El término “multipartito” es similar,
pero generalizando, al de bipartito o tripartito. La cuestión, en mi opinión,
es que el término mismo forma parte de una forma de hacer política que es “vieja”
y trasnochada. Una forma de hacer política cuyo fundamento es el acuerdo entre
formaciones políticas ( legítimo) para lograr la “estabilidad”, o lo que es lo
mismo: los votos a “piñón fijo” para sustentar una mayoría absoluta. Y, si algo
han dicho las urnas, ha sido que, al menos en ésta legislatura, las mayorías
absolutas no sirve, y que lo que toca es el diálogo, el acuerdo y el consenso,
términos todos ellos que, pese a no ser nuevos, si adquieren un significado
especialmente concreto.
Cualquiera tiene legitimidad para
exigir ser o no ser, pero lo cierto es que, previamente a “querer ser”, cada
cual debería poner sobre la mesa las condiciones políticas para que el “qué”
preceda a el “quién”, pues de lo contrario (anteponer el “quién”)sería una repetición de las
posiciones basadas en un supuestos estatus (electoral, de partido, etc.),o simples correlaciones de fuerzas. .
El condicionante de la impronta
personal no es una cuestión que deba desdeñarse, pues si por algo ha estado
marcada la política local ha sido por el carácter de los candidatos y
dirigentes políticos. Anteponer la confianza o incluso el “pedigrí” de unos
frente a otros, si es un síntoma de vieja política, y las urnas ya lo han
castigado suficientemente. Por otro podemos encontrarnos con la prevalencia de tacticismo electorales que pueden condicionar "desde fuera" un acuerdo plural.
Si sumamos los factores que antes
señalaba el acuerdo parece, como mínimo difícil. Pero hay otros condicionantes
más inmediatos: la situación laboral de dos de los cargos electos que, o forman
parte de un gobierno, o tienen salario de la institución o deberán renunciar a
su acta. De ahí que el acuerdo sea una cuestión de cierta urgencia.
Sobre el tacticismo electoral que
antes señalaba, decir que, por un lado Podemos y por otro Ciudadanos ( como
proyectos estatales con el horizonte puesto en el “asalto” al parlamento)
tienen un condicionante exógeno: las direcciones de ambas organizaciones están
más preocupadas de mantenerse “limpias” ( de ahí las largas listas de
exigencias) que de demostrar, en el ámbito local, que lo que proponen están
dispuestos a llevarlo a cabo. Ciudadanos, como proyecto de los poderes
económicos vinculados al ibex 35, tiene el legítimo objetivo de sustituir a una
derecha rancia y con olor a sotana desde posiciones de “derecha moderna y transversal”.
Podemos, como heredero político del 15M, se marcó como objetivo el “asalto a
los cielos”, de ahí que, de forma instrumental, haya solapado sus temores y
objetivos en la instrumentalidad de las “candidaturas de unidad popular”: lo
cierto, en mi opinión es que, igualmente de forma legítima, quiere sacudir las
estructuras estatales desde una transversalidad ideológica aunque con un
programa claramente anclado en la tradición socialdemócrata.
Si ambas organizaciones asumen el
mandato de las urnas y concretan institucionalmente su propuesta de cambio,
deberían acordar con el resto de organizaciones (excepto el pp) un programa y
unos compromisos para cambiar real y efectivamente la política local.
Por último, sobre quién debería
liderar ( representativamente) ese gobierno plural, dos consideraciones. Una,
que Compromis tiene ante si una tesitura histórica ( casi un punto de
inflexión) : o gobierna y se consolida o perderá la oportunidad de demostrar
que son una formación lo suficientemente sólida como para ser opción de gobierno. Dos, que el PSPV-PSOE ( no sus dirigentes),
debe asumir que, o inicia una nueva etapa, claramente definida por la
integración y la humildad, o el suelo todavía puede moverse más de lo que lleva
haciéndolo durante dos décadas. Y sobre Esquerra Unida, simplemente decir que
tiene la oportunidad de ser algo más que un partido de protesta: puede y debe
gestionar el éxito obtenido para intentar llevar a cabo su programa, algo que
afianzaría los firmes cimientos que las urnas le han dado.