciones que, fruto de sus propios errores y contradicciones, han llegado a ser instituciones ajenas a las clases y sectores sociales a los que decían representar. Si la opción es la catarsis, posiblemente vuelvan a ser útiles a las clases que los vieron nacer. Si no es así, miles de militantes que dieron su vida y su libertad por unos valores, habrán sido las victimas en diferido del entreguismo elitista. Personalmente, creo en que la única opción es la reforma, al hilo de lo que la sociedad exige, no para sobrevivir y, posiblemente reproducir los errores, sino para ser instrumento de la democracia y la justicia social.