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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 27 de diciembre de 2014

LA FISCALIDAD MUNICIPAL, ¿DERECHA O IZQUIERDA?

Uno de los debates sempiternos es, ¿es de izquierdas subir impuestos, es de derechas...?. En el marco de la política municipal, esta cuestión no es baladí, pues, si en algo influye la política es en la vida cotidiana de la ciudadanía a través de los impuestos y tasas. Personalmente, se me ocurre otra pregunta que, en todo caso, sería transversal a la que en principio se plantea: ¿para qué sirven los impuestos?. en mi opinión, en la respuesta a esta pregunta subyace el fondo objetivo de la acción política y debería recibir una contestación como tal.

Uno de los conflictos abiertos a lo largo de la legislatura que finalizará en el mes de mayo del año que entra ha sido la presión fiscal: el IBI. Partimos de una revisión catastral en el marco de la expansión de la especulación inmobiliaria, por lo que los índices que dicha revisión arrojó en su día no parecen muy ajustados a la realidad actual. No obstante, dicha revisión, junto a un absoluto inmobilismo municipal en lo referente a la inversión, junto al "esfuerzo" impuesto a los y las trabajadores y trabajadoras municipales ( rebaja salarial de Zapatero, supresión de la paga de diciembre de Rajoy) arrojó un superávit importante a lo largo de un trienio. Pero, sorprendentemente, el mencionado inmovilismo y el superávit no ha sido un argumento del debate político. Por contra, parece haber existido un acuerdo tácito para bajar impuestos, acuerdo que se ha concretado en un descenso generalizado de la práctica totalidad. Un acuerdo en el que han participado casi todos los grupos políticos, a excepción de Esquerra Unida ( hay que recordar que, éste partido cuestiona la bajada impositiva por "corta", habiendo propuesto incluso la supresión temporal de alguno de ellos), sin que en el debate se introdujese una variable fundamental: para qué y para quién.

Sostener un sistema de garantías sociales locales requiere un esfuerzo. No solo en materia fiscal, sino respecto al necesario consenso en torno a las políticas y programas a desarrollar con el objetivo de consolidar las mismas en una agenda estable que garantice derechos sin que éstos dependan de coyunturas.

La izquierda institucional ha mantenido una línea más o menos homogénea en cuanto a la "necesidad" de bajar impuestos. Salvo excepciones puntuales (alguna apelación a la inversión en empleo por parte del grupo nacionalista progresista), el resto de planteamientos ha convergido en un axioma que, desde mi punto de vista, encierra un preocupante inmovilismo político: bajar impuestos para apoyar a los "más necesitados" ( desde una perspectiva unidireccional: la asistencial).

No se han planteado líneas de actuación ni propuestas encaminadas a la reinversión del superávit en programas de bienestar social destinados a esos "más necesitados", pero más allá de la asistencialidad coyuntural, pues, la crisis, siendo terrible en sus consecuencias, no se supera con apoyos puntuales sino con la garantía de derechos presentes y futuros.

La derecha gobernante, sustenta su propuesta de bajada de impuestos en un argumento falaz, no solo por los inciertos resultados que plantea, sino porque parte de una premisa falaz: el incentivo de la actividad económica. Esta variable no depende únicamente de la presión fiscal, sino de de los recursos con los que las familias puedan contar a lo largo del año, además del incentivo posible a consumir en la localidad y no fuera de ella. De ahí que el resultado de dicha bajada sea en gran medida propagandístico, hecho en el que han participado de forma más o menos directa los grupos de la oposición, diluyendo la posibilidad de construir una propuesta alternativa con contenido político más allá de la competición electoral.

Personalmente plantearía un debate de mayor profundidad: ¿En qué deben emplearse los sucesivos superavits municipales, que políticas deben conformar la agenda municipal en función de los recursos?.

En otro post centraré mi opinión sobre qué políticas o que acciones podrían suponer una inversión en igualdad, objetivo que la izquierda institucional no debería obviar en beneficio de un titular más o menos agradable.

Y no quiero terminar sin reflexionar sobre el papel que está jugando la izquierda más "radical" representada en la institución municipal.

Exigir una mayor bajada e incluso la supresión temporal de impuestos y tasas únicamente produce un beneficio asistencial y coyuntural. Este planteamiento, sin el necesario acompañamiento de propuestas que garanticen derechos sociales a los sectores más débiles ( en ésta crisis y en las venideras), vacía de contenido la presunta acción política "radical" que se pretende y cae abiertamente en el populismo y la demagogia electoralista. No se puede predicar, y no dar trigo.

Sobre la transparencia municipal, hablare otro día centrándome en la partida destinadas a los partidos políticos, de cuya gestión nadie sabe ni parece querer saber.

Y termino: bajar impuestos o subirlos no es de derechas o de izquierdas. Lo que define a la izquierda o la derecha es en qué se invierte y dirigido a quién y para qué.

lunes, 1 de diciembre de 2014

POLÍTICA REAL Y POLÍTICA FICCIÓN: CRITICAR Y ANALIZAR

La política real; la posible, la viable, es la que cumple una serie de principios, sin los cuales, la ideología se convierte en algo absolutamente subjetivo pues se adapta a una visión unilateral e interesada de la realidad. Esto no quiere, en absoluto decir que la función política debe limitarse a “gestionar” pues, para esto, ya están los y las trabajadores públicos, los técnicos y los expertos que la administración tiene, es más; la administración, hoy por hoy, podría funcionar por sí sola sin necesidad de políticos, pero claro, siempre sobre una base legal dada, en este caso, la que sufrimos con el legislativo de derechas, pues los técnicos y trabajadores y trabajadoras públicos no tomarían decisiones sobre el porqué, para quién y cómo realizar determinadas acciones, algo que corresponde a los representantes políticos elegidos por la ciudadanía.

Lo real, lo posible, lo viable requiere, en el ámbito municipal, un ajuste a la legislación vigente que, aunque no guste ( y no gusta) es la que enmarca la acción institucional en la actualidad ( la solución es, desde el ámbito municipalista, influir en las leyes que los partidos proponen en el Parlamento, para así variar ese marco jurídico-legal). En segundo lugar, lo posible se refiere a las posibilidades que una propuesta tiene en materia del cómo se financia y cómo se mantiene. Y por último está la decisión ideológica: porqué una política u otra en función de a quien se quiere beneficiar o qué se quiere potenciar, o para qué se quiere realizar: qué fines se persigue, valorando su proyección en la vida cotidiana de la ciudadanía.

Proponer por proponer es un acto de demagogia que se debe combatir. Cuando alguien o algunos propongan o planteen cuestiones se debe realizar un análisis cuantitativo: ¿se puede ejecutar, se puede mantener?. Y cualitativo: para qué se poner en marcha y a quien se dirige en función de necesidades o simplemente oportunidades.

Pongamos un ejemplo. Si se plantea construir un polideportivo en cada distrito o zona de la localidad, la pregunta es, ¿se puede realizar con el presupuesto municipal?. En la coyuntura actual seguramente si, pero, ¿se puede mantener en condiciones óptimas para el uso y disfrute de la ciudadanía a lo largo, pongamos, de veinte años?. En cambio, si se habla de reducir impuestos, sí se puede hacer pero, ¿se valora a quien beneficia, de donde se reduce inversión si hay menos ingresos?. Pongamos otro ejemplo. Se plantea crear cien puestos directos de trabajo, ¿pueden ser puestos de funcionario?. En la actual coyuntura no, pero, ¿si fuesen bolsa rotativas de trabajadores y trabajadoras semestrales?, Y un último. Se crea una escuela infantil, ¿Se puede construir?. En la actual coyuntura, sin lugar a dudas. ¿Se puede mantener dando servicio a las familias en un plazo de veinte años?: con trabajadores públicos no pues no se pueden crear plazas, pero, ¿se podría optar por fomentar el asociacionismo laboral para la gestión de esos servicios que, de alguna manera serían equitativamente financiados por los usuarios y usuarias?.


Es simplemente una reflexión cuyo objetivo es incidir en la necesidad de analizar las propuestas, una a una, que realizarán los partidos políticos a partir de casi ya. Cada propuesta analizada críticamente: ¿es necesario, a quien beneficia, como se financia, como se construye, como se mantiene, que proyección tiene sobre la vida presente y futura de los y las vecinos y vecinas de nuestro pueblo, qué oportunidades ofrece a los jóvenes, mayores, mujeres, etc?. Son, en mi opinión, reflexiones que, más allá del acto de meter o no una papeleta en la urna, cada uno de nosotros y nosotras deberíamos hacernos?.

EMPEZAR POR EL FINAL

Si nada cambia, la legislatura terminara de la misma forma que empezó, ¿ o no?. Cuantitativamente, no, pero cualitativamente si, pues empezó gobernando el pp y terminará, gobernando el pp. Empezó con una oposición dividida y enfrentada y terminará con una oposición, dividida y enfrentada en cuanto a las posiciones a mantener frente al errático, caprichoso y personalista gobierno municipal.

Los que asumieron el gobierno en junio de 2011, lo hicieron con un discurso hipócrita sobre el dialogo y el consenso, y terminan la legislatura envalentonados y echando toneladas de asfalto sobre la inteligencia de los vecinos y vecinas que, pese a todo, siguen “atrincherados” en la “mayoría silenciosa”, algo que parece que viene bien a todo el mundo, siempre que los y las que les rodeen sean “afines” a lo que sea que deban ser afines ( personalmente, no lo se, porque los postulados ideológicos están lejos de la practica política a lo largo de la legislatura).

La oportunidad que presentaban los Presupuestos municipales para plantear una alternativa general que sirviese de cimentación a un proyecto diferente de hacer y ejercer la política municipal se perdió en disquisiciones y “argumentarios”. La posibilidad de, a través de las organizaciones representadas, aglutinar un cierto consenso en torno a la necesidad de reformar la democracia local sobre la base del compromiso, se perdió o, simplemente, no se valoró como interesante, lo cual desmerecerá (en mi opinión) las promesas que se hagan en el programa.

Los incumplimientos programáticos de “todos”, deslegitiman las que puedan hacer, pues no es excusa que se esté o no gobernando, pues la labor es; si se gobierna, hacer lo que se dijo o explicar porque no se hace. Y si no se gobierna, intentar que las propuestas con las que uno se presentó, salgan adelante a través de iniciativas institucionales, dialogo, y consenso, pero no solo entre los representantes, sino también con los representados ( un instrumento que bien hubiera podido ser utilizado para motivar a la desmotivada sociedad campellera)

Es gracioso que en los “cenáculos” periodísticos se esté cuestionando la viabilidad de las propuestas y el programa de una formación que acaba de aterrizar, siendo motivo de comentarios y corrillos de vecinos y vecinas. Es gracioso y, hasta cierto punto esperpéntico, que algunos y algunas vecinos y vecinas estén sirviendo de eco, de caja de resonancia para la campaña orquestada por los “del régimen” ( medios, partidos, etc) , pero sean incapaces de valorar la inexistencia de propuestas o programa de los partidos que gobiernan su día a día. Y, desde esa premisa “crítica-acrítica”, el análisis de la situación política local no puede ser más reduccionista, por decirlo desde la corrección, pues lo que aparenta realmente  es un conformismo repugnante o una penosa resignación fruto de ese espíritu “menfotista” (men fot: me la suda) del que se presume en demasiadas ocasiones.

La democracia radical de la que algunos presumen no se ha “transmitido” a la calle, quedando para los reducidos círculos que toman las decisiones; la reforma necesaria que en otros lugares se exige a los partidos tradicionales parece que en nuestro pueblo es, eso; simplemente conformismo y, por consiguiente, resignación a más de lo mismo. La concreción que se pide a otros, hacia los partidos locales es, paradójicamente, una simple opinión privada.


El panorama es, en mi opinión, desalentador. La coyuntura en la que nos encontramos nos plantea a algunos una difícil decisión el último domingo de mayo, pues, si algunos o algunas piensan que simplemente son “unas elecciones más”, simplemente que miren a su alrededor, que piensen en los comentarios que escuchan y que ellos mismos han realizado y, entonces, decidan si lo que el último domingo de mayo es  un trámite electoral más, o en realidad es (o debería ser) un punto de inflexión en la política municipal y, por ende, en la vida cotidiana de los y las campelleros y campelleras. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

¿PODRÍAMOS EN EL CAMPELLO?

No quiero centrarme exclusivamente en un proyecto, pese a lo novedoso e ilusionante que éste pueda ser para cada vez más gente, sino en el de la izquierda, entendida como el espectro de organizaciones y partidos que defienden una concepción progresista y de clase ( ¿anticuado el término?, aconsejo para los que hacen apología del interclasismo, la lectura de Estructura Social y desigualdad, así como de otras obras sobre la estructura social y las clases sociales desde un punto de vista científico, que no interesado, para así poder hablar ajustándonos a la realidad y no a los deseos o la mera construcción de discursos), los intereses colectivos frente a los individuales, la democracia frente al electoralismo.

Es cierto que la legislación local es claramente restrictiva, pero es la que es. Simplemente, lo que cabe esperar es que tras las elecciones generales de noviembre de 2015, un nuevo gobierno del Estado, modifique la “perversa” Ley de Sostenibilidad de las Administraciones Locales” y elabore, con urgencia, una verdadera y consensuada ley de régimen local que sustituya a la enmendada del año 1985 que, aunque vino a dar un marco competencial a los Ayuntamientos del que hasta entonces carecían ( recordar que el intento de la II República fue frustrado por el golpe de estado fascista del 36) es, competencial, financiera y democráticamente insuficiente.

Centrándome en la cuestión que me ocupa ( y me preocupa, pues a pesar de todo y de algunos, considero que la "movida" política en la que nos encontramos, es el germen de una dinámica política y social que debería, como mínimo, remover las débiles estructuras partidarias locales, al menos a lo que la izquierda se refiere), considero que es necesario, previamente a realizar propuestas por parte de cualquier partido u organización coherente cuyo objetivo sea cambiar la realidad, más allá de la retórica, analizar la realidad política y administrativa en la que vivimos. Analizar el nivel de participación, las vías que pudieran existir y las trabas que los actuales partidos han “impuesto” a la participación ciudadana desde el “terror” que produce el cuestionamiento del estatus que en la actualidad disfrutan los representantes frente a los representados. Y estos análisis debería estar realizándose desde una comisión o grupo concreto que, una vez finalizado su trabajo, hiciese públicas las conclusiones así como una batería de propuestas para el debate: no todas las líneas deben ser motivo de asamblea, pero si todas las propuestas deben ser debatidas, cuestionadas y enriquecidas desde el debate más amplio posible.

Y una vez elaborado el documento, ir integrando gentes de diversa procedencia para, desde el acuerdo sobre las líneas de trabajo, construir un movimiento social y político plural y diverso, sólido y no sujeto a las coyunturas electorales, pero si preparado para afrontarlo con garantías de convertirse en un proyecto mayoritario, pues de otra manera, los cambios y transformaciones que se precisan serían frustrados y el abono para la derecha populista institucionalizada, estaría dado.

No voy a plantear línea alguna, pues creo que esa cuestión debería ser tratada en esas reuniones, asambleas plurales o similar, desde donde poder integrar las diferentes y diversas opiniones, pero siempre velando por la viabilidad en el marco legal en el que nos movemos, pues de lo contrario, sí que se cae en un populismo vacío y superfluo que lleva, indefectiblemente hacia la demagogia. Ni todos tienen razón en sus exigencias, ni se puede santificar la opinión ciudadana porque ésta está “excesivamente” condicionada por prejuicios e intereses” que, aunque legítimos, no siempre coinciden con los de la mayoría de la ciudadanía. La estratégia, en mi opinión es; pedagogía y discusión, información y formación para poder construir más allá de la manipulación y la imposición sistémica en la que, pese a no considerarlo ni valorarlo, vivimos.

Y termino: al igual que Podemos ha hecho estos días ( con la presentación de una propuesta para el debate en materia económica), en el ámbito local, los partidos y organizaciones políticas y sociales deberían dotarse de unos planteamientos mínimos que, paralelamente a los procesos coyunturales, transmitiesen a la ciudadanía que algo está naciendo y que vale la pena participar. Sin sectarismo, sin exclusiones, pero con un programa para debatir y concretar al que sumarse y del que sentirse parte. No un "recetario" de soluciones, pero si un documento abierto donde se aborden de forma transversal la problemática de un municipio desestructurado, carecte de modelo socio económico claro y de futuro y, al igual que el resto, víctima de una democracia representativa agotada que ha creado distancias insalvables entre la ciudadanía y sus representantes.


Seguir con la dinámica de programas electorales coyunturales, estrategias tacticistas en lo que se dice y a quien, seguirá empobreciendo la política y alejando a la ciudadanía, en una dinámica que únicamente beneficia a las oligarquías que dominan y dirigen las organizaciones ( sean personas u organizaciones integradas) en su propio interés y no en el de transformar la sociedad.

jueves, 20 de noviembre de 2014

CANDIDATOS/AS, PROGRAMA Y DEMOCRACIA LOCAL

Más allá del líder o cara popular y visible de un partido u organización política, debe haber más vida; no es lógico que una estática orgánica basada en estructuras claramente oligárquicas condicione la existencia en si del partido político. Y no es lógico, en la dinámica en la que estamos inmersos, pues ésta está marcada por la exigencia de cambios y transformaciones que reviertan, en lo posible,  la profunda desafección de la sociedad respecto a la política.

La designación de candidatos, además de por el debate orgánico, debería haber pasado por algún tipo de “tamiz” social, lo cual hubiera demostrado que, además de la legítima ambición personal (entendiendo ambición por voluntad de trabajo), existen unos planteamientos acorde con esos cambios que la sociedad exige.  

Por otro lado está el programa (esa relación de intenciones u objetivos que el partido quiere plantear a la sociedad) político que sustentará a la candidatura y que debería servir de hoja de ruta de la acción política. Un programa que tendría que ser debatido previamente, dando la oportunidad a la sociedad (esa sociedad civil organizada o a la opinión pública en general) de poder expresar e incluso aportar ideas, inquietudes o propuestas para su discusión.

Está claro que en un marco institucional, donde la derecha ha dirigido el rumbo municipal durante más de veinte años, alguna alternativa hay que plantear, pues el bucle social y político hay que superarlo de forma urgente. Y ahí, juega un papel fundamental la apertura de las organizaciones a la sociedad: no el discurso complaciente de, “decidnos que queréis, para que tomemos nota”. Sino esas líneas y compromisos que son inherentes a una organización política, por principios, por valores y, porque no, por ideología.

Evidentemente, de la derecha(insertada en muchos y diversos partidos de diferente definición teórica) no se espera que de un paso al frente y se ponga junto a la sociedad civil, pues ésta esta exigiendo transformaciones que la derecha no está dispuesta a permitir, ni por principios, ni por valores ni por ideología. Y no lo está, simplemente porque la actividad política la concibe tal cual se desarrolla actualmente: por delegación excluyente. Y ahí la izquierda, los movimientos y organizaciones progresistas tienen la obligación de romper una dinámica cuyo objetivo no es otro que seguir sometiendo a la sociedad al papel de “mayoría silenciosa”. Esto debería ser un punto de inflexión en el diseño del proyecto alternativo: la “sociedad gobernante” no debe seguir prevaleciendo sobre la sociedad civil. Se ha de superar una estática cuyo contenido es rechazado mayoritariamente por la gente con procedencia ideológica verdaderamente transversal, y de ahí, la necesidad de cambios. Y esos cambios, no deberían ser vistos como “copias”, sino como obligaciones y compromisos asumidos por las organizaciones políticas en el marco de un verdadero cambio de régimen.

En mi opinión, que las “caras de los carteles” sean unos u otras es, únicamente relevante en cuanto a la impronta personal ( que no personalista), pero personalmente considero que esta impronta tendría que tener como condición la aceptación de un proyecto; de unas líneas generales y unos principios que rigiesen la acción política.

La democracia ( y aunque sea una obviedad, hay que recordarlo), no es solo el ejercicio cuatrianual del voto. Pero para conseguir la implicación social hay que dar el primer paso, cuestión que parece ser más dificultosa de lo que pudiera parecer ( el discurso y la práctica, se contradicen en demasiadas ocasiones), aunque no es imposible. Para avanzar hacia una sociedad efectiva (y no solo formal),desde  la opinión pública discusiva ( la de la calle, la de los bares) a una organizada y participativa, imbuyendo, progresiva pero incesantemente, a todas las estructuras sociales la cultura de la corresponsabilidad.


Se que puede parecer un discurso excesivamente retórico e incluso complejo, pero en mi opinión, lo verdaderamente retórico, e incluso demagógico, es hablar de democracia cuando lo que en realidad se quiere decir es; sistema electoral donde los delegados asumen durante cuatro años las decisiones sin contar con nadie ni dar cuenta a nadie de su trabajo, y cuando se dirigen a la ciudadanía, es únicamente buscando el eco mediático o el reconocimiento, y no el debate y la implicación.

UN SALUDO Y MI RECONOCIMIENTO A J.A PEREZ TAPIAS

La noticia de que José Antonio Pérez Tapias dejaba, por propia voluntad, la portavocía de Izquierda Socialista ha sido la desagradable constatación de que, incluso en la corriente crítica, la concepción de la política y, sobre todo, de los cambios exigidos y necesarios para resituar a la socialdemocracia, provoca cainísmo. Las cuotas de poder orgánico que la corriente tiene son un verdadero lastre, pues provoca luchas por “estar”, no sujetas a lógica, pero si fruto de tacticísmo personal.

A José Antonio Pérez Tapias le conocí en las jornadas que Izquierda Socialista convocó en 2009 en Madrid, y a las que asistí como miembro declarado de ésta y militante del PSOE (algo que para algunos ha provocado un estigma del que personalmente me siento orgulloso). Siempre me pareció un compañero digno y de principios, demás de sentir personalmente una profunda admiración intelectual por su trayectoria. Cuando tuve conocimiento de su intención ( apoyada por la coordinadora de la corriente) de optar a la Secretaría General sentí un impulso que finalmente pude reprimir: solicitar la militancia de nuevo (aunque dudo que en mi agrupación local hubiesen aceptado, dado el grado de enconamiento personal que mis opiniones suscitan). Finalmente mi único “compromiso” se concretó en un simbólico apoyo personal a través de las redes sociales.

Evidentemente, nadie hubiera podido pensar de antemano el revuelo mediático y orgánico que la decisión de José Antonio iba a provocar, a pesar de que todos tenían ( teníamos) claro que una posición genuinamente socialdemócrata no sería, ni aceptada por la oligarquía dirigente ni aceptada mayoritariamente por una militancia, en su mayoría afín a una especie de clientelismo de partido. Pero, dejando de lado el hecho coyuntural de la presentación de José Antonio a la Secretaría General, me gustaría expresar mi convencimiento de que su voz es todavía necesaria en el Comité Federal, pues es la única posibilidad de que exista una posición crítica al oficialismo renovado. Y lo digo como ex miembro del PSOE pero como convencido militante ideológico de la necesidad de transformar una realidad injusta y cruel que se ceba con los débiles en beneficio de los poderosos.

El que la corriente de opinión haya sido y sea tenida, de forma errónea en mi opinión, como una posible “plataforma” para “asaltar” otras instancias orgánicas, es y será ( si la militancia adscrita no lo remedia) el hecho que acabará con su trayectoria ideológica y orgánica. Ya, algunos solicitábamos un nivel de organización mayor para que pudiese visualizarse socialmente la alternativa interna a las estructuras social liberales; mayor organización y mayor democracia, organizando territorialmente la corriente, no de forma divergente al partido, pero si de alguna manera de forma paralela. Esto fue considerado una “deslealtad”, aunque todavía no se hacia quién o hacia qué, pues el objetivo era ( y supongo que sigue siendo) devolver al PSOE su carácter de instrumento social y democrático.

La corriente IS tiene, una historia, un presente, y, si así lo quieren los militantes adscritos, un futuro. Y éste no es otro que el de servir de regenerador interno, aunque éste objetivo es o será una entelequia sin la participación de militantes y personas de izquierdas que, desde el compromiso de la renovación, regeneración y recuperación de la socialdemocracia ( como planteamiento racionalmente crítico, ético e ideológico )decidan plantar cara la institucionalismo, el clientelismo y la claudicación política en beneficio, no propio, sino de la sociedad . Era ( y es) necesario abrir la corriente, ofrecer la posibilidad de participación a personas ajenas al partido, elaborar propuestas y darles publicidad para su debate en la sociedad, en definitiva: estructurar con claridad una alternativa interna de izquierdas.

Se puede ser de izquierdas y militar críticamente en el PSOE desde IS (yo no lo hago, pero comparto con quien si lo hace), siempre que IS sea lo que siempre debió ser: una alternativa, como decía, de regeneración. Y esto, es difícil de entender por muchos a los que un cierto tipo de sectarismo “casto” ha atacado de forma  virulenta. Se puede compartir ese espíritu pablista que inspiró y debiera inspirar a IS siendo crítico con los dirigentes, porque su presencia no es estructural sino coyuntural. Se puede luchar por la democracia interna desde posiciones críticas, reconociendo el papel de otros en otras organizaciones y propiciando un acercamiento convergente; se puede hablar de ética y valores de izquierdas sin soberbia ni prepotencia “ombliguista” ( practica interesada de las oligarquías pasadas, presentes y esperemos que no de las futuras). Y esto, en mi opinión, es lo que significa le figura de José Antonio Pérez Tapias.


Mi reconocimiento personal a su persona, como intelectual comprometido, como militante coherente y como hombre cuyos valores y principios hubieran conducido a la socialdemocracia española, quizá no hacia un gobierno en mayoría, pero si a participar de la regeneración democrática que la sociedad necesita, pide y exige.  Y mi cariño hacia IS, a pesar de esa especie de oligarquía interna que sufre y de cuyo lastre debe desprenderse, así como de oportunistas, arribistas y clientelistas varios, caminando hacia un papel claramente de referente socialdemócrata que pueda ser contrapeso y, porque no, alternativa al social liberalismo de aspecto agradable pero sin contenido.

Y quiero terminar haciendo una reflexión personal: compartiendo ese sentimiento de pertenencia crítica a una corriente "crítica", mi decisión personal de abandonar la militancia se debió a cuestiones locales así como a una inaceptable traición a los y las trabajadores por parte del social liberal Zapatero. Así mismo, las "cuestiones" locales, jugaron un papel importante, al sufrir el verticalismo de la dirección frente a cualquier otra opción que preservase la democracia interna. Pero incluso fuera de la organización, considero que sigue siendo potencialmente válida (IS) para cumplir los objetivos por los que compañeros del nivel ético, intelectual, político y moral como Jose Luis Gomez Llorente, la constituyeron allá por el 28 Congreso. Y comparto con todos aquellos que piensan que la convergencia programática es la única vía para luchar contra le hegemonía cultural y política de la derecha. 

Personalmente considero que, hoy por hoy, y si la militancia no lo remedia, desgraciadamente la regeneración del proyecto socialdemócrata lo están liderando otros movimientos políticos, dejando al PSOE (bajo la dirección de una renovada cúpula social liberal) el papel de "guardían" de las esencias más rancias del felipismo.

viernes, 14 de noviembre de 2014

¿ÉLITES?

El titular podría, o llevarnos a malos entendidos, o expresar una preocupante e inquietante cuestión: la conformación de una nueva élite. El hecho de que los órganos directivos de la naciente Podemos cuente con una mayoría de intelectuales, en principio, no debería excluir la participación de trabajadores y trabajadoras de todo tipo.
Evidentemente, la preparación teórica de los responsables de poner en marcha el proyecto político y orgánico de Podemos tienen que tener la mayor y mejor de las preparaciones pero, como antes decía, sin exclusiones, pues esto vendría a dar la razón a aquellos y aquellas que acusan a Podemos de demagogia: de decir una cosa pero sin aplicársela a ellos. La tan mentada “casta” no puede tener su expresión en una nueva “elite”.

Entiendo que Pablo Iglesias ha contado con la gente de su entorno; en los y las que mayor confianza y complicidad tiene. No obstante, la composición transversal de podemos hubiera permitido contar con trabajadores y trabajadoras con ideas e inquietudes, formando una dirección socialmente plural. La opción ha sido esta y habrá que ver como se suceden los acontecimientos para valorarla.

Considero que el compromiso de un grupo de intelectuales ha sido el que, al albur de los movimientos ciudadanos (15M,mareas, plazas …) ha propiciado la cristalización de un proyecto político nuevo en lo organizativo pero no tanto en lo programático, pues otras opciones políticas defendían y defienden postulados, o muy próximos, o similares. Pero para que éste nuevo movimiento político fuese realmente representativo tendría que abrirse a esos trabajadores y trabajadoras que han demostrado un alto grado de conciencia “para si”.

Otra cuestión ha sido la falta de voluntad de integración. La explicación en torno a la legitimidad o no de las mayorías no me parece suficiente, aunque personalmente creo que habrá que dar un plazo adecuado a la dirección naciente para que demuestre su voluntad de integración, pues de lo contrario, el calco será tal en lo orgánico que podría desvirtuar un ilusionante proyecto de democracia y pluralidad.

Los intelectuales comprometidos socialmente siempre han sido, de alguna manera, la “vanguardia” en las luchas sociales. Esto, en el pasado, tenía su razón de ser ante la falta de acceso a la formación e información de la clase trabajadora en general. En la actualidad, esa falta de información y formación ( oficial o autodidacta) ya no es tal, por lo que podríamos afirmar sin ningún riesgo que en la clase trabajadora hay personas absolutamente preparadas para asumir responsabilidades democráticas junto a los profesores, licenciados y expertos, extremo éste que podría dar un carácter mucho más plural y transversal a la organización llamada a representar a millones de personas.

Como decía, personalmente, y aunque no estoy de acuerdo, considero que sería un exceso de purismo criticar virulentamente esta presunta deriva “elitista”. Por lo que creo que hay que dar los plazos necesarios para que las diferencias de concepción no obstaculicen la consecución de los objetivos: la toma del poder. Y, aunque el debate no está cerrado, considero que será positivo post ponerlo, pero no olvidarlo pues en éste proyecto van demasiadas ilusiones para que cualquier error pueda frustrar, como decía, el objetivo.


DOS ÁMBITOS

Ante los atónitos ojos de la ciudadanía, se presentan día si y día también, las miserias de un sistema que parece haberse materializado de la nada a pesar de haber estado siempre ante nosotros. La desafección (palabra que significaría que un día hubo afecto, pero que se perdió en el camino) avanza, sembrando a su paso, o desilusión o, en la mayoría de las veces, un cabreo infinito. Y este sentimiento, se va concretando, aligerando la “mayoría silenciosa” y nutriendo las filas de los y las que consideran que ha llegado el momento de impulsar democráticamente y cambio profundo y sustancial. Pero, ¿sobre qué bases se debería producir el cambio?. La cuestión del cómo parece que va aclarándose con la emergencia de grupos organizados que proponen con claridad un nuevo método, alejado de ese planteamiento elitista que nos ha traído los lodos en los que chapoteamos.

No obstante, sería conveniente dilucidar si la solución general podría ser compatible con una solución local; no ya por las posibles diferencias estructurales, competenciales, etc, sino por un motivo mucho más cotidiano: el binomio entre personas e ideas.

Personalmente tengo claro que la democracia, tal y como la entienden sus actuales representantes nos conduce a un callejón sin salida: el sometimiento. De ahí mi actitud personal hacia la rebelión democrática impulsada por las propuestas (propuestas que, como todas, no deben ser ni leídas ni entendidas literalmente, sino en el contexto de un ejercicio condicionado por una sociedad inmersa en una dinámica global) y no tanto por los términos o auto calificaciones de los actores políticos. Izquierda y derecha siguen teniendo todo el sentido, pero, anatematizarlos sería un error estratégico imperdonable pues tienen un componente simbólico pero no práctico.

Dicho esto, la cuestión que me gustaría plantear es la que en un principio apunte: ¿sirven las soluciones generales para ser aplicadas en el ámbito local?. Programaticamente si, pero tendríamos que dilucidar si la táctica sería o no la adecuada. Y esto, simplemente porque no podemos olvidar que los proyectos están sustentados por personas, y éstas se mueven, ya por ideas, ya por intereses; algo que deberíamos clarificar para dar una perspectiva real a las soluciones planteadas.

El movimiento asambleario que ha surgido de las movilizaciones ciudadanas tiene, en su método, un instrumento poderoso de corresponsabilidad. Pero ésta, no podrá existir si no se dan las condiciones de conciencia y coincidencia (en sí y para sí) algo que, en lo referente a nuestro entorno más cercano, no se ha producido ( ¿Cuántas movilizaciones cuestionando la gestión local se han producido, cuántas manifestaciones se han realizado exigiendo mejores y mayores servicios, mayor transparencia y mejor democracia?). Por lo tanto, los movimientos surgen, espontáneamente, al hilo de una onda general, lo que propicia que al “nuevo” proyecto puedan adscribirse personas de todo tipo: verdaderamente comprometidas con un cambio, inquietas por el futuro, o previsoras incluso de ambiciones personales. Esta cuestión no es baladí, pues no debemos olvidar que los proyectos, como antes decía, se sustentan en personas.

Lo que sirve para el ámbito estatal, debe perfilarse cuidadosa y minuciosamente para el local, pues de lo contrario podríamos caer en un mero “quítate tú para ponerme yo”.

      El sistema de democracia liberal representativa fue instaurado en un contexto condicionado por la oligarquía franquista apoyada por los cuarteles y los púlpitos. Esta cuestión que no había sido suficientemente valorada, se pone de relieve cuando la ciudadanía percibe en primera persona los devastadores efectos de un sistema electoral que reprodujo, eso sí, con el aval de las urnas, un sistema oligárquico de élites situadas sobre la ciudadanía. Lo que ahora se propone es simplemente devolver la soberanía al pueblo, pero no desde un planteamiento de asamblea permanente, sino de una reforma institucional de profundo calado que, progresivamente acerque la toma de decisiones a los ámbitos más pequeños. En nuestro entorno local, esto se traduciría en una “reorganización” municipal utilizando métodos e instrumentos existentes (consejos, juntas de distrito, asociaciones, etc) pero sin mediatizar ni manipular su contenido desde el interés partidario. Pero eso lo deben hacer personas, y lo deben hacer desde la sensatez de saberse representantes en un marco delimitado administrativa y competencialmente. Y esta cuestión, o se tiene clara o simplemente se cae en la demagogia y la retórica más simple.

      ¿Pueden los partidos y coaliciones actuales representar ese cambio, esa transformación democrática, están dispuestos y dispuestas, tienen la voluntad de realizar una efectiva “cesión” de soberanía, están dispuestos a renunciar a determinados privilegios que no son, ni propios ni éticos? Yo creo que si, pero que debería plantearse en el seno de los partidos sin tacticismos; verdaderamente dispuestos a cambiar sus propias estructuras para así adecuarse, no a los tiempos, sino a la verdadera misión y objetivo que como organizaciones políticas tienen: representación y defensa de los intereses colectivos, y en el caso de la izquierda, no solo defensa, sino la transformación ( progresiva y gradual) de la realidad en beneficio de esa mayoría que, aunque silenciosa en muchos casos, existe y sufre.

      Los experimentos, si no se atienen a un método donde las teorías (debates) se concreten en hipótesis (propuestas), pierden razón de ser. Por este motivo, si los movimientos alternativos quieren en verdad aglutinar los deseos de cambio, su primer reto es concretar un método democrático para que el proyecto, la propuesta, esté por encima y trascienda a las personas que han de representarlas para así no depender de los criterios o voluntades personales. Y eso también es de aplicación a los partidos actuales o tradicionales (no me gusta el término viejo), pues de lo contrario correrán el riesgo de quedar en meros reductos de pequeñas oligarquías locales, sin contenido y con el único cometido de sobrevivir.


      Como decía, la coincidencia de objetivos es tal entre los que actualmente están y los que están viniendo (al menos en el discurso) que lo que en verdad nos preguntamos muchos es, porqué es tan difícil la convergencia (la respuesta de los intereses es evidente, pero creo y espero que haya más, pues de lo contrario sería muy desalentador) de las propuestas y métodos para, desde la necesaria diversidad y pluralidad, construir un marco de entendimiento que propicie el vuelco, tanto general como local. Las diferencias ideológicas, a la vista de lo que se dice y se plantea, no son ni tantas ni tan importantes, por lo que únicamente me queda la explicación tacticista o dicho de otra manera; el interés partidario en las futuras contiendas de competencia electoral. Y siendo ( si fuese) así, creo necesario superar esas estrategias en pos de la regeneración de un sistema caduco, corrupto e injusto, que aliente a la sociedad a asumir su responsabilidad colectiva e ir superando la resignación ( que propicia imposición) que nos condena a nosotros y a los que vienen detrás.

jueves, 13 de noviembre de 2014

HABLAR POR HABLAR

Que vivimos en una sociedad profundamente injusta, es una evidencia. Y es una evidencia aunque la realidad simplemente nos roce: que tengamos problemas para llegar a fin de mes, que haya algún recibo sin pagar, vamos; minucias, ¿no?. ¿No les asaltan, en esos momentos en los que la realidad se planta ante sus ojos un desasosiego, una inquietud, una preocupación profunda al ver que la “normalidad” condena a muchos de nuestros vecinos a la miseria?. La respuesta a todas estas preguntas es, además de obvia, absurda: si, pero bastante tenemos con sobrevivir. Y, ¿Cuándo esta respuesta es repetida de forma incesante, no tienen la impresión de que hay un intencionalidad en ella?.  ¿No creen que todo lo que está pasando (y, si nada lo remedia, seguirá pasando) forma parte de una estrategia cuyo fin último es someter a la ciudadanía a través del miedo (económico, policial, cultural en definitiva)?.

Esas preguntas y muchas otras, seguro que están en la mente de muchos y muchas, pero la realidad, la pesada y cruel realidad se planta ante nosotros para atenazar nuestra voluntad y someternos. Ese concepto ( el del sometimiento) es con el que hay que romper. Ni nada es así por obra y gracia de nada, ni lo que pasa es fruto de la casualidad ( más bien de la causalidad). Comprar, tomar unas cañas, acudir a un acto lúdico, etc, tiene una explicación que va más allá de la rutina típica de una vida normal. Por ejemplo, ver programas de televisión que consideramos inocuos, anestesia de tal manera nuestra mente, que vivimos en una realidad subjetiva tal que al final resulta imponerse como algo “normal”. Nuestros gustos, nuestros hábitos, incluso nuestra forma de pensar ( o de no pensar) es fruto de un largo proceso al que todos y todas hemos sido sometidos y que ha permitido construir a nuestro alrededor una cotidianidad que, siendo lo “normal”, es absolutamente artificial.

Otro ejemplo. El hecho de que nos hayan “robado” derechos, de que la situación laboral no es que sea precaria; sino que roce la práctica esclavitud, ¿es lo normal?. Es cierto que se podría argumentar que no todo es fruto de un proceso social, sino que la voluntad individual tiene también mucho que ver. Pero, ¿acaso la voluntad individual es libre, acaso tomamos nuestras decisiones libremente sin condicionamientos impuestos?. Y, sigamos con los ejemplos: los niños. El hecho de que la educación (que no es gratuita, porque pagamos con los impuestos, no lo olvidemos) sea cada vez más precaria, ¿no es sino un medio y un método para que las generaciones futuras crezcan en un ambiente “propicio” a los intereses de ese sometimiento a la “normalidad” del que antes hablaba?. El que la sanidad sea cada día más precaria, ¿no es fruto de un plan para “privatizar” nuestra vida, beneficiando el negocio sobre nuestra salud?.

Seguro que muchos y muchas protestamos, nos quejamos e insultamos a los políticos, culpabilizándoles de lo que ocurre, pero ¿no es cierto que hemos oído en más de una ocasión aquello de “si yo pudiera, trincaria”, o hemos criticado a los que han sido pillados robando pero al mismo tiempo sentimos una cierta admiración por el tipo de vida que este robo les ha proporcionado?. Eso, sin discusión, es una enfermedad. Y mientras esa “enfermedad” no sea erradicada de la sociedad, por más leyes y normas que pongamos, seguirá siendo una sociedad, profundamente sumisa, profundamente resignada y, lo que es más preocupante, profundamente corrupta.

Tenemos la oportunidad dentro de pocos meses de tomar decisiones que nos trascienden, porque no solo afectan a lo cotidiano, sino al futuro, no ya de nosotros; sino de los hijos e hijas de todos. Y tenemos la oportunidad de, con un simple gesto, cambiarlo todo, pero para que de verdad cambie. Escuchemos, pero reflexionemos sobre los mensajes que nos transmiten; analicemos qué nos dicen, pero valorando la viabilidad y, sobre todo, su oportunidad. No dejemos que nos manipulen más, no apoyemos a personas por el simple hecho de que las conocemos o nos caen simpáticas: dotemos al derecho electoral de un sentido y un fin.


La televisión, la radio, la prensa, la escuela, la iglesia y demás instituciones van a querer continuar influyendo en nuestra opinión, pero pensemos que, igual no es un intento vano, sino que persigue un objetivo: someternos. La libertad no es pensar que uno hace lo que quiere, sino hacer lo que uno piensa, sin olvidar que no somos, ni únicos, ni vivimos en la soledad de nuestra microsociedad.

jueves, 30 de octubre de 2014

DEMOCRACIA MUNICIPAL

El título podría inducir a pensar que existe más de un tipo de democracia en un marco institucional determinado por la representatividad como en el que vivimos. No es así. El título se refiere a los retos que, en mi opinión, tienen las organizaciones políticas y ciudadanas que esgrimen el argumento de la necesidad de “regenerar” la democracia en todos sus ámbitos.

Todos y todas asistimos a una desenfrenada carrera por “democratizar” las organizaciones: el PSOE con las primarias abiertas, IU también y Podemos con un método diferente. Ninguno es mejor que otro, y todos son positivos, a pesar de no ser la panacea de la democratización ( las primarias pueden impulsar liderazgos incluso de corte caudillista así como un cierto clientelismo asociado a éste). No obstante, los partidos que nos representan en el ámbito local no han realizado propuestas para mejorar la calidad de la democracia local. ¿Los motivos?. Desde el convencimiento en que la práctica totalidad de partidos y organizaciones “creen” en la representatividad como vehiculo principal ( que no único), parece innecesario plantear propuestas de antemano, pues dependerá del “talante” de los representes respecto a los representados la mejora o no de la calidad democratica municipal. Esto, aplicándose a municipios de pequeño tamaño, donde incluso la elección de los Alcaldes se realiza de forma directa ( los concejos abiertos), podría tener una justificación, pero no en un pueblo de casi treinta mil habitantes.

Por otro lado, la ausencia de debate en torno a medidas concretas para la mejora de la participación pueden partir de la desestructurada representación social: no existen movimientos vecinales movilizadores ( existen, y tienen un carácter reivindicativo, pero no aglutinan a los suficientes vecinos y vecinas como para influir directamente en la toma de decisiones), por lo que para la totalidad de organizaciones ( al menos para las que tienen representación), la opinión pública agregada ( como suma de los juicios individuales a través de los votos  como la define Victor Sanpedro en su obra Opinión pública y Democracia deliberativa)es la única a tener en cuenta. La opinión pública discursiva tiene unos ámbitos y una relevancia, desgraciadamente, poco relevante todavía, así como una incidencia prácticamente inexistente en cuanto a movilización electoral. Y ahí es donde los partidos y organizaciones que defienden en su discurso la “regeneración”, deberían incidir. ¿Cómo?. Voy a plantear algunas ideas.

Como antes indicaba, el movimiento asociativo es, por desgracia, poco influyente en nuestro municipio, algo sobre lo que los miembros de colectivos y asociaciones vecinales y sociales deberían reflexionar. La respuesta de que “ en El Campello, la gente es pasiva e inmovilista” no es suficiente: si lo es, ha sido, al igual que en el resto de localidades, porque la evolución de los Ayuntamientos democráticos no han impulsados mecanismos de participación tales como para que la ciudadanía considerase productiva dar su opinión de forma institucionalizada. Igualmente, el control que de los pequeños colectivos y asociaciones se ha realizado desde las corporaciones ha “maniatado” la posible respuesta que ahora parece tan necesaria pero que nunca ha sido tenida como una prioridad. Y, dicho esto, centrémonos en el mañana y no en el ayer.

Evidentemente, el talante de los representantes es importante, pero en una institución como el Ayuntamiento, la racionalización burocrática es, al tiempo, un condicionante y una oportunidad. Un condicionante, pues la ley limita y constriñe la participación institucional. Y es una oportunidad, porque la misma ley permite vehículos para que, desde ese  talante, desde el compromiso con la regeneración, se concreten acciones que, al tiempo de propiciar la participación de los actores ya institucionalizados actualmente, impulse la creación de otros foros y ámbitos de debate social.

El reglamento de participación es, al igual que comentaba sobre el desarrollo racional de la burocracia institucional, una oportunidad y un mecanismo de control y, por lo tanto, de limitación de la participación. Los derechos, mecanismos y medios que en el se establecen ( información, consulta, divulgación, etc) deberían ser flexibilizados. Pongamos un ejemplo: en la actualidad existe una polémica suscitada por los “plazos” para la presentación de preguntas al Pleno municipal por parte de los vecinos y vecinas. Este punto, debería flexibilizarse llegando incluso a permitir la participación directa en el Pleno municipal de forma regulada y ordenada ( propiciando no solo peticiones de información sino un cierto grado de clima discursivo al suscitarse debate y, por consiguiente, tener la oportunidad de contrastar opiniones en la búsqueda de consensos).

Otros mecanismos son los Consejos Sectoriales ( donde participan los colectivos y asociaciones del ramo: deportivas, juveniles, culturales, etc) así como el Consejo de Ciudad, un organismo que todavía está por desarrollar y que parece que no verá la luz en la presente legislatura.

La información y divulgación de acuerdos y debates municipales, así como de opiniones sobre problemáticas o simplemente informaciones divulgativas deben tener su espacio a través de medios abiertos, democráticos y no controlados por la administración aunque dependientes de ella. La radio, los medios informativos locales son instrumentos que deben impulsarse.

En último lugar ( porque lo anteriormente dicho se dirige principalmente a las instituciones ya en funcionamiento y, en general, a la ciudadanía con el objetivo de promover un cierto grado de discursividad) la posibilidad de organizarse en torno a nuevas instituciones debe tener un cauce flexible así como medios y posibilidades de desarrollar los objetivos para los que se crean ( y no me refiero a subvenciones, pero si a los medios físicos, informativos y divulgativos). Esto mejoraría y ampliaría la discursividad al tiempo que, con la creación de los instrumentos de descentralización necesarios ( un pueblo tan extenso, los precisa: consejos de barrio, asambleas de barrio, concejalías de barrio…) podría abrirse la posibilidad de opinar a muchos y muchas vecinos y vecinas que en la actualidad limitan esa opinión al ámbito doméstico o lúdico.


Y, desde la institución municipal, cuestiones como la comparecencia pública periódica para explicar y rendir cuentas si así se exige, la flexibilización para la presentación de iniciativas populares, la creación de un departamentos de opinión ciudadana que “consultase” la opinión sobre decisiones a tomar y evaluase las adoptadas, son igualmente instrumentos que, aunque en el ámbito del “talante”, deberían ser asumidas como necesidades institucionales de “regeneración”.

LA IZQUIERDA QUE SE BUSCA

Me he permitido utilizar un título para ésta opinión que no es mio. El título corresponde a un magnífico libro de José Antonio Pérez Tápias. Un libro en el que se recopilan diversos artículos publicados por este autor en diferentes medios de opinión sobre las contradicciones de una izquierda que, pese a nombrarse, se busca en las propuestas y actitudes. Dicho esto, paso a plantear el porqué considero que la izquierda local, a pesar de existir, se busca.

Quizá hablar de izquierda y/o derecha pueda parecer anticuado; ahora parece que está al orden de la calle hablar de los de "arriba y los de abajo" o simplemente de la ciudadanía. Pero, me permito utilizar éstos términos porque yo sí creo que los valores, principios e ideas siguen separando izquierda y derecha, a pesar del dominante discurso del fin de los "grandes relatos". Y, hablando de la izquierda, y sin referirme en concreto a ningún partido u organización en particular , considero que, no solo la autodefinición como tal, supone que pueda ser encuadrada éste o aquel partido en un lado u otro: el discurso y la practica son los que sitúan a unos o a otros en un lado de la balanza ideológica. Como decía, hablar de la izquierda, en éstos momentos, es hablar de las organizaciones con representación institucional, pues no existe un movimiento ciudadano que defienda o plantee con claridad y concreción un proyecto alternativo que pueda encuadrarse claramente en la izquierda ( es posible que algunos puristas, quizá los más acérrimos defensores del dogma, se autoconsideren como parte indefectible de la izquierda más pura y casta, pero, no solo de discursos y/o gestos vive la sociedad).

La labor que los grupos políticos de la oposición han realizado se caracteriza, en mi opinión, por un continuo deambular: unos, desde posiciones más o menos reivindicativas y generalistas, desde posiciones más o menos radicales respecto a principios propios e históricos. Otros, desde el discurso y el uso del simbolismo para construir un espacio alternativo pero sin definir con claridad el qué o el cómo. Y otros, simplemente practicando un seguidismo argumental remitido por sus dirigentes, sumidos en el institucionalismo más paralizante. Unos y otros, carecen en la actualidad de un proyecto que anteponer al no-proyecto que nos gobierna desde hace dos décadas, a excepción de planteamientos más o menos propagandísticos respecto a un paquete de cuestiones que no centran, en absoluto ( y pese a su relevancia, que la tienen) los problemas estructurales que deberían estar abordando.

Evidentemente, está crítica sin señalar a nadie podría provocar que alguien o algunos se sintiesen aludidos, pero eso ya entra en la capacidad que cada cual tenga de mirar su reflejo en la realidad.

Lo cierto es que, habiendo tenido la oportunidad de desbancar al gobierno del no-proyecto, se antepusieron intereses y actitudes personales, ¿o quizá no?. Tres son las cuestiones que podríamos valorar: una, que como decía los intereses o actitudes impidieron llegar a un acuerdo. Dos, que el acuerdo fuera imposible ante la inexistencia de una propuesta general que contrastar, y tres, que determinados discursos sobre "las traiciones" y/o "engaños", hicieran del todo punto imposible ni siquiera empezar a hablar.

Diversas son las cuestiones que se implican en la actual situación: la propia situación orgánica local de las organizaciones, determinadas "taras" o resquemores históricos, el desinterés en un proyecto más allá del propio, e incluso, los intereses o ambiciones que legítimamente (no hablo de cuestiones éticas) pudieran existir. Lo cierto es que, si lanzamos una ojeada al futuro más inmediato, no parecen existir propuestas que aglutinen o puedan aglutinar a corto plazo ( siete meses es corto plazo) a la opinión pública agregada necesaria como para propiciar un vuelco electoral ( única vía posible en nuestro municipio a la vista de la histórica desafección de la ciudadanía local hacia los asuntos municipales, en general).

Pero no me gustaría terminar sin plantear lo que en mi opinión sería un acto de reflexión, más allá de as propias organizaciones: la convergencia. Y con ésto no me refiero a acuerdos electorales únicamente, sino a encuentros y coincidencias sobre qué cosas son las que se necesita actuar, cómo hacerlo y con qué objetivo, además de con qué mecanismos ciudadanos contar para que sea un encuentro y una coincidencia lo más amplia posible. No me refiero a los posibles acuerdos estratégicos, sino a debates públicos en "abierto" que configuren una agenda concreta de asuntos y actuaciones que saquen a nuestro pueblo del marasmo institucional y la desidia social.

Podría, como en alguna otra ocasión he hecho, hablar de cuestiones concretas, de asuntos concretos, pero considero que es más necesario y urgente  instar a una reflexión que plantear líneas que, en definitiva, deberían ser motivo de un debate más amplio donde el estatus que se ocupe no sea lo relevante, sino que lo verdaderamente importante fuera únicamente el rol de ciudadano o ciudadana.

Evidentemente, son simples opiniones de un "opinador" empedernido cuyo objetivo no es tener razón, sino razonar humildemente sobre ideas, sin más ambición que la de mejorar colectivamente el futuro, nuestro y de nuestros hijos e hijas.

viernes, 24 de octubre de 2014

INICIATIVAS PARTICULARES

Los que tienen la deferencia de leer las humildes opiniones que, tan amablemente tienen a bien publicarme en La Illeta, saben de mi afición a opinar sobre cosas y casos que considero interesantes en nuestro municipio. Y, aprovechándome de nuevo de la amabilidad de La Illeta, me gustaría plantear dos iniciativas particulares que, a simple vista pudieran parecer poco significativas pero que, para mi, son sintomáticas de iniciativas que emprender algunos vecinos y las que debieran tomar nota los representantes políticos municipales.

En primer lugar, los hechos. Diferentes vecinos aprovechan la temporada de aceituna para recogerla de los olivos situados en parcelas municipales. Si éstos vecinos no la recogiesen, seguramente serviría únicamente para alfombrar los bajos de los olivos. Otro hecho: se han abierto en los últimos meses diferentes mercadillos en la localidad, promoviendo una novedosa movilidad ciudadana por las calles de nuestro pueblo, en una actividad desconocida hasta ahora. ¿Insignificancias?. Quizá no tanto.

Un municipio con más de un veinte por ciento de desempleo, que podríamos definir como estructural y no solo debido a la “coyuntura” de la crisis especulativa del ladrillo; un municipio con una economía basada en la estacionalidad que provoca la dependencia del turismo de temporada; un municipio con un tejido comercial débil no solo por su propia estructura sino también por la proximidad de grandes centros comerciales, como mínimo, debería plantearse la búsqueda de alternativas económicas que ofreciesen una posibilidad a los vecinos que más están sufriendo la crisis: jóvenes, mayores de 50, mujeres, etc. Y en éste marco, y siendo propietario el pueblo de El Campello de diversos solares ( algunos ocupados por actividades de ocio agrícola), ¿sería descabellado pensar en la agricultura ( alternativa, sostenible y ecológica, por ejemplo) como alternativa económica potenciada a través del impulso de cooperativas, por ejemplo?. ¿Sería descabellado pensar en que una posible herramienta de impulso comercial sería la celebración de mercadillos específicos en un ya de por si deprimido centro urbano, para así impulsar una cierta actividad económica?. ¿Sería descabellado impulsar la formación de jóvenes y menos jóvenes en alternativas económicas, destinando fondos públicos al impulso de iniciativas económicas locales en vez de hablar de los “emprendedores” como si esto fuera una actitud al alcance de todos cuando es todo lo contrario? (emprende, quien tiene ideas y fondos para hacerlo, por lo que incentivar a los emprendedores a través de campañas y actos similares, no garantiza, ni de lejos, la igualdad de oportunidades para todo aquel o a aquella que tiene un idea y lo que precisa es ayuda, no una palmadita en la espalda). Sería descabellado que, en vez de esperar con ansiedad la resolución del asunto Universidad, los representantes locales, cogiesen el maletín y se fuesen a buscar a inversores a cambio de buenas comunicaciones, buenas infraestructuras ( que igual tenía que asumir el propio consistorio, pero ¿y que?), etc?

Y una última cuestión. Si de verdad se quiere ayudas a las familias que sufren la crisis sistémica, bien podría nuestra corporación pensar en impulsar, con esos fondos de “superávit” de los que tanto se habla,  programas de fomento económico y de empleo, del tipo de : bolsas de trabajo ( sin creación de plazas, pues la ley lo impide) destinadas a trabajadores jóvenes, mujeres con cargas familiares, parados y paradas de larga duración, etc, para atender servicios municipales.
Y finalizo. Cuando ves iniciativas particulares, se echa de menos la iniciativa municipal, la de los que deberían representarnos pero que solo parecen ( y digo parece, desde una opinión personal) representarse a ellos y sus intereses electorales. Se echa de menos, quizá, un poco más de cercanía con las gentes que sobreviven en éste pueblo y sobre todo, a los que vivirán en el en los años venideros: los jóvenes.

Y ahora si que finalizo, pero no puedo evitar decir una última cosa: ¿existen los jóvenes?. Se les ve deambular por las calles, sabemos que el instituto de secundaria está lleno de ellos, que incluso en las diferentes universidades hay jóvenes de El Campello formándose pero, ¿existen realmente para los que nos representan?. Una pregunta: ¿Si hay  ocio en un centro público para los Mayores ( cosa que me parece oportuna y justa a pesar de considerar que este colectivo tiene otras necesidades que no se atienen de la misma forma), porqué no hay un centro para el ocio de los jóvenes?. La respuesta que se me ocurre es demasiado obvia.


Como decía, mi intención es solo opinar, poniendo negro sobre blanco cosas que, incluso hasta a mi me parecen, en principio, descabelladas, pero si uno se para a pensarlo, igual no lo son tanto, ¿no?.

lunes, 20 de octubre de 2014

Podemos: un escalón más.

PODEMOS ha celebrado su Asamblea, por así decirlo, constituyente. Realmente será ( la Asamblea) el mecanismo a través del cual se concrete la formación de un partido político que, guste más o menos, se esté de acuerdo en mayor o menor grado con sus propuestas, discursos o métodos, suscita interés. Que el resto de partidos tradicionales estén verdaderamente expectantes, e incluso se permitan el "lujo" de opinar sobre la "táctica" de Podemos, es un síntoma, no solo de ese interés, sino en más de un caso, de preocupación.

Y, ¿porqué preocupa podemos?. Desde las cúpulas de los partidos, la preocupación se centra, no solo en los posibles (reales) votos que pueda restar la propuesta electoral de Podemos ( sola o en coalición), sino en que está provocando dos efectos en la militancia que para bien o para mal sustenta a las cúpulas dirigentes. Por un lado, el cuestionamiento de la profesionalización excluyente de las élites. Por otro, el método democrático con el que se toman las decisiones, alejado de la decisión cupular que acostumbran a desarrollar los partidos tradicionales. Una y otra cuestión preocupa, aunque, evidentemente, la resta de votos también lo hace, porque la perdida de poder institucional es una perdida paralela de medios de esa élite profesional que ha ocupado, ocupa y, si nada lo remedia ( incluso a pesar de la perdida de apoyo electoral, pero conservando aunque sea un pírrico y mínimo poder institucional), lo seguirá ocupando.

Podemos, con su mensaje transversal, apela, no solo al sentido del cabreo, sino al común al plasmar politicamente  lo que muchos y muchas piensan ( pensamos) de la actual clase política: el término casta, referida a esas élites excluyentes, lo resume.

Pero ahora Podemos tiene ante si varios puntos de inflexión. El primero, elegir el cómo quiere organizarse para, siendo eficaces, no perder la referencia ni los referentes que movilizaron el 25M a más de un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas. Y en segundo lugar, concretar las propuestas, primero sobre las candidaturas ( si o no a presentarse en solitario o en convergencia a través de candidaturas de unidad popular) y en paralelo, pero en mi opinión, más importante, sobre los programas y propuestas que sustentarán esas candidaturas. Romper el circulo vicioso en el que un exceso de asamblearismo puede arrastrar, y concretar, siguiendo el método de trabajo y debate, qué se quiere para cada ámbito y cómo se quiere.

Van a ser semanas en las que, si la euforia fruto de los sondeos se lo permite, la opción Podemos puede concretarse o enrocarse en una dinámica estéril que haría que la utilidad que pudiera tener la herramienta, quedase únicamente en el simbolismo sentimental  y romantico de la agitación ciudadana, algo que a los que tenemos ese punto de romanticismo nos llena de emoción, pero que haría inservible la herramienta para los fines que se está creando: asaltar un sueño.

UNAS LÍNEAS PARA DEBATIR.

Como vecino de éste pueblo, considero que es una obligación inherente al hecho de ser ciudadano opinar y proponer cuestiones que, desde en mi opinión ( de ciudadano), pueden ser, como mínimo, debatibles en el ámbito de la política municipal, ámbito donde el reduccionismo de la gestión de los servicios mínimos y bajo mínimos, parece restringirse a meras cuestiones de mantenimiento urbano y poco más ( algún acto puntual e inconexo para cubrir un expediente con el cual poder concurrir, en el caso de los partidos, a las elecciones con un curriculum más o menos completo).

La política municipal es, por su cercanía a los y las ciudadanos y ciudadanas, el campo de acción política más inmediato, aunque no el más relevante dadas las restricciones legales que el Estado impone a la administración local. No obstante, considero que se tienen instrumentos suficientes para plantear algo más que la mera gestión de los recursos y las necesidades cotidianas, motivo por el cual, creo que sí es posible articular un verdadero planteamiento que supere la parálisis institucional en la que nos encontramos desde hace demasiados años.

Uno de los recursos retóricos en los discursos políticos es, "la resolución de los problemas de los ciudadanos", sin valorar que, en la mayoría de ocasiones esos problemas son creados por el propio consistorio. Pongamos un ejemplo: ¿si desapareció el bono libro, la mayoría de ayudas al transporte, la mayoría de ayudas para comedor, podría la institución municipal intervenir a través de la creación de servicios financiados directamente ( sin necesidad de conceder ayudas directas)?. ¿Si existe un superavit municipal dado el esfuerzo de la ciudadanía y de los y las trabajadores y trabajadoras públicos ( paga extra, rebaja salarial...), porqué éste, tras amortizar la exigua deuda municipal, no va destinado a programas concretos de ayuda a jóvenes, parados de larga duración, ayudas a los y las estudiantes universitarios, programas de atracción de empresas, creación de servicios a las familias con mayores a su cargo y niños o niñas menores de tres años?.

Es cierto que hablar de la creación de empleo, por ejemplo, es un recurso fácil, porque lo difícil es concretar el cómo, pero insisto en que, sin vulnerar la ley que impide la creación de más plazas de trabajadores públicos, se puede ayudar directa y concretamente a través de otros mecanismos ( promoción del cooperativismo, inversión en tecnología, infraestructuras para la instalación de nuevas iniciativas económicas, creación directa de bolsas de trabajo para apoyar a las personas en mayor riesgo de exclusión, etc)

Hablar de promocionar el comercio local es otro de los recursos retóricos a que nos tienen acostumbrados, pero ¿qué tipo de comercio, para qué, cómo?. Cuando se propone es necesario plantear las vías de esa ayuda y los objetivos de las mismas.

Que el modelo unidireccional y estacional del turismo no es suficiente, es evidente. No se puede obviar a este sector, pero no puede ser sobre que se construya un proyecto de futuro: ni este, ni el volver al ladrillo. Por consiguiente, apoyar a los llamados "emprendedores" ( todos somos potencialmente emprendedores, pero la diferencia está en quién tiene los fondos necesarios para poder emprender, y quien tiene solo las ideas y precisa de ayudas para asegurar otro de los tópicos que, pese a repetirse, no se cumple: la igualdad de oportunidades) no puede ser solo un discursos, ha de concretarse en líneas políticas y económicas.

El pueblo de El Campello debe desprenderse cuanto antes de los "gestores" y poner al frente de la institución a representantes políticos con ideas, dispuestos a debatirlas ( incluso a cambiarlas como fruto del debate) y consensuarlas con la ciudadanía. Y lo debe hacer, no desde la pasiva espera a que los mensajes o promesas llenen el vacío de argumentos, pues si algo habrá que hacer en los tiempos que se avecinan, será valorar, no lo pintoresco de la propuesta, sino su viabilidad y su repercusión en la vida presente y futura de éste pueblo. El Campello, como muchos otros municipios, necesita de decisiones verdaderamente revolucionarias, pero no por su contenido ideológico, sino por su compromiso, primero, con la democracia, y en segundo lugar, con el bienestar de todos y todas, pensando no solo en el rédito electoral que pueda obtenerse, sino en como esas decisiones afectan a esa ciudadanía local, de la que muchos hablan, pero que muy pocos asumen como motor de un Ayuntamiento verdaderamente democrático.

miércoles, 15 de octubre de 2014

PORQUÉ, COMO Y QUIEN.

Uno de los debate en Podemos es, si presentarse a las elecciones municipales como tal o en el marco de acuerdos de unidad popular (yo diría de unidad programática). Es un interesante debate. Por un lado, los que opinan que Podemos no está preparado para dar el asalto al poder local o cómo hacerlo. Por otro, los que piensan que es el primer escalón que hay que subir y que, estratégicamente no beneficiaría el objetivo de Podemos en el ámbito estatal. En mi opinión, unos y otros tienen razón y sus razones.

Los que piensan que hay que presentar candidaturas de Podemos en los municipios parten de dos premisas que son ciertas: en caso de no hacerlo, las expectativas que tiene la ciudadanía se verían, de alguna manera truncadas en cuanto al cambio institucional más cercano. Por otro lado, hay que pensar que el método de podemos, siendo profundamente democrático (primarias abiertas) se enfrenta a un problema en el mismo método que no se puede obviar: la calidad democrática de las candidaturas, al margen del método de elección. Me refiero a la posibilidad que puede ser aprovechada por determinados elementos para iniciar un cierto tipo de clientelismo que les lleve a ocupar un cargo para el que, quizá, no estén preparados. Y no me refiero a preparación política ( que todos, en mayor o menor grado lo están) sino a representar lo que realmente significa la alternativa Podemos.

Por otro lado, ¿no sería más adecuado que la decisión e incluso la adaptación del método de elección o como queramos llamarle lo decidiesen los círculos, organización base de Podemos?. Sería prueba de una descentralización real en la toma de decisiones, transfiriendo esa responsabilidad a los que conocen la realidad social y política sobre la que quieren influir.

Existe la posibilidad de sumarse a candidaturas, digamos, de convergencia. Esta posibilidad existe si previamente existe una voluntad, no solo desde Podemos sino desde otras formaciones que, en mi opinión, en la actualidad siguen practicando el partidismo autónomo por no llamarlo endogámico y que, sin análisis de ningún tipo, desechan la idea, quizá por creerse poseedores de un patrimonio o un capital político que no parecen estar dispuestos a compartir. Igualmente, ¿aunque se llegue a un acuerdo programático ( que es el fundamental), cual sería el método de elección de las candidaturas: listas abiertas en primarias abiertas, cuotas por organización en función…de qué?. Una cuestión a dilucidar cuanto antes si ésta es la opción por la que s opta.


En resumen, creo, por lo que leo y escucho, que se presentan interesantes y acalorados debates que, como decía en un post anterior, no son fruto de la división, ni del enfrentamiento por los cargos ( creo), sino que son propios del carácter bisoño de una organización que está llamada a jugar un papel crucial en la superación de una situación enquistada por la endogamia heredada del 78, y que deben resolverse desde la responsabilidad de saber que existen unas expectativas reales de influir claramente en la vida de una ciudadanía harta y cansada de delegar su voto sin más.

PODEMOS, 1er CONGRESO ( en el recuerdo: 28 Congreso PSOE)

Podemos camina hacia su Asamblea constituyente y la discrepancia lógica en las posiciones se pone de manifiesto. Algo, como decía lógico: el pensamiento único es patrimonio de las estructuras endogámicas condenadas, por mor de los intereses de los dirigentes vitalicios, a vivir en un bucle orgánico. Eso sí, las discrepancias, tanto en podemos como en cualquier otra organización más o menos democrática, son vendidas en el “mercadeo” electoral como “enfrentamiento y división”. Y digo, en cualquier otra, porque no se salva ninguna organización: si en IU hay debate, para los medios, hay división, si en el PSOE hay divergencias, hay división y, ahora, en Podemos, si hay más de dos opiniones, hay, por supuesto, división. Esta claro que solo puede presumir de unanimidad una organización claramente ademocrática: el partido popular.

La ciudadanía tendría que observar con interés los procesos de debate que se originan por la constrastación de opiniones. Debería fijar su atención en qué se propone y porqué se propone y no en la envoltura que los medios quieren darle a un proceso democrático. Pero, es evidente que en una sociedad, claramente marcada por el amarillismo, la corrupción y el rechazo generalizado a la política, el que algo dice, algo quiere y, por consiguiente, es digno de desconfianza.

Por otro lado, y sin ánimo de inmiscuirme en el interesante debate que se está produciendo en Podemos, simplemente señalar que, personalmente veo demasiadas similitudes con aquel catartico concreso ( el 28) que el PSOE celebró donde las tesis políticas fueron avaladas por los delegados y delegadas, provocando que el líder dimitiese y forzase un Congreso Extraordinario en el que la militancia, ante el deseo de contar con la figura carismática ( F.Gonzalez) pero también con un programa político manifiestamente de izquierdas, optó por ceder ante la hegemonía del poder carismático que impuso el líder. Personalmente espero que no se llegue a este punto en Podemos y que primen los objetivos frente al tacticismo de contar con un líder mediático que asegure votos: el proyecto democrático, limpio y políticamente transversal nacería con un debe difícilmente comprensible.

En el PSOE, la cesión ante el líder carismático propició un giro que transformó al partido, sí ,en una opción de gobierno, pero no en la opción de gobierno que hubiesen querido muchos socialistas, a la vista de lo que aconteció en los años posteriores en los que se consiguió el poder institucional. Podemos se enfrenta, no solo en lo que respecta al liderazgo general de la organización, sino en todos sus niveles a una coyuntura parecida: carisma=votos o proyecto=instrumento de transformación política.

Hay mecanismos para que todas las propuestas se refundan en una que sea la que represente a la mayoría de hombres y mujeres de Podemos, y esa es la Asamblea constituyente. Más allá de si secretario general o portavoces, lo que realmente importa es el objetivo, y no renunciar a los principios que movilizaron a más de un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas.


Por otro lado, la actitud de Pablo Iglesias me sorprende al afirmar que, por “coherencia” no optaría a representar a Podemos si “su” propuesta no es la que finalmente es apoyada mayoritariamente por la ciudadanía que pueda participar en la Asamblea. No es, ni lógico ni compatible con lo que Podemos dice querer representar y sitúa a la joven organización ante una disyuntiva que no se ajusta a las expectativas de la ciudadanía, por ser más propia de los partidos de la alternancia endogámica. No me parece una actitud que personalmente pueda compartir, por lo que espero que el sentido común prime y no se antepongan planteamientos personales frente a objetivos que no afectan solo a Podemos, sino a muchos ciudadanos y ciudadanas.

¿DINAMICA vs ESTATUS?

Cuando el conjunto de estructuras que componen una sociedad dada, como puede ser un municipio, vive inmerso en una estática permanente sin que la dinámica sea más que testimonial y, en la mayoría de los casos, reducida a grupos concretos sin influencia o al menos sin influencia inmediata, se podría especular con que esa sociedad o ese conjunto de estructuras que conforman una sociedad están condenadas a reproducir, pese a todo, un sistema de relaciones basado en determinados simbolismos, donde ninguno y en ningún caso, es o será un factor de cambio o transformación. Me explico.

El conjunto de instituciones y estructuras que componen el municipio están sujetas a una norma cuyo objetivo es la reproducción, consciente o inconsciente, de las presentes condiciones de vida. El individualismo, roto en contadas ocasiones y sobre motivaciones concretas, atenaza cualquier dinámica diferenciadora, al tiempo que la excluye del pírrico debate social que se da en la sociedad a nivel colectivo. Evidentemente, la exclusión primaria se produce por un conflicto en la concepción de estatus y rol en las entidades e instituciones que componen la sociedad como hecho colectivo: ninguna discrepancia es asumida ni tenida en cuenta más allá de la mera y pura testimonialidad y, eso si, siempre de puertas a dentro, pues el estatus que hegemoniza las instituciones sociales no permite un cuestionamiento de “liderazgo”. Y eso se produce, incluso, en las estructuras que presumen de posiciones avanzadas respecto al compromiso transformador en la sociedad; en estructuras que, pese al discurso, viven inmersas en un mantenimiento  sine die de una estática basada en un determinado capital simbólico incuestionable heredado de una preponderancia histórica de la organización sobre el individuo, donde el poder carismático sustituye a cualquier lógica mínimamente racional y, no digamos una racionalidad mínimamente crítica: más allá de la instrumentalidad del objetivo marcado en el mercado electoral, la supervivencia está asegurada únicamente desde la endogamia y no desde la integración de nuevas posiciones, ideas u opiniones..

Desde esta actitud, cabria preguntarse si seguir opinando, aunque sea desde la humildad, vale la pena o es un ejercicio vacuo y estéril visto lo visto. La respuesta a esta pregunta entra inevitablemente en el ámbito de lo personal, pues los condicionanamientos éticos o estratégicos e incluso morales de cada uno son los que dirimen finalmente la decisión sobre si continuar aportando, siempre de forma humilde, o abandonarse a la privacidad del estudio y la reflexión personal. Y, la segunda pregunta es, ¿es posible seguir aportando, opinando, reflexionando públicamente si esa opinión, reflexión o crítica es obviada sin argumentación alguna ( podría ser rechazada por un desacuerdo táctico, e incluso por considerarla una mera especulación intelectualoide pretenciosa, pero, ni a ese extremo llegamos). Al igual que la primera pregunta, ésta únicamente tiene una respuesta en el ámbito privado: ¿hasta donde, porqué y para qué?.

Una vez finalizados los actos del mayor de los actos que expresan la estática ( por otro lado, necesaria para no perder el horizonte de quienes somos y porqué), cabría plantearse una acción dirigida a incidir en la realidad a corto y medio plazo, como expresión de compromiso con el discurso mantenido: cabria plantearse inicialmente una reflexión sobre el presente y el futuro, desde la crítica y la autocrítica sin que ésta sea una flagelación, pero si un acto catártico que influyese en el inicio de la construcción de un instrumento social nuevo, novedoso y radicalmente diferente a lo que todos hemos conocido. ¿Porqué?. Por muchas razones, pero fundamentalmente, si se quiere, por un mero ejercicio de egoísmo: o construimos o nos lo construyen, o se intenta influir o seguimos abandonados a la dominación de los de siempre sin que podamos hacer nada. ¿Pesimismo?. No: realismo quizá, o al menos, un pesimismo realista fruto de infinitas frustraciones ideológico-partidistas. Pero, no por ser una frustración es o debe ser un lastre. En este caso es una motivación que, pese a todo, pese a las preguntas sin respuesta, pese a esa estática incomprensible ( excepto desde posiciones conservadoras, aunque éstas se revistan incluso de “revolucionarias”) provoca una reacción de oposición constante a seguir formando parte de una mayoría que, por silenciosa, se somete de forma resignada, en un intento ( legítimo, por otra parte) de salvar lo que se pueda de la vida de uno mismo.

El debate inicial, desde un intento de hacer tambalear el erróneo concepto de estatus del que gozan determinados individuos en determinadas instituciones sociales, puede ser un paso revolucionario, siempre que no sustituya un falso poder carismático por otro, reproduciendo nuevamente la dominación, aunque bajo otro discurso y desde otra retórica. Definir el rol, el papel que cada cual juega o quiere jugar en la construcción de ese instrumento ciudadano, establecer los métodos y concretar las tareas desde la horizontalidad de ese mismo método, que impida la culminación de anhelos arribistas, poniendo, aunque sea peligrosamente, en manos de la ciudadanía ese instrumento para que lo utilice, es el segundo escalón que deberíamos subir. Y el tercer escalón, como no podría ser de otra manera, la “toma del palacio”: la consecución, trabajada, dialogada y debatida, de una nueva mayoría donde lo colectivo reemplace a lo partidario; donde lo social reemplace a lo especulativo. Difícil si, pero no imposible. Al igual que los labradores del medievo jamás podrían haberse imaginado los cambios que se iban a producir en las vidas de las generaciones futuras (revolución industrial, urbanización, aparición del asalariado, etc), los que hoy nos planteamos el futuro, tampoco podemos imaginarnos los cambios de que somos y seremos capaces, siempre que los hombros que empujen sean más que los que se oponen.

Concluyo haciendo un ruego a la dinámica de las organizaciones, colectivos y demás estructuras sociales de las que, sin ninguna duda, depende el futuro, más allá del hecho coyuntural de las urnas (pero sin olvidarlas, por su utilidad instrumental): de todos y cada uno depende sumar a un proyecto plural, pero unitario en los objetivos.


Mientras tanto, seguiré opinando, pues en mi decisión está, que aunque de forma humilde y sin ninguna pretensión, seguiré llenando líneas con deseos más que con opiniones, algo que no puedo ni quiero evitar. Intentando que mi opinión crítica aporte siempre un algo positivo frente a ese continuo intento de visualizar la crítica con el enfrentamiento y la crispación, conclusiones clásicas y típicas de mentalidades estrechas e interesadas en mantener, como antes decía, ese estatus, y permítaseme, carente de capital, ni cultural, ni simbólico ni de ningún tipo.