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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

martes, 28 de julio de 2015

Bustos, banderas e himnos.


Algunos gobiernos de la izquierda diversa y plural que accedieron a los gobiernos municipales tras las elecciones del pasado 24 de mayo están mostrando una carencia que, desgraciadamente, está siendo utilizada por sus virulentos detractores como una muestra del “verdadero” carácter que éstos ocultaban. La falta de lectura política de la situación, junto con un exceso de emocionalidad en algunas decisiones, dibuja un inestable escenario para las ilusiones que muchos y muchas pusieron en ellos. Parecen estar haciendo todo lo posible para dar argumentos a los que anunciaban una “inestabilidad democrática”.

El “asalto a los cielos” no puede suponer, en virtud de los equilibrios propios de la pluralidad, un irracional intento de “imponer” cuestiones que suponen un choque igualmente emocional en una sociedad que, nos guste o no, ha naturalizado, tras años de imposición cultural, un imaginario colectivo sustentado por una construcción mediática y simbólica. La lucha contra ésta evidencia no puede ser, ni la imposición institucional ni la decisión subjetiva en virtud de la simbología propia: la nueva política se debería basar en el acuerdo, en el consenso y en la pedagogía aplicada a través de las decisiones y la política desarrollada. En palabras de Foucault, uno de los objetivos es “hacer visible lo invisible”, y para ello el trabajo de quitar, poner o sustituir no es efectivo pues entra en el juego de los equilibrios institucionales donde, la alternancia del sistema, propiciará la restitución de los quitados o sustituidos, pero con un mayor grado de inquina, cuestión que no favorece los objetivos de cambio.


La izquierda debería hacer una lectura política adecuada a los objetivos, y a ser posible, prescindir de los argumentos emotivos, pues éstos, generalmente y gracias a décadas de estrategias (construidas socialmente) de dominación cultural, significan para muchos y muchas imágenes de confrontación y crispación: dejemos las banderas, bustos e imágenes y dediquemos nuestro esfuerzo a reconstruir una sociedad que, a causa de la racionalidad formal (Weber) de las estructuras de dominación es, para nosotros y nosotras, “irracional en su conjunto” (Marcuse). El cómo, parece claro: democracia. Democracia aceptando incluso la “irracionalidad”; aceptando la discrepancia y la diferencia; utilizando la pedagogía; creando escenarios de participación, información y co-decisión. Tantos años de “violencia simbólica” ( que, al ser los dominados inconscientes de esas prácticas contra ellos, se convierten en cómplices de la dominación a la que se les somete) no se resuelve a través de la confrontación de símbolos: se revierte, gradualmente, a través de la política, en mayúsculas.

lunes, 27 de julio de 2015

El reparto del empleo.


La reforma laboral del pp ha servido a uno de los fines que la crisis tenía ( y tiene); que algunos vieron de forma tácita, pero hoy, a la vista de los datos sobre el tipo de empleo que se crea en éste país, va tomando forma explícita: el empobrecimiento.
Pese a que éste concepto sea  ajeno para muchos y muchas, o se quiera pasar de puntillas ( el terror económico que la crisis ha puesto en manos de unos pocos es un arma demasiado potente para combatirlo sólo con principios), el empobrecimiento generalizado es un hecho que no escapa a casi nadie. Los pequeños ( o no tan pequeños) agregados de solidaridad son los que están sosteniendo el difícil equilibrio sobre el que deambula la sociedad: padres, suegros, vecinos, ONGs, etc, son las que están sustituyendo a un estado cada día más mínimo: otro de los objetivos de la estrategia global neoliberal.
Desde los Ayuntamientos, y previa autorización de las administraciones competentes en materia de empleo, se puede incidir cuantitativa y cualitativamente: destinar,  parte de los presupuestos actuales destinados a la realización de horas y servicios extraordinarios para la creación directa de empleo. Creo, que la pasada legislatura ya hubo algún grupo que apuntó alguna cuestión, pese a no concretarlo presupuestariamente. Junto a la reconsideración de las partidas destinadas a servicios y horas extras, puede ( y debe) sumarse otros gastos no prioritarios para dotar suficientemente un programa de acción directa.
Las bolsas de empleo son pequeños pero efectivos parches que pueden ofrecer a muchos y muchas trabajadores y trabajadoras un instrumento no solo para la supervivencia, sino también para recuperar algo que, hoy por hoy está bajo mínimos: la dignidad como trabajadores y trabajadoras; en definitiva, como personas. Pero esto no basta: la necesidad de abrir nuevos nichos de empleo al hilo de un cambio de modelo productivo local, más sostenible y sin dependencia de la temporalidad es otro reto que debe ser abordado en El Campello sin prisa, pero sin pausa.
Otra cuestión son el rescate de servicios actualmente en manos de empresas. Aquí no solo basta con la voluntad, sino con la situación contractual en la que se encuentran esos servicios: decir que se va a “municipalizar” un servicio, sin valorar las repercusiones que podría tener el incumplimiento de un contrato sería una irresponsabilidad. No obstante, valorada ésta cuestión, si se pueden crear mecanismos para, a través de la promoción del autoempleo y la iniciativa local, co-gestionar muchos de los servicios que hasta el día vienen prestando empresas. Pero el objetivo no puede quedar en ésta cuestión: la formación, la horizontalidad de esa co-gestión, la sostenibilidad presupuestaria, etc, son cuestiones que deben entrar en el debate ( valorar si una revisión de impuestos y tasas puede o afectaría a éste objetivo)
Como decía, las acciones, pese a necesarias, siempre van a ser parciales y, desgraciadamente, temporales; condicionadas a presupuestos, necesidades e incluso a la adecuación de los servicios a la existencia de trabajadores asociados que puedan asumir la co-gestión. Es necesaria la apertura de un dialogo, donde la institución municipal, el tejido empresarial local, los centros universitarios y órganos supramunicipales, junto con sindicatos y vecinos, hablen de cómo ampliar el modelo económico local, y ahí el papel de liderazgo del Ayuntamiento es imprescindible.

En éstos días, que muchos salen en los medios de comunicación sacando pecho ante los datos del empleo, pese a los apabullantes datos que indican el progresivo empobrecimiento de los trabajadores y trabajadoras asalariados; la fuga de trabajadores y trabajadoras al extranjero, sirva como reflexión un interesante artículo con un no menos interesante título de José Carlos Diez: País de ladrillo y camareros ( Tinta libre del mes de julio). ¿Ese es el futuro?

sábado, 25 de julio de 2015

PASO A PASO...

Los primeros pasos del nuevo equipo de gobierno están siendo, como no podría ser de otra forma; tímidos y calculados. Esta actitud es, más que una opción; una necesidad, pues el punto de partida no podía ser más estresante: elección de Alcalde con mayoría; composición de gobierno en minoría, afrontar la situación de un presupuesto municipal prorrogado y en parte comprometido; actos programados, etc. Tampoco, éstos primeros pasos han estados exentos de crítica: se critica incluso que los concejales y concejalas se hagan fotos y las publiquen en sus perfiles en red. Aunque una de las principales y más llamativas críticas ha sido la "suspensión" de las Escuelas Deportivas de verano debido a un problema heredado de la irresponsabilidad: la de un gobierno que ha hecho dejadez de su responsabilidad, dejando sin resolver la adjudicación de servicios. Llamativa la crítica del que hasta hace menos de dos meses era el Alcalde que, sin rubor, espetó al nuevo equipo de gobierno: gobernar es tomar decisiones, algo que debería haberse aplicado el y los suyos antes de señalar a los demás.
La cuestión presupuestaria es otra de las cuestiones que hacen que el nuevo gobierno municipal piense dos veces cada paso: ¿qué parte del presupuesto prorrogado está ya contraído a través de gastos aprobados por el anterior gobierno?. Con estos mimbres tendrá que jugar el Gobierno plural hasta, al menos, el mes de enero, en el que esperamos que haya un presupuesto municipal no prorrogado. Y sobre ésta cuestión me gustaría decir que se debería evitar el nerviosismo por demostrar que lo que se predicaba era un compromiso: me refiero a los presupuestos participativos. Para que éstos sean un inicio ( de participativos), hay que evitar complicar la gestión intentando crear organismos y comisiones. La forma más eficiente es recuperar los Consejos Sectoriales que existieron e intentar dar un primer paso en esa profundización democrática que todos queremos, pero sin prisas ni improvisaciones.

Otra cuestión que en mi opinión parece fundamental, es la revisión de la organización municipal. El anterior gobierno, tras dos décadas, ha dejado una administración marcada por unas redes clientelares; una falta de organización en diversas áreas, así como un exceso presupuestario, por ejemplo, en horas extras ( presupuestadas en 2014: 110.000 euros). Revisar el organigrama, situar a personas de confianza en puestos clave, y recuperar la justicia y la igualdad como premisa de gestión interna es todo un reto: la justicia en el trato como trabajadores, y la igualdad, suprimiendo los "privilegios" de los que gozan determinados puestos de responsabilidad administrativa.
Las decisiones en materia de personal pueden ( y lo harán) acarrear tensiones, pero creo que la premisa no debería ser contentar a todos, sino cumplir compromisos con la ciudadanía.

Creo que el trabajo será arduo pues dos décadas han dado para mucho, y hay mucho que ordenar, reordenar, definir y redefinir para devolver a la institución municipal ese deseable y deseado carácter de "casa de todos" y no reducto de élites. En esto, si que personalmente observo diferencias, pues la actitud, el talante personal de los que acaban de llegar es mucho menos soberbio y mucho más cercano que el de los que estaban, y eso, a nivel humano, ya es importante.

Los y las ciudadanos y ciudadanas que crean que el triunfo o el fracaso del proceso de cambio iniciado es un triunfo o fracaso de todos, deben asumir su parte de corresponsabilidad: siempre desde una actitud crítica, pues éste es el único instrumento que puede enfrentarse a la adulación propia que históricamente ha promovido la institución ante las élites locales; adulación que aleja de la realidad, algo que no puede permitirse el nuevo gobierno progresista y plural.

martes, 21 de julio de 2015

DESEOS Y REALIDADES.

Todavía ( y es pronto) no se ha concretado el régimen retributivo de los cargos públicos en la nueva corporación. Un amigo me decía que, antes de concretar el acuerdo plural, una de las partes afirmaba que: " si alguien habla delante de mi de dinero, se acabó la negociación". Este condicionamiento programático ha sido asumido con un requerimiento emotivo que condiciona o podría hacerlo la viabilidad de un gobierno plural que tiene ante si un cúmulo de retos y, donde éste problema es menor, en mi opinión.
Creo que, en un "exceso" de ética o quizá, de vergüenza ( hablar de asuntos salariales parece que, de alguna manera, "ensucie" las buenas intenciones) el asunto se dejó para más adelante. En mi opinión debería haberse resuelto sin ningún problema para, una vez en el gobierno municipal, consensuar un reglamento donde éstas (y otras, evidentemente) cuestiones quedasen resueltas de forma clara.
Respecto a los salarios de nuestros cargos públicos, en general, se ha encendido un acalorado debate sobre los privilegios; debate que, con razón y razones ha cuestionado el qué y el porqué. En el caso de los Ayuntamientos, la Ley de Sostenibilidad ha pretendido dar un marco legal a las retribuciones pero, desgraciadamente, se ha quedado a medias: regula el máximo del Alcalde, el número total de dedicaciones exclusivas y el número total de personal de confianza.
Los argumentos "ideológicos" de los que mantienen una posición más "firme" parte de unos criterios que, pueden ser o bien podrían ser otros: la cuestión de "tres veces" o de "dos veces y media" podría bien ser de "una vez y tres cuartos" o incluso de "dos veces y una decima"... Lo cierto es que nadie (aunque defienda con vehemencia la pureza y justicia de su planteamiento) tiene la solución, pues el concepto "responsabilidad" no es, en mi opinión, suficiente para dar un marco cuantitativo a dichas remuneraciones.
Creo que un instrumento que podría servir sería el régimen retributivo de los funcionarios y funcionarias públicos, donde, con criterios, se plantea qué y porqué se cobra. Pero ya digo que, pudiendo ser útil, igual tampoco lo es tanto.
Por lo tanto, creo que cabe un acto de ajuste por parte de nuestros nuevos responsables políticos: un ajuste a la baja, pero también un acto que se base no en un mero reparto, o en una concesión a planteamientos ideológicos ( en el sentido de subjetividad condicionante): un acuerdo, consensuado entre la totalidad de formaciones políticas que de un marco de estabilidad a la posterior traslación del mismo a ese necesario reglamento.
No obstante, sí hay una cuestión que debería preocupar a las formaciones políticas: la transparencia en las cuentas. Y, si los salarios son necesariamente transparentes, no tiene la misma característica la partida de subvenciones o ayudas a los grupos políticos con representación. Debería regularse la presentación de cuentas para evitar un agravio comparativo ( mantenido durante años) con el resto de ciudadanos y ciudadanas que deben justificar hasta el último céntimo percibido de la administración.
Y concluyo: creo que una rebaja en las retribuciones es necesaria; creo que debe propiciarse un acuerdo y no una imposición que pueda ser motivo de polémica; creo que deben "aparcarse" esos condicionantes pseudomorales e ideológicos ( no digo abandonarlos, pero si graduarlos) pues el objetivo supera en mucho las expectativas de todos los actores y, sobre todo, involucra a muchos y muchas que, aunque manteninendo una necesaria actitud crítica, esperamos que la lectura de la nueva situación política sea la correcta: cambio, pero sin traumas ni víctimas.

viernes, 17 de julio de 2015

CUESTIÓN DE FONDO

La ilusión; las ganas de hacer cambios pueden ser un factor en contra del nuevo equipo de gobierno municipal: la ansiedad que puede provocar, por un lado, encontrarse una "sólida" estructura clientelar, junto a la debilidad de un equipo de gobierno en minoría, puede ser una rémora en el cambio que todos deseamos ver cuanto antes. No podemos olvidar que el nuevo gobierno municipal se ha encontrado "enfrascado" en una espiral de actos ( festividad de verano); con una actitud "poco" colaboradora o "demasiado" colaboradora por parte de determinadas estructuras municipales; y sobre todo, algunas carencias en el proceso de negociación previo que, sin lugar a dudas, provocarán más de un "desencuentro".
La expectativa que ha suscitado el cambio de gobierno no debe restarnos ni un ápice de actitud crítica, y así debería ser entendida en el gobierno plural: crítica significa, como mínimo, una actitud constructiva y no debería entenderse como crítica a las personas que componen el nuevo equipo.
En primer lugar, la ciudadanía no entiende porqué el primer desencuentro es sobre el sempiterno asunto de los salarios. Este problema es una de tantas cuestiones heredadas de las dos décadas de gobierno del partido popular, el cual, lejos de regular ésta y otras cuestiones internas, se dedicó a la contemplación, como si los asientos del gobierno fueran un bien garantizado.
El "problema" de los salarios fue en 2011 también un obstáculos en el entendimiento del, por aquel entonces, gobierno minoritario. ¿Porqué no se abordó previamente?, ¿porqué tanto reparo a hablar de una cuestión que se ha demostrado de forma reiterada como un problema de fondo sobre el que parece dar vergüenza hablar?. Creo que éste, siendo un asunto importante, es una cuestión de forma, pues el acuerdo programático que firmaron los partidos que apoyaron la elección de Alcalde concretaba una bajada generalizada de los salarios, entonces ¿cual es el problema?. ¿Líneas rojas?. Creo que hay cuestiones tan o más importantes como para "flexibilizar" las líneas rojas, sacar adelante esta cuestión formal, y abordar la elaboración de un reglamento que evite que ésta cuestión vuelva a ser un obstáculo de entendimiento.
Otra cuestión son los asesores; o personal de confianza o como quiera denominarse. Sobre éste aspecto creo que, no debe nadie rasgarse las vestiduras si el apoyo que se acuerda para los grupos y gobierno roza o alcanza el límite legal ( siete) siempre y cuando las remuneraciones estén ajustadas a parámetros funcionariales ( por ejemplo), y la valía de las personas sea igualmente evaluable, más allá de la pertenencia o no a una organización política.
La última cuestión es el necesario análisis político que desde el nuevo equipo de gobierno debe realizarse sobre todos y cada uno de los asuntos que colean o puedan ir surgiendo, pero sin que ésto suponga un freno a la aplicación del programa de mínimos pactado.
Cuando me refiero un análisis político, lo hago a ese necesario análisis exento ( en lo posible) de emotividad y tacticismo partidario ( en lo posible): que la actuación sea visualizada y evaluada como plural pero colectiva es algo importante y uno de los valores de la pluralidad del nuevo gobierno municipal. Creo que se debe ser generoso en el debate y flexible en las posiciones si se pretende dar una proyección temporal al gobierno: sumar acuerdos es necesario para consolidar los cambios y transformaciones que se pretenden. No porque sea una necesidad matemática, sino porque es la única manera de que los cambios de gobierno que puedan darse ( personas u organizaciones) en el futuro no ponga en peligro las políticas. Por ejemplo: si se acuerda crear una bolsa de empleo, ésta debería ser una cuestión "institucional"; si se profundizar las ayudas sociales, igualmente. La política "meritocrática", partidaria o tacticista puede ser un condicionante demasiado pesado, creando roces y desencuentros innecesarios.
La última cuestión a la que me quiero referir en ésta primer incursión crítica sobre el nuevo gobierno plural es la necesidad de una profunda reestructuración de las anquilosadas y clientelares estructuras burocrático/administrativos. Y en éste aspecto encuentro uno de los principales problemas que debe resolver el nuevo gobierno municipal: ¿cómo desmontar la red, cómo recuperar la confianza en las estructuras burocráticas y técnicas?. Aquí es preciso congeniar tanto el análisis político, la legalidad necesaria en las actuaciones municipales como la efectividad de las estructuras municipales: una difícil tarea.
Algunos y algunas, confiamos en que el cambio no sea meramente "cosmético" o simbólico: consideramos que el fracaso del actual gobierno y de la actual corporación plural y diversa sería el fracaso de miles de ciudadanos y ciudadanas que han dicho, alto y claro, que la imposición partidaria ha pasado a la historia y que lo que se quiere es dialogo, entendimiento pero, no para acordar equilibrios internos, sino para que las cosas cotidianas cambien: para que el futuro pueda afrontarse con algo de ilusión.

martes, 7 de julio de 2015

UN PARTIDO SOCIALISTA RENDIDO


Me he permitido parafrasear a mi admirado José Antonio Pérez Tapias para, desde el mayor de los respetos hacia la militancia y la dirección socialista local, dar mi opinión sobre lo que considero el enésimo error. Y no por sólo por no haber entrado a gobernar ( que espero que se reconsidere), sino por, aparentemente, obviar la agrupación local una autocrítica necesaria. Autocrítica que, lejos de ser un escarnio público, se presente ante la ciudadanía con la humildad del que ha perdido votos y representación porcentual desde 2007 (éste año se mantuvieron los siete concejales y concejalas). En 2007 se obtuvieron 3055 votos (28,86%) y siete concejales; en 2011, 2855 (25,31%) y seis concejales; y finalmente, en 2015 1762 (14,59) y tres concejales. Los datos lo dicen todo, pero, sorprendentemente, la agrupación local y su dirección política no dicen nada: nadie asume el desastre y, por consiguiente, parece esperarse a que la “tormenta” escampe y los aires vuelvan a ser favorables.
En 2007 y 2011 la crisis de la agrupación era evidente: el enfrentamiento entre las diferentes facciones desangraba el partido y se traducía en una sangría de votos y confianza ciudadana. El caso de 2011 fue especialmente crítico: la ruptura en dos del partido, el abandono de la secretaria general, la gestora, etc. Desgraciadamente, en aquella crisis participé como militante, abandonando el partido poco después ante lo que muchos y muchas consideramos una desautorización a la soberanía de la Asamblea local. Evidentemente asumo mi error, pero, a la vista de los acontecimientos, me reafirmo en los motivos que me llevaron a dejar el partido: el poder “carismático” que se ejercía en la agrupación, con un núcleo duro en torno al Candidato y Secretario General cuyo objetivo era (y es) excluir cualquier tipo de crítica.
Tras las elecciones del pasado mes de mayo, y vistos los desastrosos resultados, personalmente esperaba una reacción por parte de la Agrupación Socialista: un análisis crítico, no solo de los resultados, sino del proceso de practica desintegración que ésta venía sufriendo y que cristalizó en el peor resultado en la historia del socialismo campellero (si exceptuamos el año 87 en el que se presentó la candidatura del PSI por un lado como escisión del PSPV-PSOE).
Creo que la militancia, esa que tanto odia a los que hemos sido críticos; esa que confunde crítica política con inquina personal; la misma que se aglutina en torno a posiciones de resistencia que les han llevado hasta casi la testimonialidad, no puede ni debe seguir haciendo dejadez de su responsabilidad. Pues seamos claros: no toda la responsabilidad es del candidato o la candidatura, sino que la militancia que la sustenta tiene la suya y debe asumirla.
No critico su posición en las enésimas infructuosas negociaciones para formar gobierno pues tenían y tiene la legitimidad para tomar la decisión que han adoptado, pero si me gustaría, desde el respeto al compromiso que tiene para con su partido, proponer una reflexión crítica, más allá de las personas, más allá de las inquinas y odios personales (confundiendo, como decía, critica política con enfrentamiento personal).  La autocrítica debe partir, en mi opinión, de la necesidad de una renovación de personas, pero también de ideas, de planteamientos y posiciones. La autocrítica debería prescindir de alineamientos personales y debatir, sin ambages sobre lo hecho y el futuro que el PSPV-PSOE quiere jugar como partido.
Creo que el PSPV-PSOE tiene un papel que jugar en el mapa político local, pero para poder ser útil a los fines para los que fue creado, debe reflexionar y asumir, cada uno o una en su medida, la responsabilidad sobre la situación presente, y sobre todo, sobre el futuro: sin nombres, ni caras, sin preponderancia de estatus o absurda soberbia ; prescindiendo de egos y, sobre todo, con el ánimo comprometido en recuperar el papel que, como partido socialdemócrata, ha tenido y debe seguir teniendo.

La lectura del comunicado emitido tras la ruptura de las negociaciones e informaciones que he ido recopilando por parte de algunos y algunas participantes me indica que el nivel de contracción política es prácticamente un síntoma de metástasis. Las referencias a “liderar” sin que se acompañe un análisis crítico de la situación propia; apelar a que el “rechazo” al candidato ha sido uno de los motivos principales para abandonar el proceso de cambio y, enrocarse en la defensa de un programa desde la oposición me indica que la cuestión no era el cambio, sino recuperar ese hipotético prestigio (estatus personal ) pese al desastre. Creo que los y las socialistas tenemos una responsabilidad si seguimos creyendo en el papel instrumental que el partido tiene para cambiar las cosas; para transformar el presente y el futuro de nuestro pueblo.